Un buen número de individuos que nacimos a mediados del siglo pasado nos encontramos en un punto denominado “migración digital”, en el que buscamos información en documentos escritos en papel, ya sean libros, revistas o periódicos, pero al mismo tiempo tecleamos en las computadoras palabras clave de modo que podamos enriquecer nuestro conocimiento por medio de internet.
Efectivamente jamás se había dado una posibilidad tan grande de acceso a información de toda índole; sin embargo, la utilización de las computadoras en México está muy por debajo de lo que se presenta en otros países. Para el año 2011, solamente 36.2% de la población mexicana utilizó computadoras para informarse; cifra por debajo de países como la República Popular China (38.3%), Brasil (45%), Estados Unidos (77.9%) y Canadá (83%).
Sorprenden algunos puntos, como el hecho de que 64% usa computadoras de escritorio, 61% desde una computadora portátil y 58% por medio de telefonía celular (no me gusta usar el término “Smartphone”, pues un aparato de ésos no tiene inteligencia, al menos hasta ahora).
Geográficamente el estado de México cuenta con más personas que se conectan a la red, con 6 millones 49 mil 400; seguido del Distrito Federal (4millones 479 mil 80) y Jalisco con 3 millones 4 mil 400.
Los días en los que se dan más conexiones son los lunes y los viernes (71%), seguidos de los miércoles (69%).
Sobresale el hecho de que 89% toma las denominadas “redes sociales” para divertirse y solamente 61% busca noticias de actualidad. El tiempo promedio de utilización es de cuatro horas. Facebook, Youtube, Twitter, Google plus y Hi5 son las más populares, en ese orden. No es difícil imaginar que los jóvenes son quienes la utilizan más, con edades comprendidas entre los 12 y 34 años (64.1%).
En el momento en el que escribo estas líneas reviso un hermoso libro llamado Crónica de la Medicina, de un autor alemán llamado Heinz Schott y cuya tercera edición impresa en el año 2003 no pierde actualidad, pero al mismo tiempo recurro a internet para completar el perfil del artículo. Realmente mi gozo más genuino gira alrededor de la textura de la obra, que con atenta manipulación reviso escrupulosamente.
Me entero de que en 1457 se editó en Maguncia, Alemania, un calendario de sangrías y laxantes, usando los mismos tipos con los que se había impreso la Biblia de 36 líneas (una anterior de Gutenberg fue de 46). Johannes Gutenberg, quien nació en esa ciudad (1398-1468), inventó la imprenta de tipos móviles, y aunque estuvo encargado de esa obra, no se imaginaba lo que provocaría en el futuro, pues murió en una pobreza humillante. Ese es el primer libro impreso de medicina, aunque existen en el mundo reproducciones de manuscritos con dibujos en que se muestran tratamientos con plantas, marfil pulverizado, sustancias de índole diversa y tratamientos que son extraordinariamente interesantes.
Otro texto que es digno de ser mencionado tiene el título de: De re medica y fue escrito a mano por Aulus Cornelius Celsus (25 antes de nuestra era – 50 después de nuestra era). Lo valioso del libro gira en torno al abordaje de temas dietéticos, farmacéuticos y quirúrgicos. Estuvo perdido durante toda la Edad Media, hasta que se descubrió en Italia, y entonces se imprimió, ganando el título de la primera obra médica antigua, impresa con el método de tipos de Gutenberg. La postura de Aulus Cornelius Celsus es crítica hacia los empiristas, a quienes reprueba por querer curar todas las enfermedades con medicinas; pero también censura a los metodistas, que se orientaban a resolver todo exclusivamente con dietas estrictas y ejercicios. En su proemio o introducción describe una postura basada en una tetralogía de principios:
1. La Medicina debe ser ciertamente racional.
2. El raciocinio del médico debe fundarse principalmente en las causas evidentes más que en las ocultas.
3. Nada aporta más al método de curar que la práctica profesional.
4. Para los que “están aprendiendo” es necesaria la disección de cadáveres, pues deben conocer la posición y el orden de los órganos, donde nacen los dolores y las enfermedades.
Pero hay algo más increíble. Una edición de este libro, impresa en 1554, puede ser vista, consultada y admirada gratuitamente en Google Books que revisé, obviamente sin entender ni siquiera una pisca de lo que dice, pues está en latín, pero que alimenta una cantidad infinita de fantasías y un buen rato de esparcimiento intelectual.
Esta es una muestra de cómo puede una revisión de un libro derivar en el hallazgo de algo sorprendente en la red, lo que me permite de alguna forma entender que lo más valioso de una actitud frente al estudio es no negarse a la posibilidad de buscar cualquier fuente de información en libros, revistas, diarios, internet y hasta sabrosas pláticas con cualquier persona.
Por último, así como poseo libros favoritos, tengo mis páginas electrónicas de elección como para encontrar algún dato o información sobre un problema a resolver. Tal vez si me preguntan qué sitios pueden ofrecer las mejores opciones de investigación y búsqueda, podría mencionar a:
www.promedicum.com
www.medscape.com
www.fisterra.com
www.freemedicaljournals.com
www.hon.ch; www.paho.org (que es el sitio de la Organización Panamericana de la Salud)
o www.msd.com.mx
Todos gratuitos y con innumerables opciones de accesos, aunque la lista podría crecer en una forma bastante larga y por supuesto, fascinante.
Sin embargo, como siempre lo he dicho, no debemos pensar que internet representa la mejor forma de aprender. Es imprescindible buscar todas las fuentes de adquisición académica. Efectivamente la red representa un verdadero océano de conocimiento, pero con la profundidad de apenas, un dedo.