Querido lector, en esta ocasión te queremos contar sobre la vida y obra de un mexicano que, para sus tiempos, revolucionó los conocimientos en torno a la naturaleza: José Mariano Mociño, quien nació en Real de Minas Temascaltepec, Estado de México, un 24 de septiembre de 1757. Sus contribuciones al conocimiento del mundo natural lo convirtieron en uno de los científicos más brillantes de la Nueva España.
Para Mociño, vivir en un lugar rico en biodiversidad le permitió que el gusto e interés por la naturaleza empezara desde muy temprana edad; sin embargo, quedarse en Temascaltepec significaba que no avanzara en sus estudios, es por eso que al cumplir 16 años decidió mudarse a la capital de la Nueva España, hoy la grandiosa CDMX. Al llegar a la capital uno de sus primos que ya vivía allí le ayudó a que su estancia en la ciudad fuera agradable; esto permitió que Mociño se sintiera como en casa y aprovechara cualquier oportunidad para aprender más y conocer a personas muy importantes que le ayudarían en sus estudios. Es así que en 1774 logra ingresar al Seminario Real y Tridentino, primero con la idea de hacerse sacerdote.
Durante su estancia en el seminario, Mociño siempre mostró tener capacidad elevada en sus estudios, lo que permitió que en 1777 se graduara con honores de la licenciatura en filosofía. Tras recibir estos honores, Mociño abandonó el seminario por el amor a María Rita Rivera y Melo Montaño; fue tanto el amor que en menos de un año se casaron y se mudaron al estado de Oaxaca.
Estando en Oaxaca, Mociño aprovechó para dar clases en las cátedras de Filosofía e Historia, Ética y Teología, esto le permitió que en ese momento se posicionara como uno de los profesores más importantes de aquella entidad. El círculo intelectual de Oaxaca era pequeño, por lo que le permitió conocer de cerca a Fray Juan Caballero, autor del libro Dendrología, uno de los primeros libros ilustrados de botánica. Por otro lado, Mociño mantenía una estrecha relación con lo que sucedía en la capital de la Nueva España, ya que seguía de cerca las publicaciones de la revista La Gaceta Literaria, publicada por José Antonio Alzate y Ramírez, hombre de ciencia e historia y también sacerdote. Los artículos que en esta revista se publicaban seguramente fueron de gran estímulo para Mociño y lo que lo animó a regresar a la capital.
En 1784 Mociño se regresó a la Ciudad de México. La inquietud de saber más y principalmente el encontrar la cura para muchas enfermedades que estaban aquejando a los habitantes de esa época lo llevó a estudiar medicina. No obstante, continuaba atraído por los debates intelectuales entre los conservadores escolásticos y una nueva ciencia que surgía en Europa y que años atrás ya era practicada por personajes como Copérnico, Galileo y Newton, esto también le permitió que estableciera una relación muy cercana con Alzate.
A finales del siglo XVIII, bajo el régimen de Carlos III, la Corona ordenó que se realizaran tres expediciones científicas con el objetivo de desarrollar un listado de los recursos naturales de su enorme imperio. La primera fue a Chile y Perú (1777 – 1787), la segunda a Nueva Granada, hoy Colombia, Venezuela y Panamá (1783 – 1816) y la tercera a la Nueva España (1787 – 1803), además de realizar los inventarios de cada lugar, se buscaba actualizar los conocimientos sobre las plantas y establecer jardines botánicos; para cumplir con estos mandatos, el director del Real Jardín Botánico de Madrid, Casimiro Gómez Ortega, seleccionó a su equipo para realizar las diferentes expediciones.
Ya en la Nueva España, el equipo de naturalistas traía la idea de promover el pensamiento científico de la Ilustración; si bien muchos recibieron estas nuevas ideas con gran entusiasmo, hubo quienes se negaron al cambio y uno de los cambios más importantes era hacer de la botánica un requisito para certificarse como médicos, esto permitió que en la Real y Pontificia Universidad de México se abriera el curso de botánica.
Al siguiente año, Mociño no desaprovechó la oportunidad y se inscribió al curso de botánica; su dominio en la materia y su participación en el aula le permitieron que pronto empezara a destacar entre el resto de sus compañeros. Por tal distinción, su nombre llegó a oídos de la Corona, generando que en la Gaceta de Madrid se aplaudieran sus méritos sobre el estudio de la naturaleza, esto y otras cosas, permitieron que Martín de Sessé, líder de la expedición a la Nueva España lo invitara a participar, a lo cual Mociño no dudó ni un instante para integrarse al equipo de científicos.
En los siguientes años de las expediciones, José Mariano no solo colectaba plantas, sino también animales, con el objetivo de ir actualizando los inventarios. Mociño pasó una gran parte de su vida viajando desde Canadá, pasando por México hasta llegar a Chile. Todo este conocimiento acumulado a través de sus viajes lo llevaron a que viajara a España, para presentar a la Corona los resultados de la expedición; ya estando allá aprovechó para participar en diferentes cátedras y junto a su gran amigo Martín de Sessé, realizaron el manuscrito de la flora mexicana, el cual contiene la descripción e ilustración de casi mil 500 especies de plantas, las cuales fueron colectadas entre 1790 y 1803. Finalmente, José Mariano Mociño falleció un 19 de mayo de 1820 en Madrid.
Sus publicaciones Plantae Novae Hispaniae y Flora Mexicana, estuvieron olvidadas durante muchos años en los archivos del Jardín Botánico de Madrid, hasta que en 1870 la Sociedad de Historia Natural de México se enteró de su existencia y a través del gobierno de Porfirio Díaz se entablaron las negociaciones para obtener copias de los documentos y casi 200 años después de haber terminado la expedición, en 2010, Siglo XXI editores publicó, junto con 60 científicos de la UNAM, un total de 12 volúmenes con el título La Real Expedición Botánica de la Nueva España; sin duda y sin temor a equivocarnos, a José Mariano Mociño lo podríamos nombrar el Humboldt mexicano.
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