Homologación y estímulos al personal docente

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Fuente: Elaboración propia con base en Nóminas BUAP, Inegi, Índice de Precios
al Consumidor, Ciudad de Puebla y Comisión Nacional de Salarios Mínimos.

Me congratulo de la apertura de estos foros, tan necesarios para la construcción horizontal de una institución que por definición es unidad de lo diverso en el más amplio sentido de la palabra, y formadora de doctos humanistas comprometidos con su tiempo y sociedad. Con el Congreso Constituyente Universitario de la BUAP se sepultaron las prácticas democráticas al interior del campus y se mancilló la dignidad del quehacer académico al privilegiar la incondicionalidad sobre la profesionalización del quehacer académico. El ingreso, permanencia y promoción de los trabajadores académicos fueron tutelados directa y discrecionalmente por las autoridades unipersonales durante cinco lustros; hoy reiniciamos una discusión prometedora sobre la universidad que deseamos, sus funciones sustantivas y sobre todo, por la relación deseable de trabajadores y alumnos con las autoridades institucionales y de éstas con el Estado.

Relaciones asimétricas de poder

El decenio de los ochenta fue de una profunda transformación de un mercado intervenido por el Estado hacia un Estado intervenido por el mercado. Bajo el dogma neoliberal de que el mercado garantiza la optimización de los recursos, la educación se trastocó de un Derecho público en un bien privado, y las instituciones públicas y autónomas de educación superior fueron valoradas como empresas: calidad, pertinencia, eficiencia y productividad fueron los parámetros para financiarlas (Sánchez Daza, 2008 y 2010). La evaluación de las instituciones educativas autónomas devino en control de programas educativos y de prácticas académicas, alineación de autoridades unipersonales, individualización del quehacer académico, desconocimiento de Contratos Colectivos de Trabajo, de dirigencias sindicales representativas de sus agremiados, supresión de cuerpos académicos y de los cuerpos colegiados de gestión. Estas acciones tuvieron su máxima esplendor durante el rectorado de José Doger Corte.

Paralelamente a los cambios en el perfil de las instituciones públicas de educación superior que gozan de autonomía, se ejecutó un programa de estímulos económicos al personal académico que no impactara el salario tabulado, ni las liquidaciones ni las pensiones, pero que compensara en algo el deteriorado poder de compra de los académicos. Por estos mecanismos, la élite académica puede tener ingresos de hasta dos veces su salario tabulado. El acceso a los programas de estímulos es personal y la convocatoria (contenidos y modalidades) los emite unilateralmente el rector; se valoran diversas características del quehacer académico y si privilegia el trabajo individual. La tarea prioritaria de los trabajadores académicos que reunían los requisitos de elegibilidad fue asegurar un salario que les permitiera satisfacer las necesidades básicas de alimentación y de capacidades: las grandes transformaciones, la reflexión, la identidad y el compromiso tendrían que esperar tiempos mejores.

Homologación

A fines de 1990 la BUAP otorgó por vez primera una beca económica al desempeño docente. En esa ocasión participaron 818 profesores de tiempo completo de nivel licenciatura que tenían al menos tres años de antigüedad en la BUAP, grado de licenciatura o superior y un puntaje (derivado del proceso de homologación) de 286. Los académicos seleccionados para dichas becas fueron 360, a quienes se les otorgó una percepción mensual de un salario mínimo del Distrito Federal a los de puntaje menor (286 a 349 puntos), y de 2.5 salarios mínimos a los de puntaje más alto (450 o más). La bolsa otorgada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para el año 1990 fue de 2.7 millones de pesos nuevos, y cubrían los meses de abril a diciembre del año mencionado.

Además de las becas al desempeño, inició una evaluación curricular (combinación de grado académico y productividad) de 2 mil 691 académicos de una plantilla de 4 mil 47 trabajadores académicos. La evaluación curricular cubrió un periodo de 25 años y se valoró la formación profesional, la docencia, la difusión, la investigación, las publicaciones, gestión universitaria, participación en congresos y seminarios y las distinciones que gozaran sus trabajadores.

Del total de académicos evaluados, 13 por ciento carecía de grado académico, 67 por ciento poseía grado de licenciatura y 20 por ciento tuvo posgrado. Los académicos de tiempo completo (TC) homologados fueron mil 581, cuyos registros de grado fueron los siguientes: 208 no tuvieron grado, mil 65 fueron licenciados, 220 maestros, y 88 doctores. (La Jornada de Oriente, 16/12/90, págs. 1 y 6).

Desde entonces no ha habido en la BUAP un proceso de evaluación curricular y los ingresos y las promociones del personal docente fueron discrecionales, al margen de cualquier norma, cuerpo colegiado u organismo sindical; en estos momentos hay en la BUAP mil 981 académicos de TC, de los cuales 848 tienen grado de Doctor, 888 tienen grado de Maestría o bien una especialidad, y 245 son licenciados.

