Nosotros conocemos el mundo que nos rodea a través de los sentidos: hay cosas que podemos ver, oír, oler, sentir o probar; sin embargo, también hay otras cosas que nuestros sentidos no son capaces de percibir, aunque con un poco de ingenio y atención podemos saber que existen…
Necesitamos:
Un globo.
Un poco de agua.
Una vela corta, algo para encenderla y un adulto que nos ayude con ella.
Un tubo de ensayo o recipiente pequeño con una boca muy estrecha que podamos poner al fuego (como una lata de vitamina C efervescente).
Un soporte para el tubo (si no consigues uno, puedes hacerlo con un poco de alambre).
¿Qué hacer?
Toma el soporte y pon el tubo en él; colócalo sobre la mesa y verifica que tu vela quepa debajo del tubo; si no es así, pídele al adulto que te ayude a cortarla y fijarla sobre una superficie firme (como una mesa o el suelo), en un lugar seguro.
Vierte un poco de agua en el tubo y pon la boca del globo alrededor de la boca del tubo. Entonces pídele al adulto que te ayude a prender la vela y con cuidado coloquen el tubo sobre la llama. ¿Tienes idea de lo que va a pasar?
¿Qué ocurre?
Probablemente ya sepas que cuando el agua se calienta y hierve se evapora y es el vapor el que infla el globo, pero ¿qué es el vapor?
Si te has fijado, te habrás dado cuenta de que el agua se rompe en gotas; las gotas grandes se pueden romper en varias pequeñas, y las pequeñas en otras más chiquitas y así sucesivamente, hasta obtener gotitas que ya no podemos ver; pues llega un momento en el que son tan chiquititas que si las partimos más ya no tendríamos agua. A las “gotitas” de agua más pequeñas que podemos tener, se les llama moléculas.
Cuando el agua es líquida las moléculas están más o menos juntas como un montón de canicas en una cubeta; al calentarse, sus partículas (las moléculas) empiezan a moverse mucho; mientras más se calienta el agua, más rápido se mueven. Una vez que el agua empieza a hervir, las moléculas tienen tanta velocidad que empiezan a escaparse (formando así el vapor de agua); al fugarse, salen disparadas y chocan contra el globo, empujándolo hacia fuera. Entre más moléculas libres hay, más empujan al globo, haciendo que éste se infle más y más. Todos los gases (como el vapor de agua, el aire que respiramos, el que se usa en las estufas o el que infla los globos que venden en la calle), los líquidos (como el agua o la leche) y los sólidos (como el hielo o la mesa) están hechos de moléculas. La diferencia entre los líquidos, los sólidos y los gases está en la distancia que hay entre sus moléculas: en los sólidos están muy juntas, en los líquidos no tanto y en los gases están muy separadas. La nanotecnología se dedica a trabajar con materiales y cosas tan chiquitas como las moléculas y a estudiar lo que pasa con ellos. Se ha descubierto que cuando se manejan cosas tan pequeñas aparecen propiedades totalmente nuevas que pueden ayudar a resolver problemas que hasta ahora no tenían solución, por ejemplo cuestiones ambientales y médicas. También sirve para mejorar las computadoras e ¡incluso hacer robots diminutos!