En el número anterior de este suplemento nos referimos a una técnica usada para formular preguntas en el salón de clase. En este artículo nos referiremos a otra que puede ser usada para disipar dudas y mejorar el entendimiento de todos los estudiantes sobre cada concepto que se explica en el salón de clases. Al aplicar esta técnica todos los estudiantes colaboran, integrándolos en pequeños grupos donde debaten los argumentos que usaron para llegar a las respuestas de las preguntas formuladas por el profesor.
Son muchos los aspectos e interrelaciones que deben entenderse para asimilar un concepto. Ante esta diversidad, cada estudiante suele tener diferentes dudas, todas las cuales deben ser disipadas para avanzar. Pero en el salón de clase eso es prácticamente imposible en grupos numerosos.
Ante la incapacidad de responder todas las dudas a todos, es común que los estudiantes se reúnan a estudiar en grupo. Ahí cada estudiante pregunta a sus compañeros lo que no entiende y el que tiene la respuesta simplemente la aporta al individuo y al colectivo.
Esta práctica es muy rica porque cada uno ve el mismo concepto desde un punto de vista completamente diferente. Sin embargo este proceso de enseñanza-aprendizaje termina por ser individualizado. Por cierto que ésa es una práctica común entre los investigadores: discutimos una gran cantidad tiempo (horas, días, meses y hasta años) cuando estamos construyendo un nuevo concepto o simplemente cuando intentamos resolver un problema nuevo.
Eric Mazur propone incorporar esta técnica en el salón de clase: primero el profesor expone un concepto durante unos 10 minutos; en seguida, plantea una pregunta a todos los estudiantes sobre el mismo; en tercer lugar les pide su respuesta individual; en cuarto lugar los invita a defender (por unos cinco minutos), en grupos de tres o cuatro estudiantes, sus respuestas; y finalmente el profesor expone su punto de vista.
Es importante destacar que, en general, cada estudiante está convencido de que su respuesta es la correcta. Por eso en la discusión participa la mayoría con una gran intensidad y con argumentos en general muy diferentes.
Los resultados son sorprendentes si la pregunta fue formulada adecuadamente, porque no sólo aumenta el número de estudiantes que responden correctamente, sino que mejora la confianza en sus respuestas.
Si desea saber más (y seguramente mejor) sobre el tema aquí expuesto puede consultar el libro Peer Instruction: a user’s manual de Eric Mazur, Editorial Prentice Hall, 1997.