En 23 años, la transformación del perfil de la planta académica fue enorme: los doctores aumentaron casi en 10 veces, los maestros en cuatro y los licenciados que eran el 79 por ciento de los trabajadores de tiempo completo homologados en 1990, son ahora el 12 por ciento del total de académicos de TC. Sin embargo, el crecimiento de las plazas de tiempo completo y la categorización del personal ha permanecido estancado. Las plazas de TC de las que se dispone actualmente en la BUAP son apenas una cuarta parte mayor a las registradas en 1990, y los profesores investigadores (PI) titulares beneficiado por el Programa de Estímulos al Desempeño del Personal Docente (Esdeped) son apenas 590 y los PI asociados, 583; los Trabajadores Académicos son 25 y los PI Asociados de medio tiempo, 158. Hay al menos 265 académicos que poseen grado de doctor y ocupan una plaza que no corresponde a la de PI titular, que sería el nivel adecuado para sus competencias; esto ha generado reiteradas inconformidades de los docentes que tienen categorías que no corresponden a su nivel de calificación y demandan una evaluación curricular o un nuevo proceso de homologación.

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Fuente: BUAP, Anuarios Estadísticos, 1990 y 2012-2013

El Reglamento de Ingreso, Permanencia y Promoción del Personal Académico fue aprobado en 2007 y a pesar de ello no ha habido ingreso, permanencia o promoción reguladas por dicha norma hasta 2012. Fue en el año en curso cuando se realizó un proceso de otorgamiento de definitividades a las personas que tenían ya cinco años ocupando sus plazas, y en estos momentos está abierto un proceso de promoción de dos plazas PI titular “C” por Unidad Académica, lo que podrá generar hasta 380 promociones (en 1994 hubo un proceso similar); sin embargo, la promoción sólo es posible para los PI definitivos, quienes podrán escalar a la posición inmediata superior. Si hubiera más de dos PI definitivos por Unidad Académica que cumplieran los requisitos para ascender a la categoría inmediata superior, éstos tendrían que esperar hasta la próxima promoción, debido a que sólo se ofrecen dos plazas.

La restricción en el número de plazas de PI titular y asociado está condicionada por los subsidios que otorga la SEP, pero también por la apatía y desinterés de los rectores de la BUAP para implementar estrategias propias que garanticen una contratación adecuada a la calificación de su personal académico. En la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM, Dirección de planeación, quincena 20 de 2012), 88 por ciento de sus profesores de carrera son PI titulares; en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, Nómina general, 10 de enero de 2012), lo son el 92 por ciento; en cambio en la BUAP (BUAP, Anuario universitario, 2012-2013), sólo 35 por ciento de los profesores de carrera tienen la categoría de titular. Todas estas universidades son públicas y autónomas y dependen del erario para su funcionamiento, sin embargo, las evaluaciones curriculares y los estímulos académicos otorgados al personal docente tienen trayectorias divergentes: en las dos primeras instituciones hay un contrato colectivo y una organización gremial que defiende a sus agremiados; en la BUAP desde hace más de 20 años se blanqueó al sindicato de trabajadores académicos y el Contrato Colectivo de Trabajo fue sustituido por una práctica clientelar y corporativa.

Estímulos al desempeño académico

En el decenio perdido, el deterioro salarial de los trabajadores de la BUAP fue similar a la de todos los trabajadores del país: los incrementos salariales cada vez eran menores al incremento de los precios, con el agravante de que el mercado de trabajo estaba contraído, la economía no crecía y la inflación era de tres dígitos. Para compensar el deterioro del poder adquisitivo se otorgaron estímulos a los investigadores a través de una bolsa con fondos públicos manejada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), así, el 28 de julio de 1984 se creó el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), cuyo propósito era reconocer la labor de los académicos en tareas relacionadas con la ciencia y la tecnología. Para los académicos cuyas funciones eran fundamentalmente de docencia se creó un estímulo al Desempeño Académico en 1990 al que sólo podían acceder académicos de tiempo completo en la modalidad de Profesores Investigadores titulares o asociados; la BUAP, bajo estos lineamientos, lo ejecuta en 1990 y 1991 y se otorgaron becas a los académicos de TC que se desempeñaban a nivel de enseñanza superior. En esa ocasión la tabla de puntajes aplicada no fue conocida por los evaluados, ni hubo el instructivo correspondiente (La Jornada de Oriente, 16-01-91, pág. 5), irregularidades superadas en la convocatoria de becas al Desempeño Académico de 1993, además de que los estímulos fueron otorgados a todos los académicos de la universidad sin hacer distinción entre las categorías de hora clase, medio tiempo, tiempo completo o de nivel de enseñanza (La Jornada de Oriente, 26/01/94, pág. 17).

