Vamos leyendo, desde la periferia de la ciudad hasta la Sierra. La experiencia de nuevos lectores en contextos poco letrados

Como se sabe, la lectura es una gran vía para tener acceso a más conocimientos, ampliar la cultura, participar en la vida social y disfrutar. Históricamente se le ha encomendado a la escuela la tarea de formar a los individuos como lectores y usuarios competentes de la lengua escrita. Y si bien es indiscutible la importancia de la escuela en este sentido, también es cierto que es una tarea que las prácticas educativas y didácticas no han logrado alcanzar en nuestro país.

¿Qué pasa cuando se habla de promoción de la lectura en espacios que no son propiamente escolares? ¿Cómo se puede hablar de formar lectores en contextos poco letrados y marginados?

Foto: Italo Iván Nava Fernández

Foto: Italo Iván Nava Fernández

En los últimos dos años el Centro Universitario de Participación Social de la BUAP ha tenido la oportunidad de aprender con dos grandes experiencias: las Escuelas Comunitarias para niños de escasos recursos en el municipio de Puebla y las Bibliotecas comunitarias en la Sierra Norte del estado. Junto con los niños de la periferia de la ciudad y los adultos alfabetizandos de la Sierra, vamos descubriendo distintas formas de acceder a la lectura y la escritura.

 

Escuelas comunitarias en el municipio de Puebla

Funcionan en tres colonias del municipio: la segunda sección de San Miguel Canoa, Cerro de Marqués en la Resurrección y Barranca Honda en San Pablo Xochimehuacán. En este programa se atiende a niños entre cinco y 18 años que por diversas razones no van a la escuela, principalmente debido a situaciones de pobreza. En algunas ocasiones nunca fueron a la escuela porque no había dinero suficiente para cubrir los gastos, o bien, porque no tienen los documentos necesarios para inscribirse. En otras, desertaron de la escuela porque tenían malas calificaciones o porque tuvieron que comenzar a trabajar para ayudar a su familia.

La Escuela comunitaria es un espacio en el que los niños desarrollan sus habilidades cognitivas y motrices, aprenden a hacer cuentas, a convivir, a jugar y trabajar en equipo con otros niños, a leer y escribir pero, más que aprender a usar el código se busca crear un espacio en el que el niño descubra, aprenda y se apropie de la lectura y la escritura.

Cada Escuela comunitaria tiene sus particularidades, pero en todas se busca que la lectura y la escritura formen parte de su vida cotidiana y una manera de hacerlo es modificar el paisaje de su entorno.

El salón de clases es el primer espacio que las letras de los niños ocupan, se comienza con el nombre propio y luego, poco a poco, van llenándose los muros con carteles que nos recuerdan las reglas de la clase o el lugar correcto para colocar los materiales de trabajo; aparecen las letras y las palabras que hemos aprendido; luego, los cuentos, las historias, los mensajes que el niño le quiere dar a sus compañeros. El paisaje cambia, las letras no se quedan en la libreta, cobran vida en los muros porque todos podemos leerlas y en ellas está la voz del niño.

La finalidad es que los niños vean el espacio que pueden ocupar sus letras, su mensaje o su voz, y lean los mensajes de los demás, que se establezca el diálogo a través de las letras.

Otra actividad es la organizada por la Ludoteca de la Biblioteca Central de la BUAP en la que, semanalmente, los niños tienen la oportunidad de conocer y explorar diferentes libros y de escuchar la lectura de alguno de los voluntarios que participan en este proyecto, mientras que escribir mensajes y pegarlos en el salón o en la calle es una manera de participar en la vida social a través de la lectura y la escritura, en la actividad de la Ludoteca se busca que el niño lea por placer.

Los niños reciben la visita de los libros y son libres de tomarlos, explorarlos, de descubrirlos por ellos mismos, aquí no hay reglas sobre qué libro se tiene que leer ni cómo se debe hacer; el libro se presenta como algo divertido, algo que se puede tocar, abrir y cerrar las veces que quiera, que se puede leer para sí mismo o para compartirse con otros. A través de los libros va descubriendo el mundo, las cosas que le rodean, los animales, las personas, los lugares lejanos y a sí mismo.

Mediante los libros y los escritos de los niños la lectura está presente. Las historias nunca se acaban, los libros van y vienen contando historias por todas partes, los autores son los niños y escritores desconocidos, todos con un mensaje y una voz que merece escucharse.

 

Bibliotecas comunitarias en la Sierra

Foto: Italo Iván Nava Fernández

Foto: Italo Iván Nava Fernández

Como complemento a las campañas de alfabetización para adultos, el CUPS procura instalar bibliotecas comunitarias en las localidades donde se realizó este trabajo. A partir de la experiencia de alfabetización, se le propone a las comunidades trabajar conjuntamente para hacer una biblioteca, si la comunidad acepta, los alfabetizadores recolectan libros y mobiliario mientras la comunidad determina el espacio que se convertirá en la biblioteca y elige al bibliotecario.

Como es natural, el origen de cada biblioteca comunitaria ha sido distinto, así como su dinámica y vida. El tiempo y la experiencia nos han confirmado que el que haya un libro disponible no necesariamente significa que alguien lo leerá. Sabemos que si se habla de formar lectores no basta con instalar una biblioteca, que es indispensable planear y desarrollar acciones para promocionar la lectura a partir del contexto de las localidades, de las prácticas de la lengua escrita que hay en la comunidad y de los deseos o expectativas que las personas tienen en cuanto usuarios de la lengua escrita.

Paralelamente a la alfabetización y al trabajo en las bibliotecas comunitarias, hemos puesto nuestra atención en las prácticas sociales del lenguaje, es decir, en aquellas actividades y situaciones cotidianas en que la lectura o la escritura se utilizan con diversos fines. De este modo, incluimos en el curso de alfabetización una serie de actividades para leer y escribir en la calle, en la tienda, en el transporte público, en la casa, en la plaza o en las instituciones sociales. La intención es precisamente reconocer que cualquier espacio puede ser generador de la lengua escrita y no solamente los espacios escolares.

Alfabetizandos y alfabetizadores nos dimos cuenta que escribir el nombre de la tienda local es una práctica de la lengua escrita igual de válida que leer un cuento o una novela; que escribir las historias locales o los remedios caseros es útil para registrar y conservar los conocimientos propios; que un periódico comunitario es posible, que todos pueden ser lectores y escritores de él; y que podemos enfrentarnos al papeleo burocrático aunque ‘nos salgan chuecas las letras’.

La lengua escrita es una herramienta cultural a la que todos tenemos derecho, son muchas las vías de acceso a ella, pero estas serán más efectivas y genuinas en la medida en que entendamos que la lengua escrita es un crisol de usos, funciones, contextos, fines e intereses.

 

¿Cómo pueden participar o colaborar?

 

Puedes participar como voluntario

en los grupos de niños o colaborar donando libros y material didáctico.

Visita nuestra página www.cups.buap.mx

 

Calle 14 sur 5507 Col. San Manuel. Puebla, Pue.

Facebook: CUPS BUAP

 

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