Una espera inesperada

· Ilustración: Diego Tomasini / Dibrujo

· Ilustración: Diego Tomasini / Dibrujo

En la concurrida sala de espera de un aeropuerto, los amantes de las alturas y profetas del tiempo, con boleto de abordaje en mano expresan su molestia por la espera de 40 minutos, sin saber por qué la espera, la sala se llena de comentarios que generan una atmósfera de quejas y desacreditación hacia la aerolínea que ha vendido el vuelo. Ya han pasado más de 40 minutos. Desesperado un usuario se acerca al módulo de información pidiendo una explicación; con sonrisa nerviosa, los guardianes del orden en la sala explican el por qué del retraso. El motivo: una parvada de aves migratorias que como cada año avanzan de norte a sur por las mismas  rutas. Al recibir esta explicación el usuario confundido, frunce el ceño, encoje los hombros, y  lleva la mano a la barbilla; sin palabras da media vuelta y se va. El grupo de personas que esperan respuesta, asombrados escuchan lo que aquel hombre tiene que decirles. Un pasajero igual de confundido que el resto recuerda con asombro uno de los sucesos ocurridos en el año 2009, donde un avión, procedente del aeropuerto Laguardia, Nueva York, se encuentra con una parvada de gansos, que al chocar causan un daño enorme a la aeronave, obligando a que los pilotos tuvieran que acuatizar en el río Hudson e intentar mantener a salvo a 155 pasajeros; otro de los ya impacientes usuarios dice: “¡Claro, hasta hicieron una película, todos sobrevivieron!” En aquel momento los amantes del segundero, silenciados por las dudas, regresan a sus asientos. ¿Cómo es posible, pequeñas aves causando averías a los enormes aviones? Las puertas eléctricas se abren y todos voltean como buscando respuestas o a la persona portadora de éstas, la bióloga experta entra a la sala y saluda. Las preguntas como lluvia inundan la sala. ¿Cómo es posible, pequeñas aves causando…? Sí. Veamos; tan sólo en Estados Unidos hasta el año 2015, existen reportes de 166 mil 276 choques de aviones con animales, de los cuales, 96.76 por ciento han sido con aves; 21.4 por ciento, mamíferos terrestres; 0.93 por ciento, murciélagos, y 0.15 por ciento, reptiles. Y al momento han perdido la vida 262 personas. Un ave, continuó la bióloga, de casi un kilogramo de peso al impactarse con una aeronave a velocidad de 322 K/hrs, equivaldría a tener un impacto sobre las 2 ½ toneladas, esto es mucho mayor de lo que podemos pensar. Los ahora boquiabiertos asistentes permanecían ensimismados, pensativos, hasta que un niño soltando la mano de su madre se acerca y sin piedad pregunta: “¿Es posible controlar a las aves y a otros animales para que no causen daños? Excelente pregunta, cómo te llamas, el niño responde de la misma manera que preguntó: “¡Martín, como las aves!”. Martín, como imaginarás por la ubicación de cada uno de los aeropuertos, la fauna es distinta, de esta manera es posible diseñar un programa de manejo y control de fauna exitoso acorde a los riesgos particulares de cada sitio, por otro lado, la zona aledaña o de influencia de un aeropuerto (radio de 13 Km), también debe ser considerada dentro de los programas de manejo, ya que pueden representar sitios de atracción a especies de fauna, los cuales pudieran ingresar a su vez al aeropuerto en busca de alimento o simplemente huir de sus depredadores, como ejemplo, si encontramos rastros de mamíferos como venados o pecaríes tenemos que monitorear su desplazamiento para evitar que después tengamos a sus depredadores dentro de esta área y nos sea más complicado el manejo; cuáles serían los depredadores, sencillo, jaguares y pumas; mira, si el aeropuerto se encuentra dentro de la ruta de migración de algunas especies de aves lo que hacemos con ayuda de aves y perros entrenados, los asustamos, solo un poco, continuó Lili al ver la cara de susto del niño, solo para que salgan de la zona del paso de los aviones, y de esta manera evitar que estos sus tripulantes y los animales sufran algún percance y puedan perder hasta la vida. En algunos lugares, ingenieros en robótica han diseñado pequeños robots con forma de halcones o aguilillas que espantan a las aves que temen ser depredadas por estas especies, de esta manera cambia el curso de su vuelo y dejan libre el área para el aterrizaje o despegue de las aeronaves. La ciudadanía juega un papel importante, ya que si los vecinos de los aeropuertos se suman a la tarea de separar sus residuos, de esa manera evitamos tener perros y gatos (fauna feral) o fauna a la cual llamamos atrayente, como moscas y ratas, recordemos que hay aves, reptiles y pequeños mamíferos que buscarán alimentarse de estos consumidores y a su vez los depredadores de los segundos, ¡es la cadena trófica! Exclamó el niño con semblante amable, que sin proponérselo, ayudaba al resto de los conformes usuarios a entender el tiempo de espera, y claro, lo hacía hasta placentero. No faltó quién aventurado al ataque lanzara la gran pregunta: “¿esto pasa en todos los aeropuertos; existe un sistema de comunicación?” Claro que pasa, hay países que a diferencia de México se enfrentan a otro tipo de fauna; como sabemos, la migración de aves es un suceso mundial, por lo que hace riesgosa las rutas aéreas de vuelos nacionales e internacionales, donde los equipos de manejo de la fauna de los aeropuertos consultamos rutas de desplazamiento en sitios oficiales y mantenemos comunicación en redes de manejo para prepararnos y para evitar retrasos prolongados en los vuelos y minimizar impactos de ave con las aeronaves, y así ustedes, los usuarios, podrán llegar a sus destinos a tiempo y salvos. La salida se anunciaba y los usuarios con sonrisas amables hacían las filas para abordar el avión; hubo palabras de agradecimiento por la explicación y el trabajo realizado, hubo hasta quien aplaudió. Los asientos ocupados y una pequeña sonrisa reflejada en la ventanilla A 14 daban cuenta de un cielo libre. El pequeño Martín Santiago que pedía a la bióloga quedarse para que le contara más, ahora sabía que tendría un viaje seguro, y que la fauna no sufriría daño alguno.

 

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