“El ladrón de cerebros”

Pere Estupinyá abandona su tesis de doctorado en genética para convertirse en divulgador científico. Recibe una beca para una estancia de 10 meses en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Harvard con el único objetivo de entrevistar y visitar los laboratorios de investigación y “robarle” a algunos de los cerebros más brillantes del mundo sus investigaciones y perspectivas.

1.- La mujer Galáctica y su descubrimiento de la materia oscura. De verdad es impactante estar con Vera Rubin, una persona que en su octava década de vida continúa apasionándose por el conocimiento científico, acude a diario a su centro de investigación donde todo el mundo la venera, y se sorprende de que alguien pueda mirar al cielo nocturno sin sentir deseo por conocer la estructura del universo. Al preguntarle si la astrofísica ha cambiado mucho desde que empezó a investigar hace más de cincuenta años, sonríe, mira hacia arriba, y de responde de un tirón: “En la primera década del siglo XX descubrimos que el universo se expandía; en los años veinte, que nuestro Sol no era el centro de la vía Láctea; en los treinta, que había galaxias fuera de la nuestra propia; en las décadas de 1940 y 1950 aprendimos a interpretar las ondas que nos llegaban del espacio; en los sesenta descubrimos la radiación de fondo de microondas; en los setenta, la materia oscura; en los ochenta vimos que en el centro de cada galaxia había un agujero negro; en los noventa llegó la energía oscura y la expansión acelerada del universo, y en esta primera década del siglo XXI estamos asistiendo a la explosión de los planetas extrasolares. Ha sido un gran siglo, y no hay ninguna razón para imaginar que esto vaya a parar”. “¿Y cuál prevé que será el gran descubrimiento de este siglo?”, (preguntó excitado el autor del libro) y de inmediato responde “Encontrar algún planeta con vida extraterrestre —responde convencida— Nuestra galaxia tiene 200 000 millones de estrellas, y sabemos que existen como mínimo 200 000 millones de galaxias. No importa de cuántas maneras quieras combinar los elementos químicos. Me sorprendería muchísimo que no hubiera seres parecidos a nosotros, y muchos otros tipos de vida, en un cosmos tan descomunal.”

2.- Pupilas dilatadas en pleno orgasmo. Alguien me dijo que cierta mañana estaba haciendo el amor con una chica de ojos claros y, cuando ella estaba alcanzando el orgasmo, se aferró a sus hombros, acercó su cara a pocos centímetros de la suya, la miró fijamente, y de repente sus pupilas se dilataron tanto y tan rápido que el pobre se quedó medio asustado y un poco comedido.

Intrigado por el suceso recordé que meses atrás durante un congreso de neurociencia había conocido a Mayte Parada, una científica de la Universidad de Concordia en Montreal, que investigaba la estimulación clitoriana en ratas de laboratorio y me había dicho que su jefe era uno de los expertos más reconocidos en fisiología y neuroquímica de la excitación sexual. Contacté con Mayté, y en seguida acordamos una cita.

Llamé a la hora establecida a Jim con una pregunta muy clara en mente: ¿se dilataban las pupilas en pleno orgasmo, y por qué ? “¡Desde luego! —contestó Jim—, el orgasmo es un acto que activa de golpe el sistema nervioso simpático y modifica drásticamente el estado de tu cuerpo.”

3.- Matrimonio con Robots: Botones Darwinianos y tecnoentusiasmo demesurado. El el libro Amor y sexo con Robots, David Levy afirma que en 2050 empezaremos a casarnos legalmente con robots. Habrán avanzado tanto que nos resultarán romántica y sexualmente atractivos, e incluso tendrán la capacidad de enamorarse de humanos. Para Levy, el amor y el sexo con Robots es inevitable. “Si la alternativa es sentirte solo, triste y miserable, ¿no es mejor estar con un robot que actúa como si te quisiera?, ¿realmente importa, si en el fondo te hace ser feliz?”.

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