En México, la Ley de Educación vigente básicamente toma como fundamento los objetivos establecidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Así, de la Carta Magna que proclama el progreso científico, el desarrollo de valores y el mejoramiento de la convivencia humana, la Ley de Educación retoma principalmente metas referentes a la adquisición de conocimientos, la valoración de tradiciones, el fomento y el impulso de conductas orientadas a la investigación científica, la creación artística y tecnológica. Es decir, el Sistema Educativo de México se interesa por educar a los estudiantes académicamente pero ¿considera importante educarlos emocionalmente?, específicamente, en el ámbito de la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas, es decir, en el salón de clases de matemáticas.
Es importante tener presente que el aprendizaje de las habilidades emocionales empieza en casa, desde pequeños, por lo que cuando los niños se incorporan al sistema educativo, lo hacen contando con diferentes estados emocionales. Por esta razón, el docente se enfrenta a la urgente necesidad, no solo de enseñar, sino también de transformar las capacidades emocionales. Sobre todo al tomar en cuenta que investigaciones y estudios recientes, aunque varios realizados en las últimas décadas, demuestran que, tanto en el procesamiento de la información, donde se ponen en marcha los procesos cognitivos, así como en el rendimiento académico influye el nivel de inteligencia emocional de los alumnos.
Las investigaciones realizadas por especialistas en el campo de la educación matemática, como se le denomina en países anglosajones, o didáctica de las matemáticas, designación que recibe la disciplina en algunos países europeos, aportan evidencia de que una experiencia emocional repetida y continuada ante una misma situación que involucre una actividad con matemáticas, como la presentación de un examen o tener que demostrar la ejecución ante un auditorio, provoca que esta respuesta emocional se haga más automática, más habitual y menos intensa, produciendo una disposición emocional más general o estable hacia la matemática, es decir, formando unas determinadas actitudes hacia la disciplina.
No obstante la modernidad que vivimos en muchos ámbitos de la vida, en nuestro sistema educativo todavía se observa la práctica de una herencia de siglos pasados consistente en jerarquizar el tipo de conocimientos que se transmitirán al alumno y, en consecuencia, que le serán evaluados. El orden frecuentemente es matemáticas, español y asignaturas del área de las humanidades. Tomando en cuenta este escenario, concretamente la importancia que se otorga a la evaluación del área de matemáticas, la importancia del sistema afectivo en el desarrollo del ser humano y la emoción, como uno de los conceptos más fundamentales, varios estudiantes del posgrado en Educación Matemática de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP, han realizado trabajos cuyo objetivo es estudiar y analizar la emoción experimentada en la clase de matemáticas, en una situación de ejecución versus una de competencia, con estudiantes de nivel medio superior de escuelas de la ciudad de Puebla. Para recolectar los datos sobre las emociones ante las matemáticas aplicaron pruebas psicológicas validadas y confiabilizadas con algunas adaptaciones, comunes en investigaciones que utilizan instrumentos diseñados en otros países. Las pruebas las aplicaron antes de realizar en la clase una actividad cotidiana con matemáticas, y antes de responder un examen de matemáticas, llamada etapa de pretest. También las administraron al concluir las dos actividades, etapa de postest. Los resultados obtenidos muestran que, tanto en la actividad como en la situación de examen, el control y la intensidad de las emociones es más adecuada en la etapa de postest. Además de que el desempeño de los estudiantes fue mejor en el examen que en la condición de actividad. Aunque en la etapa de pretest es menor la ejecución en el examen que en la actividad.
Los autores de dichos estudios concluyen que sus resultados prueban que existe una relación entre las emociones y el rendimiento académico en matemáticas en los estudiantes que participaron en sus investigaciones. Por lo tanto, los procesos cognitivos, los emocionales y los afectivos no pueden desligarse en el proceso de enseñanza y aprendizaje de las matemáticas. De este modo, es de suma importancia considerar la posibilidad de educar a los estudiantes en aspectos emocionales hacia las matemáticas con la finalidad de promover un mayor rendimiento académico en esta asignatura.