El ajolote de Xochimilco es una especie emblemática para México, ostentando una gran cantidad de características que lo hacen único, siendo una de ellas la neotenia (capacidad de alcanzar la madurez sexual en su estado larvario), debido a que estos organismos encontraron en su hábitat las características ideales para nunca abandonar lo que hoy resta de los grandes lagos de Xochimilco y Chalco; por tal razón son endémicos (solamente habitan en esa región), uno de los tantos motivos de que en la actualidad se encuentren en un gran riesgo de desaparecer.
Sin embargo, hace más de 500 años fueron organismos muy abundantes en su hábitat, ya que eran los grandes depredadores de su ambiente, debido a los tamaños que solían alcanzar llegando casi a los 30 cm de longitud. Fueron sumamente venerados por los mexicas, como parte de su cosmogonía, debido a que es la advocación acuática del dios Xólotl, hermano mellizo de Quetzalcóatl, “monstruoso a causa del nacimiento gemelar”, asociado a la idea del movimiento y de la vida. La Leyenda del Quinto Sol cuenta que después de que los Dioses en Teotihuacán crearon al Sol y la Luna necesitaban sacrificarse para hacer que comenzaran a moverse los astros; sin embargo Xólotl, no se arrojo al fuego y escapó, por lo cual el verdugo lo persiguió con el fin de matarlo; el Dios se transformó en una planta de maíz de dos cañas, pero fue encontrado, por lo que huyó a un magueyal en forma de una penca doble; hallado nuevamente, se sumergió en el agua, donde se convirtió en un ajolote, encontrado en este lugar por el verdugo y donde le dio fin; al ser ésta su última transformación los dioses decidieron que esta sería su nueva forma y nunca más podría transformarse. Por tal motivo los ajolotes eran considerados como un manjar, solo consumidos por los gobernantes y sacerdotes.
Con el sometimiento español a los grupos autóctonos, muchas de las tradiciones fueron prohibidas; no obstante, numerosas familias las siguieron practicando a escondidas, una de ellas fue el uso del ajolote como alimento, por su alto contenido proteico, el cual fue consumido en mole y metlaxplique (tamales); asimismo también eran preparados en jarabe como auxiliar en el tratamiento de vías respiratorias y en un ungüento para los dolores de articulaciones y musculares.
Las primeras referencias del ajolote después de la conquista aparecen en 1615 en el libro Historia natural de las cosas de la Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún, donde los describe como “lagartillos que tienen cola y cuerpo de anguila y boca muy ancha”. Humboldt quedó impresionado con estos organismos; por tal motivo, decidió llevar un par a París para que fueran estudiados por Georges Couvier, quien en 1811 publicó la descripción de la especie. A partir de entonces se realizó una gran cantidad de estudios y publicaciones, ya que se trasladaron algunos ajolotes a Europa, donde se reprodujeron, dando así lugar a colonias que aún continúan trabajando.
En el caso de México, los ajolotes se siguieron usando como alimento y medicina prácticamente hasta hace pocos años, cuando fueron enlistados en la Norma Oficial NOM-059, en la cual se les considera como una especie sujeta a protección especial, debido a que en los pocos estudios que se han realizado se muestra una disminución drástica de sus poblaciones. Esta reducción de la especie se debe principalmente a que cada día disminuye la superficie de los canales de Xochimilco; además, el lago de Chalco está prácticamente seco; asimismo, el agua que daba vida a estos lugares provenía de manantiales de la Sierra del Ajusco, los cuales fueron entubados para suministro de la Ciudad de México, estando los canales prácticamente secos, si no fuera porque el agua de éstos proviene de la planta de aguas tratadas Cerro de la Estrella. Asimismo, el antiguo uso que se le dio a esta especie como medicina y alimento y más recientemente como mascota y animal de laboratorio, debido a su gran capacidad de regeneración de miembros así como de neuronas y células cardiacas, fomentó la captura de estos organismos. Y si esto no fuera poco, la introducción de peces exóticos, como la tilapia y carpa, que son especies muy competitivas, ejerce una gran presión sobre las poblaciones de ajolotes al competir por los pocos recursos y escondites que aún quedan; además, estos peces se convirtieron, si bien no en depredadores de los adultos, sí de los huevos y sus crías.
Aunque se han propuesto y puesto en marcha muchas estrategias para la conservación de los ajolotes, en la primera parte del último censo que se realizó en Xochimilco no se encontró ningún ejemplar; sin embargo, en la segunda fase se avistaron un par de organismos, los cuales no pudieron ser capturados, regresando así la esperanza de que aún se encuentren poblaciones de esta especie.
¿Dónde quedó esa veneración de los abuelos por el ajolote? Algunas personas los mantienen como mascotas, otras los estudian para aplicar ciertas de sus cualidades en humanos; muchas quisieran poder seguir degustándolo y muchas otras consumirlo por primera vez, pero la gran mayoría de personas ajenas a Xochimilco confunden a los ajolotes con los renacuajos, piensan que son aún muy abundantes y que no vale la pena tratar de evitar su inminente extinción. Si esta especie se pierde no solo inutilizamos un recurso que podría ser muy valioso económicamente, sino que también perdemos parte de nuestra identidad cultural, la cual, de por sí ya es muy fugaz.
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