Rosetta y Philae: descifrando jeroglíficos celestes

A inicios de agosto, la misión Rosetta llegó a su destino, el cometa 67P/Churyumov-Gerasi-menko (67P), iniciando un capítulo clave en la exploración del Sistema Solar. Rosetta tiene como objetivo estudiar al cometa con detalles nunca antes obtenidos y cuenta con dos componentes, una que está orbitando al cometa, mientras que la otra, Philae, “aterrizó” en el núcleo, el pasado noviembre, pero no en las condiciones previstas.

Aunque faltan algunas regiones de hemisferio Sur del cometa por explorarse, su superficie ha sido dividida en 19 regiones que muestran diferentes características. Cortesía: ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team/ UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA

Aunque faltan algunas regiones de hemisferio Sur del cometa por explorarse, su superficie ha sido dividida en 19 regiones que muestran diferentes características. Cortesía: ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team/ UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA

Con las investigaciones realizadas durante su maniobra de aproximación al cometa 67P, la nave Rosetta ha comenzado a explorar, con una precisión y detalles que no tienen precedentes, nuestros orígenes; es decir las condiciones que existían en la nube primordial donde se formaron el Sol, los planetas y demás cuerpos del sistema solar hace unos 4 mil 500 millones de años.

Un resultado muy importante que mostró la cámara OSIRIS (Optical, Spectroscopic and Infrared Remote Imaging System) es la extrema complejidad de la superficie del cometa (terrenos cubiertos de polvo, material frágil con fosas y estructuras circulares, grandes depresiones, superficies lisas y zonas de material consolidado), lo cual indica una extraordinaria actividad. Algunas de estas estructuras son debidas a la interacción del núcleo del cometa con el viento solar en los pasos anteriores del cometa por el perihelio (67P tiene un período orbital de 6.6 años). Sin embargo, la gran complejidad apunta a que otras estructuras descubiertas deben ser primordiales y datan de la época de formación del cometa. Esto implica que las regiones donde se formaron los cometas, en las etapas más tempranas del sistema solar, eran mucho más turbulentas y con una diversidad química mucho mayor a lo que se pensaba anteriormente.

La superficie del cometa se ha dividido en 19 regiones que muestran esta gran diversidad y que han recibido nombres de deidades egipcias. Unas, como la llamada Aten (disco del Sol en la mitología egipcia), parecen ser el producto de grandes pérdidas repentinas de material, una depresión sorpresivamente libre de polvo que ha sido modificada en los pasos anteriores por el perihelio y que, evidentemente, no tiene un carácter primordial.

Por otra parte, en regiones muy inclinadas de algunas cavidades en la superficie del cometa y en las laderas expuestas de algunos riscos, los científicos de OSIRIS han encontrado unas estructuras muy interesantes a las cuales han llamado “piel de gallina” o “huevos de dinosaurio”. Estas estructuras tienen tamaños característicos de unos tres metros y se extienden, en conjunto, por unos 150-200 metros. Se piensa que datan de las épocas primigenias de la formación del sistema solar, incluso de tiempos tan tempranos cuando la Tierra y la mayoría de los planetas aún no se habían formado.

Otro hecho que apunta a los orígenes del cometa proviene de un espectrómetro a bordo de Rosetta que ha detectado una línea de absorción, asociada a moléculas orgánicas complejas, entre ellas ácidos carboxílicos, que son los precursores de los aminoácidos (moléculas orgánicas con un grupo amino (-NH2) y un grupo carboxilo (-COOH)).

Hallar moléculas orgánicas en los cometas es común, pero las moléculas detectadas por Rosetta son mucho más complejas que las detectadas en otros cometas. Estas moléculas orgánicas complejas sólo se pueden formar en ambientes fríos extremos, cuando la luz ultravioleta y los rayos cósmicos golpean a ciertos tipos de granos de polvo recubiertos de hielo. Este escenario sugiere que las moléculas detectadas por Rosetta se deben al propio proceso de formación del cometa en lugar de formarse posteriormente con la evolución del cometa. Su presencia indica que 67P se formó más distante en el tiempo que los cometas que no muestran estas moléculas, en otras palabras 67P es más prístino que muchos otros cometas.

