Foto: José Castañares |
Red Bank, New Jersey- El teléfono celular negro de Eduardo sonó con insistencia desde las 11 de la noche hasta cerca de las 2 de la mañana de aquel jueves frío y lluvioso de agosto. Del otro lado de la línea marcaba con ansias Jorge, su hermano, ambos migrantes ilegales oriundos de la colonia Hogar del Obrero, en Atlixco.
—¿Qué pasó, carnal? —respondió el primero.
—¡Aguanta el viaje, aguanta el viaje! Si puedes, dile a los demás que mejor no lleguen a Red Bank. Aquí están las patrullas de migración, y de hecho ya levantaron a Bernardo, alertó el segundo.
—¿Dónde están?
—En la salida de la estación del tren y en la terminal de autobuses. Piden documentos a todo sospechoso. Y la raza está corriendo por todos lados —relata Jorge.
En efecto, la televisión desde el lunes anterior por la noche predijo la puesta en marcha de medidas anti-migrantes consecuencia de los recientes anuncios del departamento de seguridad interna. 72 horas después, los policías desembarcaron en este pequeño puerto de ilegales poblanos, la mayoría de éstos atlixcenses, ubicado en tren a 40 minutos de la Gran Manzana.
Para no ir lejos, luego de que autoridades locales en el condado de New Haven aprobaron el programa de la entrega de tarjetas de identificación a indocumentados, el Servicio de Inmigración y Aduanas del gobierno federal realizó incursiones que terminaron con al menos 30 detenciones en este sitio. Los representantes de esa municipalidad dijeron a varios de los habitantes que esos actos parecían una acción de represalia.
El silencio
En las primeras horas de aquel martes y miércoles de agosto de 2011 no había rastro alguno de los paisanos indocumentados en las parsimoniosas calles de Red Bank. Los migrantes, un 90 por ciento de Atlixco y San Juan Tianguismanalco, estaban literalmente escondidos en sus casas.
Un alto porcentaje prefirió no ir a trabajar y otros, como Eduardo y sus dos compañeros de cuarto, tuvieron que dormir ese jueves en la parada del tren anterior a este sitio: Middeltown.
“Fueron días muy intensos y de bastante presión. La raza literalmente fue correteada. En mi caso, ya es la segunda vez que estoy aquí y generalmente en los meses de agosto y septiembre llega migración para realizar este tipo de rasuradas, pero nunca de sorpresa y con tantas unidades como en pasadas horas. Bernardo, uno de nuestros ‘compas’ de Huaquechula, no tuvo suerte y apenas pisó tierra tras bajarse del vagón del tren y terminaron por levantarlo y pronto estará de regreso a México”, narró Jorge.
—¿Cuánto tiempo tenía con ustedes?
—Tres meses. Es el muchacho de 19 años que dormía en el hueco del closet viejo en un sillón de peluquero que consiguió por ahí, ya que una cama no cabía en el único espacio reservado en la casa.
El buen Bernardo intentó comunicarse vía telefónica con su familia de este lado (Jorge, Eduardo y compañía) desde el centro de detenciones en Newark, pero infortunadamente todo quedó en eso.
En Red Bank, viven aproximadamente 11 mil 850 personas de las cuales el 17.11 por ciento es de origen hispano, muy cerca de la comunidad afroamericana que alcanza el 20.5 por ciento.
Aquí en realidad es otro Atlixco, un Atlixco chiquito. El tendero, el asistente de la farmacia, la señora que elabora memelas en su casa los domingos para ver el futbol y como aperitivo entrega una cerveza Tecate a cada uno de sus clientes con una vasija de semillas, el dueño de la casa de cambio y de la pequeña empresa de envío de cosas a México son precisamente de este municipio. Todos están aquí juntos, y con el temor de ser deportados en cualquier momento.
La mayoría de los empleos de los atlixcenses puede encontrarse en los alrededores de este condado, y son en restaurantes, en la construcción y en las empresas empacadoras de chile. A pesar de ser un área con muelle y mansiones de artistas de cine y de televisión en retiro, que se pasan los fines de semana en su yate en ese lago de color turquesa, encontrar empleo en Red Bank no es nada sencillo.
Y una es la razón: “de tener dónde, es fácil, el asunto son los dólares por hora. Ahí son 9.50 billetes verdes cada 60 minutos. En los condados cercanos o en los alrededores de New York la cifra se eleva hasta los 15 o 17”, explica Eduardo, hoy convertido en un Pastor de la iglesia Cristiana tras seis años de vivir en este rincón de los Estados Unidos.
Pero eso no es todo. Ganar dólares no es la única prioridad para nuestros paisanos: los domingos, como en los viejos tiempos, los cuates se reúnen para formar equipos de futbol y participar en torneos organizados por ellos mismos. Poblanos de la capital en contra de poblanos de Atlixco, Huaquechula y de San Juan Tianguismanalco. Hasta seis equipos logran armar. Y a darse con todo para salvar el orgullo del pueblo. Los uniformes más elegidos: la franja azul del Puebla, el de selección mexicana y el patrocinado por la marca de una empresa o negocio de cacahuates o líneas de camiones de estos dos últimos municipios.
Y para quienes el deporte es muy peligroso, los actos culturales son una opción. De hecho, un comité de aproximadamente 15 habitantes de Atlixco llevan varios años organizándose y preparando, sólo falta el permiso de la alcaldía, para realizar en la plaza pública más importante de Red Bank, una miniedición del Huey Atlixcáyotl, la fiesta tradicional de su tierra.
Las razones
Esta zona de Atlixco, y en general la Mixteca poblana resultó fuertemente afectada por las crisis económicas recurrentes de décadas pasadas, los efectos de la liberación agrícola y las políticas comerciales del Tratado de Comercio Libre de Norteamérica (TLCAN), informó al respecto el investigador atliscense Ricardo Pérez Avilés.
Más recientemente, agregó, los impactos de la devaluación de 1994 incrementaron y diversificaron aún más las fuentes originarias de migración para incorporar a pueblos como Teziutlán, Huauchinango, Zacatlán, Tehuacán, Libres, Atlixco, Cholula y Texmelucan.
Eduardo y Jorge explican que los cruces son realizados de acuerdo a las condiciones por muy distintos lugares de los estados de California, Arizona y Texas, para después tomar rutas en dirección del noreste del territorio. “Una vez ubicados en ese lugar, los amigos, parientes o conocidos apoyamos con hospedaje temporal y proveemos de información y relaciones suficientes para obtener un empleo”.
Así, cuentan, más de 30 por ciento de los recién llegados ya tiene un trabajo seguro al momento del arribo. Esta es una razón fundamental y de influencia para decidir emigrar hacia los Estados Unidos, particularmente hacia esa zona del país, Nueva York y New Jersey.
A mediados de los ochenta, asumen cifras oficiales, un recuento demográfico de la mixteca poblana señaló: “el continuo flujo migratorio abarca desde la década de los setenta a 22 pueblos cercanos, con variaciones muy importantes de expulsión entre 5 y 40 por ciento de su población masculina cuyas edades oscilan entre los 16 y los 30 años.
“De ellos, cerca de 13 comunidades evidenciaron una presencia poblacional significativa —cercana al 80 por ciento— en la amplia zona metropolitana de Nueva York. De manera especial fueron identificados un número considerable de profesores de educación básica quienes participan en el proceso migratorio mediante excursiones temporales o definitivas”.