A partir de 1994 los estímulos fueron bianuales, la tabla de puntaje se particularizó, el procedimiento para resolver inconformidades se hizo más expedito y las inconformidades han menguado. Actualmente persisten tensiones asociados a la individualización del quehacer académico y a la discrecionalidad de las promociones de los trabajadores académicos: la angustia y estrés derivados de la parafernalia del concurso a las becas; las derivadas del goce o no de la beca, de las particularidades del quehacer académico (docencia, investigación, vinculación), y a la dependencia y necesidad de los ingresos extraordinarios asociados a dichas becas que impide el retiro laboral de quienes ya tienen la antigüedad laboral y/o la edad para ello.

En 1994 el salario tabulado del máximo nivel de un académico de tiempo completo equivalía a 10 salarios mínimos, y en los últimos 20 años, el salario tabulado decreció, en términos reales, en dos por ciento (el salario mínimo en Puebla cayó 22 por ciento en esos años). La compensación al deterioro del ingreso real de los académicos se logró a través de tres diferentes estímulos: antigüedad, desempeño docente, e investigación; en los casos de máxima productividad, por estímulos se puede generar hasta 2.7 veces el salario tabulado. La dependencia del ingreso no indexado al salario perpetúa el quehacer académico más allá de la edad y la antigüedad exigida para el retiro. La planta académica de la BUAP se ha envejecido y habiendo los cuadros de relevo, éste no se realiza por los méritos y distinciones de los jubilables, lo cuales le permiten a la institución tener financiamientos especiales y que sus programas educativos sean valorados con honores; además de la tenaz determinación de los distinguidos académicos senior a seguir activos en su quehacer académico.

Al contraerse la oferta de plazas de TC para los académicos jóvenes con grado de doctor, éstos no pueden gozar de las becas otorgadas por el SNI, ya que una de las condiciones es que deben estar contratados en tareas de investigación por al menos 20 horas. Es común que a un profesor con el máximo grado académico se le contrate en plazas de mínima categoría y remuneración, desalentado el trabajo docente de estos académicos.

Propuesta

Crear plazas de categoría superior a la PI titular “C”, hay el talento y la dedicación para que la aristocracia académica accede a niveles que otras instituciones públicas autónomas ofrecen a sus académicos. Si consideramos la última convocatoria a becas al desempeño académico, hay 110 profesores que ocupan el máximo nivel (IX); si la referencia es el SNI, hay 33 profesores de nivel III. Ya sean profesores eméritos o de excelencia, es necesario aquilatar la contribución de la élite académica de la BUAP.

Abrir en proceso de evaluación curricular a la trayectoria académica de los últimos 25 años, como el de 1991, y recategorizar a los académicos que tengan los méritos para usufructuar una plaza de mayor categoría.

Ofrecer becas al desempeño académico en función de trabajo prioritario de éstos: docentes, investigadores, de vinculación y difusión. Conocidas la tabla de puntaje, los académicos decidan a cuál de las becas al desempeño concursan. Además es necesario simplificar la exigencia de documentación para el concurso y premiar la constancia al desempeño: si el académico ratifica por dos periodos consecutivos el nivel de la beca (o aumenta de nivel en la segunda valoración), se le debe exentar de concursar en la tercera convocatoria y se le adjudicaría el nivel de becas de la primera de las dos evaluaciones.

Ponencia presentada al Foro Consultivo

y de Análisis para la consulta del Plan de Desarrollo Institucional de la BUAP 2013-2017.

Puebla, Pue., 3 de diciembre de 2013.

Bibliografía

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2013, Metodología para la consulta, construcción, seguimiento y evaluación del Plan de Desarrollo Institucional 2013-2017, Puebla, BUAP, 6 de noviembre, pp 24.

2013, Anuario Estadístico Institucional, 2012-2013. Puebla, BUAP, pp 401.

Esparza Ortiz, Alfonso, Propuesta de Plan de Trabajo, 2013-2017,Puebla, BUAP, pp 45.

La Jornada de Oriente, Puebla, ediciones de los días 19/12/90, 16/01/91, 6/02/91. 20/02/91, 13/03/91, 16/01/94, 09/02/1994, 02/03/1994 y 09/03/1994.

Sánchez Daza, Germán, 2008, “Consideraciones en torno al Programa de Estímulos”, Puebla, La Jornada de Oriente, 22 de julio.

Sánchez Daza, Germán, 2010, “Académicos universitarios: de la profesionalización a la precarización”, Puebla, La Jornada de Oriente, 18 de agosto.

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