La sonda Rosetta acompañará al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko en su paso por el perihelio en agosto de 2015, y posteriormente, cuando se aleje del Sol, se espera que la misión se prolongue hasta 2016. Están programadas varias maniobras de acercamiento que modificarán la altura de Rosetta sobre el núcleo del cometa desde unos pocos kilómetros (el pasado 14 de febrero voló a 8.9 km de altura) hasta unos 150 km. Cuando se encuentre en órbitas muy altas, los instrumentos de Rosetta se utilizarán para establecer la evolución de las propiedades generales del cometa, mientras que a muy bajas alturas estará prácticamente dentro de la coma del cometa y llevará a cabo experimentos mucho más específicos. En julio de 2015, muy cerca del perihelio, Rosetta tiene planificada una órbita de 50 km de altura y a través de una serie de maniobras orbitales tratará de atravesar uno de los chorros de material que emanan del núcleo sin ser arrastrada por la propia fuerza del chorro.

 

¿Qué sucedió con el módulo Philae,

que el 12 de Noviembre de 2014

aterrizó sobre la superficie del cometa?

 

La maniobra para el descenso de Philae sobre el cometa se realizó exitosamente, y el módulo llegó al sitio seleccionado como Agilkia (isla situada en el cauce).

A partir de aquí, dos factores se conjugaron para que Philae modificara su posición inicial. Por una parte no funcionaron, por causas aún desconocidas a los ingenieros de la misión, ninguno de los tres mecanismos de anclaje del módulo. Esto, unido a la baja gravedad superficial del cometa provocó que Philae rebotara tres veces (15:34 UT, 17:18 UT, 17:25 y 17:32 UT del 12 de noviembre) sobre la superficie del cometa y que en este momento se encuentre en una posición no precisada, en una región que se conoce como Abydos (una de las ciudades principales del Antiguo Egipto) en el lóbulo más pequeño del cometa.

Se piensa que Philae se encuentra en esta región, pero se necesita una confirmación visual que aún no se tiene ya que las dimensiones de la cápsula (0.85 x 0.85 metros, del tamaño de una lavadora doméstica) no permiten una fácil detección con la cámara OSIRIS. Por otra parte, el extenso programa de observaciones de la misión Rosetta no ha permitido modificar las trayectorias establecidas para hacer una búsqueda detallada de Philae.

En el punto planificado de aterrizaje, se esperaba que las baterías solares de Philae recibieran la luz del Sol durante 6.5 horas de las 12.4 horas que dura la rotación del cometa. Sin embargo, en su posición actual, probablemente en la base de un risco, la iluminación no es superior a 1.3 horas. Por esta razón, los ingenieros de la misión tuvieron que tomar la decisión de desconectar el módulo antes de que sus baterías se agotaran totalmente (tenían una autonomía de 64 horas).

Durante las 57 horas que Philae trabajó en la superficie del cometa antes de pasar al modo de hibernación, su cámara de a bordo tomó varias fotografías del cometa, se realizaron algunas mediciones espectrales y cabe la posibilidad de que se haya tomado algún tipo de muestra del cometa.

Se necesitará más luz, a medida que el cometa se acerque al Sol y que cambie el ángulo de incidencia de la luz solar para intentar despertarlo. Suponiendo que Philae sea capaz de sobrevivir a las bajas temperaturas de su nueva localización, las condiciones necesarias de iluminación se darán en mayo o junio de 2015 para intentar restablecer la comunicación con Philae a través de Rosetta.

Incluso si Philae no logra despertar, es necesario recordar que su primera secuencia de experimentos científicos sobre el cometa ya fue cumplida y los datos producidos están siendo analizados, en este momento, por los diferentes equipos científicos responsables de los mismos. De cualquier manera, lograr depositar un módulo sobre el núcleo de un cometa, a más de 500 millones de kilómetros del Sol y que sus instrumentos trabajaran por más de 50 horas ha sido un éxito científico y tecnológico sin precedentes en la historia de la exploración planetaria.

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