Mi experiencia en el extranjero

Este es un espacio dedicado a dar a conocer cartas de diversos estudiantes que han sido beneficiados con el programa Becas Conacyt-Gobierno del Estado de Puebla ofrecido a través del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla.

El objetivo de compartir la experiencia académica y vivencial de los estudiantes que se están especializando en el extranjero, es animar a todas aquellas personas que tengan interés en continuar sus estudios a que aprovechen las oportunidades que este programa de becas pone a su alcance.

A continuación leerán la experiencia educativa de Alfredo Parra, estudiante de la maestría en Computación Científica en la Universidad Técnica de Múnich, Alemania.

Desde hace dos años el Concytep pone sobre la mesa un número limitado pero creciente de becas de posgrado en el extranjero que actualmente rebasan los mil euros al mes para manutención, además de apoyos adicionales. Quienes reciben la beca se comprometen principalmente a cumplir con un requisito: estudiar. El resto son formalidades.

Para quienes no perdemos el amor por el estudio, este es un apoyo inigualable. Especialmente habiendo hecho mis estudios de carrera en una universidad privada, la idea de ser pagado por estudiar es sumamente atractiva, y es una oportunidad que no pude dejar pasar para continuar mis estudios de posgrado en Alemania.

La idea del programa de becas es simple: uno aplica durante la convocatoria, recibe dos años de apoyo económico, obtiene su grado de maestría o doctorado, y al final el Estado cuenta con un profesional de alto nivel. Todos ganan. Pero lo que se esconde detrás de este proceso es una serie de retos tan enriquecedores como extenuantes, y en Alemania tales retos se amplifican en cada aspecto de la vida diaria.

Tengo la suerte de vivir en Múnich, una de las ciudades con mejores índices de calidad de vida en Europa.  Llegué aquí hace dos años para hacer una maestría en Computación Científica (“Computational Science and Engineerng”) en la Universidad Técnica de Múnich (TUM, por sus siglas en alemán). Al tratarse de una maestría internacional (impartida en inglés), la mayoría de los estudiantes son extranjeros, y todos lidiamos con barreras similares, el idioma siendo el ejemplo inmediato. La gran mayoría no cuenta con algún apoyo financiero, y este punto me brindó una enorme ventaja sobre mis compañeros. Pude concentrarme de lleno en mis clases sin preocupaciones económicas, e incluso trabajé de medio tiempo como asistente de investigación en la universidad, en dos temas distintos relacionados con mi maestría. Esto lo hice con el fin de sacar el máximo provecho de mi tiempo, lo cual eventualmente me abrió las puertas a una posición de doctorado (junto con mi buen desempeño académico).

Siempre he sido de la opinión de que el buen trabajo habla por sí mismo y que eventualmente es propiamente remunerado. En Alemania, y especialmente en el estado de Baviera, la sólida economía favorece y propicia el trabajo de calidad sin trabas económicas ni burocráticas. E incluso aquí mis colegas y amigos alemanes y extranjeros elogian la existencia de programas de becas como el que me trajo aquí, pues los resultados son palpables.

Pero ya que la finalidad de esta misiva es también relatar en parte la cultura del lugar donde estudio, aquí algunos puntos a resaltar: el perfecto funcionamiento del sistema de transporte (y de prácticamente cualquier sistema); el casi religioso apego de cada habitante a las leyes; el excesivo apego religioso a las tradiciones cristianas; la riqueza multicultural de una ciudad moderna; la amabilidad y calidez de la gente local, contrarias al usual estigma que se les adjudica.

En fin. Una página apenas alcanza para empezar a esbozar lo que ha sido mi experiencia como estudiante en Múnich, y muchas más serían necesarias para expresar el orgullo que representa para mí ser embajador científico de mi estado y mi país, cuyos esfuerzos por apoyar a la ciencia y la tecnología en México reflejan lo mejor que la política nacional es capaz de lograr.