La vida moderna citadina tiene actividades con características de 24/7, esto es, hay actividades 24 horas todos los días de la semana y si a esto se agrega la disponibilidad de luz eléctrica y de diferentes distractores han hecho casi imposible poder dormir bien. Pero, ¿qué es dormir bien? Pues tener un sueño reparador que haga que al despertar nos sintamos frescos, llenos de energía y con deseos de comenzar el día con las actividades diarias que desarrollamos durante el período de vigilia, esto es desplazarnos, trabajar, estudiar, realizar actividades sociales, divertirse, hacer ejercicio, etcétera.
Para desarrollar estas actividades de manera adecuada es absolutamente necesario tener una fase de descanso de 7 a 8 horas diarias. Un sueño reparador es el mejor camino para tener una fase de vigilia exitosa. Debemos recordar que durante la vigilia desarrollamos la mayor parte de las actividades diarias y que éstas gastan energía y durante el sueño se repara el cuerpo y sobre todo nuestro cerebro, ya que se ha demostrado que al dormir se guardan los recuerdos (memoria) de la vigilia. Es necesario dormir y hacerlo bien para que al día siguiente no solo nos sintamos recuperados, sino que también podamos concentrarnos y realizar tareas que requieren el uso de las capacidades superiores del intelecto, como son pensar, tomar decisiones, juicio crítico, etcétera.
Pero volvamos al sueño: vale la pena mencionar que éste consta de dos fases con base en la actividad eléctrica que le caracteriza, por lo que se le denomina a una de ellas sueño de ondas lentas (SOL), con una actividad rítmica de entre 0 a 4 ciclos/segundo, y de una actividad eléctrica de larga amplitud y la otra como sueño con movimientos oculares rápidos (MOR), que presenta una actividad rápida de 18 a 30 ciclos/segundo pero de baja amplitud, que se acompaña de movimientos oculares, pero el resto de los músculos no muestran actividad; esto es, están en atonía (literalmente sin contraerse y desarrollar fuerza). Estas dos fases se alternan a lo largo de la noche en ciclos de 90 minutos. Una característica importante del sueño MOR es que cada período de sueño MOR conforme avanza la noche, aumenta un poco más su duración, de tal forma que el primer episodio de sueño MOR dura de 7 a 9 minutos y el último, que sucede un poco antes de despertar, de 15 a 20 minutos.
Como mencioné al inicio la vida moderna, particularmente en las ciudades en las que se dispone de luz eléctrica, ha hecho que en los últimos 30 años los humanos citadinos durmamos en promedio una hora menos. A primera vista parecería ser poco, sin embargo, no es así, ya que muchos humanos duermen en promedio de 5 a 6 horas y esta falta de sueño afecta su desempeño en la fase de vigilia. No solo eso, sino que aumenta las probabilidades de errores que pueden ser fatales. Ahora se sabe que el accidente del Exxon Valdez, un buque carguero petrolero que encalló en las costas de Alaska, se debió a un error del que conducía el buque por estar somnoliento debido a jornadas extendidas de trabajo. De hecho, la somnolencia es un síntoma común de varios trastornos del sueño, pero también de simplemente no haber tenido un sueño reparador o dormir menos horas de las necesarias; esto es privación de sueño. Es necesario entonces tener esas 6 a 8 horas de sueño en condiciones adecuadas cada noche, y para eso es necesario seguir una serie de reglas simples denominadas: higiene del sueño. Esto es tener un horario regular para acostarse y despertarse, tener una ropa cómoda y abrigadora, restringir el uso de la cama solo para dormir y la actividad sexual, y no para otras actividades como ver televisión, escuchar música u otras; no beber bebidas con sustancias alertantes como la cafeína (café, bebidas de cola y las mal llamadas bebidas energizantes), teofilina (hojas de té y derivados), teobromina (chocolate) y restringir el ejercicio hasta las primeras horas de la tarde, ya que el ejercicio promueve que estemos despiertos.
Un aspecto social importante es no estigmatizar a aquellas personas que se quedan dormidas como flojas o irresponsables, ya que simplemente puede ser la expresión de una noche de desvelo o de trabajo nocturno, o bien un trastorno del sueño como la narcolepsia, el ronquido, la apnea obstructiva del sueño o la enfermedad más común: el insomnio. Es frecuente escuchar en una reunión que la gente tiene dificultad para quedase o permanecer dormido, y frecuentemente este trastorno del sueño se asocia a condiciones de estrés y/o ansiedad, dos patologías mentales que ya afectan a uno de cada cinco adultos. Se han incrementado estas alteraciones mentales, básicamente por las demandas sociales de permanecer más horas despierto para realizar actividades asociadas al trabajo, al estudio o simplemente a un sinfín de diversiones nocturnas como ir al antro, funciones de gala en el cine, o reuniones entre amigos, entre otras, las cuales merman nuestras horas de sueño; esto es, nos privan de sueño, y un reflejo de esto es la de tener somnolencia diurna. Debe quedar claro una mala noche de sueño no tendrá consecuencias, pero si esto se repite con regularidad entonces el sujeto tendrá pérdida de la memoria y disminuirán sus capacidades para hacer tareas finas o bien fallará al tomar decisiones, por lo que los riesgos de sufrir un accidente en el trabajo, automovilístico o de otra índole se incrementan dramáticamente cuando se tiene somnolencia.
Entonces la próxima vez que veamos a alguien somnoliento no solo pensemos que es una persona floja u holgazán, porque probablemente esté privado de sueño o peor aún, puede estar enfermo de alguno de los varios trastornos del sueño mencionados. Debemos ahora regresar a las reglas simples y eficientes para dormir y hacerlo bien y por un tiempo suficiente. Esto es importante porque sin duda contribuirá a estar sanos y llenos de energía por la mañana; no debemos olvidar que es necesario promover entre los jóvenes que el sueño es fundamental para tener un mejor desempeño en sus labores diarias, incluyendo las escolares.
No olviden entonces: dormir lo suficiente es bueno para su cerebro y para tener una salud mental y física adecuada.