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Ciencia y vida académica en Puebla en el siglo XIX

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Capítulo I

EL NACIMIENTO DE LA ACADEMIA EN PUEBLA

Ana María Dolores Huerta Jaramillo, “Ciencia y vida académica en Puebla en el siglo xix”, Ediciones de Educación y Cultura. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (2010
Ana María Dolores Huerta Jaramillo, “Ciencia y vida académica en Puebla en el siglo xix”, Ediciones de Educación y Cultura. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (2010

Es difícil entender el desarrollo de la ciencia en Puebla sin la existencia de instituciones hospitalarias como el Hospital de San Pedro, espacio donde desde recién fundada la ciudad de los Ángeles se practicó la medicina, así como de las acciones de los practicantes de la salud y de otros oficios encaminados a la creación de academias que garantizaran la formación de nuevos profesionistas cuya titulación se produjera en los espacios de gobierno regionales. Las academias surgieron como una consecuencia de la liberalización de los oficios después de la Revolución francesa y su objetivo fue reproducir sistemas de conocimientos de manera pública y abierta, rompiendo con la tradición gremial y jerárquica de adquirir teorías y destrezas.

La ciencia médica debe ser considerada la madre de todas las demás disciplinas. Uno de los grupos pioneros en proponerse su independencia de las instituciones novohispanas fueron los boticarios poblanos, quienes durante todo el periodo colonial se reprodujeron dentro de las relaciones gremiales pues nunca existió una escuela de preparación dentro de la Real y Pontificia Universidad de México. Los boticarios accedían al conocimiento a través de relaciones familiares y de parentesco dentro de la clásica jerarquización artesanal que comprendía los rangos de oficial, de aprendiz y de maestro. Sólo los maestros boticarios podían tener botica para despacho de medicamentos al público; con él participaban los trabajadores de los otros niveles señalados. Toda botica tenía un espacio, llamado rebotica, que era el lugar donde se confeccionaban las medicinas que se elaboraban y surtían de acuerdo con la receta que los médicos proporcionaban a los enfermos. Los boticarios se regían por un conjunto de leyes u ordenanzas cuyo cumplimiento era vigilado por los ayuntamientos y el Real Tribunal del Protomedicato, Institución que fiscalizaba también el ejercicio profesional de médicos, cirujanos y parteras.

Los boticarios o farmaceutas estuvieron particularmente vinculados a la creación de centros dedicados a la enseñanza de la botánica, sumándose a las reformas ilustradas borbónicas. Fernando VI ordenó el 17 de octubre de 1755 la creación del Real Jardín Botánico de Madrid. Desde España se planteó la exploración del mundo americano como un empresa científica y política de utilidad múltiple: por un lado se pensaba reforzar el sistema colonial español, de acuerdo con las ideas del mercantilismo liberal y por otro dejar de sustentar los intercambios comerciales sólo en los metales, para ello habrían de inventariarse los vegetales y minerales, experimentarlos con fines eminentemente terapéuticos.

EL HOSPITAL DE SAN PEDRO Y EL MOVIMIENTO DE INDEPENDENCIA

Hacia fines de 1810 la perturbación revolucionaria de la guerra de Independencia era patente en territorio poblano. Las tropas de José María Morelos, nombrado por Miguel Hidalgo como jefe insurgente en el sur de México, se desplazaban en el sur de la intendencia. Para impedir el avance de las fuerzas insurgentes se cavaron alrededor de la ciudad de Puebla numerosas zanjas y se clausuraron algunas de sus entradas. En hospital de San Pedro fueron atendidas las tropas de seis regimientos realistas.

Se decía que los enfermos no sólo eran tratados con lo necesario sino con el mayor lujo posible. Sin embargo, a raíz del movimiento armado a que había dado lugar el objetivo independentista, el número de enfermos había aumentado considerablemente al igual que los precios de los comestibles, la ropa y los medicamentos de la botica.

Ante la posibilidad de no admitir más enfermos, se solicitó al destacado médico Mariano Anzures y a Antonio de la Cal que elaboraran un Plan de Reformas Económicas. (Antonio de la Cal y Bracho había impulsado desde 1807 la creación del Jardín Botánico en Puebla para la enseñanza de la botánica y de la química).

Se vieron en la necesidad de prescindir de ciertos medicamentos y sustituirlos por otros de menor costo y que produjeran los mismos buenos y saludables efectos, recomendándose el uso de nuestras yerbas llamadas indígenas, en lugar de las exóticas ultramarinas, y de éstas últimas las que no pudieran sustituir se elegirían las de menor costo. La lista de plantas y sus substituciones proporcionada por Antonio de la Cal puede ser considerada como un adelanto de lo que más tarde saldría a la luz bajo el título de “Ensayo para la materia médica mexicana”, que posteriormente, en el año de 1832, se publicaría con el apoyo de la academia Médico Quirúrgica de Puebla en la imprenta del Hospital de San Pedro.

Capítulo II

LA FARMACIA Y LA FARMACOPEA INDÍGENA DESDE PUEBLA

La obra de Antonio de la Cal y Bracho recupera e institucionaliza las prácticas herbolarias indígenas, conocidas y eficazmente empleadas desde el México prehispánico. Es muy interesante detenerse en la sección de plantas de origen mexicano que fueron incorporadas por el célebre farmacéutico en su trabajo, analizándose desde las concepciones médicas indígenas que sustentaban su reconocimiento y su empleo, tradición científica que sustentó el nuevo nacionalismo del siglo XIX.

El propósito central que animó a Cal a organizar la “Materia Médica” fue arreglar y reducir a nombres genéricos y específicos varias de la sustancias conocidas bajo denominaciones vulgares que se consumían en la boticas, y que por lo mismo no podían ser recetadas metódicamente por los médicos. Cal anota en su “Materia Médica” cerca de 116 especies con sus nombres genéricos, que son las denominaciones con que vulgarmente las conocemos en mexicano y en castellano. Las plantas de origen mexicano son 45. Entre las plantas indígenas se reconocen las relacionadas con enfermedades de la mujer como el “atlanchan”, el “cihoapatli” o “zoapatle”, la flor de pascua, “moictle” o “mohuitli” y el “tzonpantli” o “tzonpanquahuitl”. Sus usos terapéuticos abarcan los partos perezosos…

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