El Telescopio Solar del OANTon: sus años recientes

Este 2022 se cumplen ochenta años de que el telescopio del INAOE dedicado a la observación del Sol  se instaló en su recinto actual, y desde ahí continúa operando, desde la parte más alta del cerrito de Tonantzintla que alberga al Instituto.

Este instrumento fue donado por Luis Enrique Erro en 1940 al entonces naciente Observatorio Astronómico Nacional de Tonantzintla (OANTon), antecesor del INAOE. El telescopio fue adquirido en Francia; cuenta con óptica alemana de la compañía Carl Zeiss, y tuvo que ser acondicionado para su adecuado funcionamiento en su actual recinto.

En realidad no se trata de un solo telescopio para la observación del sol, sino ¡dos!, ambos refractores, colocados en una montura ecuatorial que por medio de pesas y cadenas permite seguir adecuadamente al objeto celeste durante su observación o registro. Cada cierto tiempo hay que “darle cuerda” para que las pesas se eleven y mantengan el instrumento en movimiento. Se podría decir que sí es un telescopio, pero con un buscador con casi las mismas características que el instrumento principal. Ya que a este último se le pueden colocar diferentes instrumentos para poder registrar los objetos celestes de acuerdo a los recursos y necesidades.

Inicialmente este telescopio no estaba dedicado para la observación del Sol sino al registro de diferentes partes del cielo nocturno. En esta época se lograron obtener más de 2 mil 300 placas y sirvió para que varios estudiantes de ese entonces se entrenaran en el uso de tales instrumentos. Sin embargo desde 1957 al telescopio principal se le adaptó un filtro, conocido como Lyot de fabricación rusa, que permitía seleccionar un color muy particular de la luz emitida por el sol que reflejaba la dinámica de este. Este color es conocido como la línea alfa del hidrógeno (H alfa). Al contar con este aditamento se pudo participar en un proyecto internacional de monitoreo solar, en que las imágenes captadas por el Telescopio Solar, por medio de una cámara de cine, eran enviadas a Alemania, país encargado de recolectar los registros de la actividad solar desde varios lugares del planeta. Sin embargo, al estar expuesto a la radiación solar por varios años, los elementos básicos del filtro (polarizadores y placas de cristal) se fueron deteriorando hasta que en 1980 fue necesario que se desmontara para enviarlo a su reparación a Rusia. Desafortunadamente, a su regreso continuaba teniendo problemas y las imágenes obtenidas ya no tenían la calidad de antes.

Debido a que actualmente existen telescopios modernos que continuamente monitorean la actividad del Sol, el uso del Telescopio Solar del Instituto se fue enfocando principalmente a las demostraciones, en actividades de divulgación, ya que siendo el único telescopio que podía ser usado de día, si las condiciones climáticas lo permitían, se utilizaba para que los visitantes pudieran observar a nuestra estrella, el Sol.

Esta acción se realizaba antes de que las actividades presenciales y grupales se prohibieran, pero esperamos que pronto se vuelvan a permitir, ya que resulta de gran impacto: uno de los telescopios proyecta la imagen del sol sobre una pantalla de 40 cm de diámetro, mientras que con el otro es posible ver directamente nuestra estrella ya que el filtro nos permite seleccionar solo una longitud de onda, lo que reduce tanto la intensidad de la luz que es posible apreciarlo de manera segura.

Desde 2012 con el objetivo de registrar del tránsito de Venus, se le hizo una modificación para poder colocarle una cámara fotográfica por lo que este telescopio ha vuelto a contribuir al registro fotográfico, ahora digital, de la actividad del Sol y ha sido testigo de varios eventos astronómicos ocurridos desde entonces, pero con el inconveniente de que el tamaño del sensor de la cámara es menor al de la película por lo que se obtienen imágenes incompletas del disco solar.

El 5 de junio de 2012 se logró obtener imágenes del tránsito de Venus. Un tránsito ocurre cuando un planeta pasa frente al disco solar visto desde la Tierra. Venus es el segundo planeta más cercano al Sol, con un tamaño muy parecido al de la tierra pero que tarda sólo 255 días en darle una vuelta al Sol y cada 584 días coincide con la Tierra. El siguiente tránsito de Venus ocurrirá en 2117.

Mercurio es el planeta más cercano al Sol y tarda 88 días en darle una vuelta al Sol, pero cada 116 días se atraviesa entre la Tierra y el Sol. Por lo que uno pensaría que no debería ser raro verlo sobre el disco solar. Sin embargo en un siglo tránsitos de mercurio ocurren sólo 13 o 14 veces. En la década pasada ocurrieron dos tránsitos de Mercurio, uno el 9 de mayo de 2016 y el otro el 11 de noviembre de 2019, el próximo tránsito de este planeta ocurrirá hasta el 13 de noviembre de 2032.

Dado que era cada vez más difícil de mantener al filtro Lyot a la temperatura adecuada para que estuviera sintonizado tanto a la longitud de onda de onda de H alfa (656.3 nm) como el ancho espectral de ésta (0.07 nm), en 2017 se decidió sustituirlo por un etalón de la compañía Daystar con características similares a las del filtro para así seguir registrando la actividad solar. Además se le agregó un reductor focal para que ahora todo el disco solar cupiera en el detector de la cámara.

Ya con estas modificaciones, se pudo captar desde Tonantzintla el eclipse parcial de Sol ocurrido el 21 de agosto de 2017. Un eclipse de sol ocurre cuando la Luna cubre parcial o totalmente el disco solar visto desde la Tierra. En 2017, desde Tonantzintla, el disco solar sólo se vió cubierto por la Luna en aproximadamente un 30 por ciento, no por ello dejó de ser llamativo para el público en general. El recinto del telescopio abrió sus puertas para que todos aquellos interesados pudieran observar tal evento. El próximo eclipse de Sol, observable desde Tonantzintla, ocurrirá el 14 de octubre de 2023.

El Sol tiene ciclos en los que su actividad aumenta o disminuye con un periodo de 11 años aproximadamente. Esta actividad indirectamente se refleja en el número de manchas que presenta en su disco. Una mancha solar es una zona oscura que se aprecia sobre el disco, indicando que esa región tiene una temperatura ligeramente menor que los alrededores y una actividad magnética intensa. El año 2014 ha sido el más reciente en que el Sol tuvo un máximo de manchas por lo que a partir de entonces empezó a decrecer este número llegando a un mínimo en 2020, a partir de ahí ha empezado a aumentar su actividad y se espera que para 2025 vuelva a llegar a un máximo. Es entonces muy probable que nuestro astro presente eventos que sean dignos de ser registrados fotográficamente, de esta manera seguiremos entendiendo la dinámica del Sol y cómo llega a afectar a la Tierra y aumentaremos el conocimiento que tenemos de la estrella más cercana a la Tierra, a lo cual ha contribuido durante más de 80 años el Telescopio Solar del OANTon.

 

* [email protected]