Más ciencia y menos magia

En la recién publicada Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología (Enpecyt) en México, elaborada en 2011 por el Conacyt y el INEGI, el periódico La Jornada resaltó dos datos: 72.59 por ciento de las personas consultadas confía demasiado en la fe y muy poco en la ciencia y 72.24 por ciento reconoce algunas prácticas, como las “limpias”, como medios para el tratamiento de algunas enfermedades.

Esto es, desde luego, un problema de educación. Desde hace varios años los científicos y divulgadores hemos detectado que existe un preocupante desconocimiento de la sociedad en general sobre la importancia que tienen la ciencia y la tecnología en la vida cotidiana y en el desarrollo del país. Es muy conocido que los estudiantes no siguen carreras científicas, supuestamente por falta de futuro o por el grado de dificultad, aunque en realidad el problema es debido a mala o escasa información. Esto podría ser resuelto, o al menos amortiguado a través de la divulgación de la ciencia.

Sin embargo, aun en las ciudades grandes, donde hay actividades de divulgación permanentes en museos, bibliotecas u otros espacios públicos, el área de influencia siempre es limitado y restringido a un cierto grupo de la población, los que pueden llegar ya sea por cercanía o porque tienen los medios. Aún más complicada es la situación en comunidades alejadas de ciudades grandes, donde no tienen actividades de promoción o no tienen medios para llegar a los sitios donde ya existen estas actividades.

Las instituciones científicas, como las involucradas en la producción de este suplemento, tienen el compromiso de promover la ciencia y la tecnología con el objetivo de mejorar el nivel educativo mediante la preparación de profesores y en consecuencia de estudiantes. Una manera es aprovechar sus grandes proyectos científicos como ejes para incrementar el interés general por el estudio de las ciencias y cambiar la visión de la sociedad en general, incluyendo a los gobernantes mismos.

Dar a conocer la gran capacidad de los científicos mexicanos para desarrollar proyectos de clase mundial se puede aprovechar para fomentar las interacciones entre los científicos y los niños, jóvenes y profesores, con el fin de promover en ellos el interés científico y el espíritu crítico, logrando que todos conozcan qué son y para qué sirven estos proyectos, cuál es su importancia para la ciencia mexicana y de esta manera interesarlos en las mal llamadas ciencias duras, tal que se vean motivados a continuar sus estudios más allá de los niveles obligatorios, mejorando las probabilidades de formar futuros científicos y tecnólogos.

El legado de los científicos para los niños, quienes serán los jóvenes y adultos del futuro, no es sólo la generación y transmisión de la información, sino realmente sembrar el deseo de superación y de preparación en áreas científicas y tecnológicas. La generación de científicos del futuro está en las manos de los científicos de hoy; por esto es deseable que un mayor número de científicos se involucre en actividades de divulgación, quiénes mejores que ellos para mostrar las maravillas e importancia de sus investigaciones.

Por esta razón es importante dar a conocer las actividades de acercamiento a la ciencia que se llevan a cabo en nuestra región, con esto podemos expandir las oportunidades, a más comunidades, de recibir conocimiento científico actual. De esta manera podemos sembrar la inquietud en un mayor número de niños y jóvenes, principalmente, para que puedan considerar las carreras científicas como opciones reales de futuro. Por otro lado, podemos despertar la conciencia entre toda la población sobre la importancia de la ciencia en el desarrollo del país así como su derecho a conocer y disfrutar sus resultados.

Con esta idea hemos diseñado este número de Saberes y Ciencias    dedicado a la divulgación científica, incluimos diferentes proyectos de divulgación, empezando con aquellos dedicados a los niños quienes además resultan los más perceptivos y vulnerables al cambio y a la innovación (talleres y conferencias), pasando luego por los jóvenes (Talleres de ciencias, Del Aula al Universo, Olimpiadas, Veranos de Investigación) y tratando de llegar a los profesores, quienes se encargarán de reforzar la información que les llega.

Las actividades de divulgación, algunas mencionadas en este suplemento, servirán para mejorar el nivel de conocimientos promedio en los estudiantes a todos los niveles, en las áreas científicas. Sin embargo, algunas tienen un impacto temporal finito, por lo cual, se deberían volver programas permanentes, al menos para las que prueben su éxito, en espacios permanentes, no necesariamente asociados a la ciencia. Casas de cultura y bibliotecas siempre agradecen estas actividades.

Este suplemento de divulgación científica funciona gracias a la colaboración de científicos y divulgadores de la región; algunos lo hacen ocasionalmente y otros con columnas permanentes, con todo el estrés que eso implica. Aprovecho para agradecer profundamente a todos ellos, su participación desinteresada, ya que en muchos casos este trabajo no es reconocido por las instituciones. Quizá es un problema de perspectiva, pronto se darán cuenta, con la iluminación correcta y en el momento adecuado, como en la imagen de portada, que con esta actividad se están sembrando estrellas.