México es un país que ha logrado desarrollar mucho talento científico y tecnológico a pesar del poco porcentaje del Producto Interno Bruto que se destina para estas actividades. Nuestro país genera menos de 1 por ciento de la producción científica internacional, aunque sea la 14a economía del mundo.
La calidad científica de nuestras universidades y centros de investigación la medimos con el número de artículos que publicamos en revistas indexadas, y en este rubro, México ocupa el lugar número 28 en número de artículos científicos publicados de un total de 2391 países.
No toda la investigación es aplicada, pero gran parte de ésta culmina en desarrollos tecnológicos que intentan tener una aplicación industrial. Esto podemos medirlo a través del número de solicitudes de patente. De acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en 2015 México ocupó el lugar número 27 de 192 países, en la presentación de solicitudes de patente de residentes, es decir, de mexicanos que sometieron solicitudes de patente en las oficinas del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial.
A pesar de que México es bueno generando conocimiento científico que puede convertirse en desarrollo tecnológico y transformarlo en invenciones, esto no es suficiente. Para que nuestro país pueda ser parte de la Economía del Conocimiento, definida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como aquella en la que el conocimiento es un activo más importante que los bienes de capital y mano de obra, y donde la cantidad de sofisticación del conocimiento que permea en las actividades económicas y sociales llega a niveles muy altos2, es necesario transformar todo esto en innovaciones, y ahí es en donde México falla, tal como lo refleja el hecho de que, durante 2016, ocupamos el lugar 61 de 128 economías analizadas en el Índice Global de Innovación3.
Y es que para que todo ese conocimiento científico y tecnológico pueda convertirse en innovación, es necesario que encontremos un mercado. Es ahí en donde, como país, no hemos logrado del todo articular a los actores necesarios para que esto suceda.
De acuerdo al Manual de Oslo “una innovación es la introducción de un nuevo, o significativamente mejorado, producto (bien o servicio), de un proceso de un nuevo método de comercialización o de un nuevo método organizativo, en las prácticas internas de la empresa, la organización del lugar del trabajo o las relaciones exteriores”4.
La enorme brecha se encuentra en la inhabilidad de poner en la misma mesa a la academia y a la industria. Y aunque hay muchos esfuerzos en este tema, son pocos los que logran concretar actividades de vinculación eficientes que puedan resolver problemas del sector privado a través del desarrollo de productos, procesos y/o servicios que provengan de la academia.
Pero la tarea no es fácil; el gran reto es lograr no solo ponerlos en la misma mesa, sino encontrar ese punto medio en donde dos idiomas tan complicados como el científico y el de negocios, encuentren puntos en común y generen sinergias.
En nuestro país existen grandes esfuerzos para promover el desarrollo de innovación en vinculación entre la industria y la academia, tal es el ejemplo del Programa de Estímulos a la Innovación de Conacyt, en donde el gobierno federal aporta un porcentaje de dichos proyectos de innovación, y este puede ser mayor en función de la vinculación que las empresas tienen con las universidades y centros de investigación.
Pero estos dos actores primordiales en la Economía del Conocimiento no pueden ponerse de acuerdo solos, y es por eso tan importante las actividades que se desarrollan dentro del Congreso Nacional de Tecnología Aplicada a Ciencias de la Salud. En un sector como el del desarrollo de dispositivos médicos, en donde México se ha convertido en la última década en el principal proveedor de dispositivos médicos para Estados Unidos, el mercado más importante del mundo en este sector, en donde las empresas dominantes son Johnson & Johnson, GE Healthcare, Siemens Healthcare, Cardinal Health, Medtronic y Baxter International5, es primordial generar espacios de encuentro entre estos actores.
Este congreso, que en 2017 verá su 8a edición, ha sido un parteaguas en el desarrollo de vinculación efectiva. Poner en el mismo espacio a los académicos, investigadores, empresarios, emprendedores y estudiantes de pre y posgrado, ha sido un gran acierto del Congreso Nacional de Tecnología Aplicada a Ciencias de la Salud. Este congreso, concebido en primera instancia por el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y ahora secundado por mas de 30 universidades y centros de investigación, ha logrado que cada vez más empresas lo vean como el espacio idóneo para buscar soluciones tecnológicas e innovadoras que resuelvan los problemas de la industria.
Pero, por otro lado, han encontrado grandes oportunidades de inversión para lograr proyectos en vinculación. Nuestras universidades y centros de investigación no tienen la capacidad económica y de mercado para que estos desarrollos tecnológicos se conviertan en productos, procesos y/o servicios, listos para ser comercializados, pero las empresas han encontrado grandes socios tecnológicos a través de este congreso para poder proponer, de manera conjunta, proyectos de innovación que acercan cada vez más a nuestro país a la economía del conocimiento.
Si bien, esta es una de las mayores actividades que se llevan a cabo dentro del congreso, el otro gran acierto ha sido acercar a los estudiantes de pre y posgrado a estas empresas, en donde pueden encontrar un opción si es que deciden no dedicarse a la academia, aumentando así el número de maestros y doctores que se incorporan a la industria. Esto no solo potencia la capacidad instalada de innovación dentro de nuestras empresas mexicanas, sino que facilita la futura comunicación con el sector académico, logrando un entendimiento efectivo para que los proyectos logren un buen término y, tanto la academia como la industria, puedan verse beneficiados económicamente, a través de la venta y licenciamiento de propiedad intelectual, así como de la oferta de servicios tecnológicos.
Nuestro país tiene todo para salir adelante a través de la innovación. Es misión de todos apostarle a la innovación en México, haciendo que evolucione de ser aquel país de manufactura que se enorgullece de comprar cosas que dicen “Hecho en México” a convertirnos en un país que se mueva sobre la economía del conocimiento, comprando productos que lleven una etiqueta que diga “Creado en México”, y eso, es lo que logramos a través de los esfuerzos como el Congreso Nacional de Tecnología Aplicada a Ciencias de la Salud.
1 SCImago.(2007).SJR—SCImagoJournal&CountryRank.RetrievedJuly21,2015,fromhttp://www.sci-magojr.com
2 Sánchez, C y Ríos, H. (2011) La economía del conocimiento como base del crecimiento económico en México. Enl@ce: Revista Venezolana de Información, Tecnología y Conocimiento. 8(2): 43 – 60.
3 CornellUniversity,INSEAD,andWIPO(2016):TheGlobalInnovationIndex2016:WinningwithGlobal Innovation, Ithaca, Fontainebleau, and Geneva
4 MedicióndelasActividadesCientíficasyTecnológicas.Directricespropuestaspararecabareinterpretar datos de la innovación tecnológica. Manual de Oslo. 3a Edición
5 MateusGaviria,Erika(Mayo-Julio2013).“LaSaludableIndustriadelosdispositivosmédicos”.enRevista Metal Actual, núm. 28. Colombia, pp. 68-72.