Los bebés: miradas nuevas para leer

¿Cuál era tu rostro antes de que tu madre y tu padre se hubieran encontrado? Koan Zen
El más grande explorador en potencia, el que dispone de todos sus sentidos para conocer y leer al mundo al que ha llegado, el que tiene una mirada nueva, de asombro y sorpresa; ese ser tan dependiente y tan frágil, el bebé, se enfrenta a la complejísima tarea de leer su entorno, y lo lee a través de nuestra voz y nuestros brazos; de lo que tocan sus manos, de los sabores que se van diversificando; del sonido a su alrededor; pero también es capaz de leer el objeto de lectura por excelencia: el libro.

Sin embargo, esta verdad pocos la conocen.  Se cree que los bebés no están preparados, que la lectura vendrá después, de la mano de la escuela. Por tanto, la existencia de los espacios con libros para los más pequeños y sus familias no es algo común, y la necesidad de habilitarlos responde, principalmente, a dos razones: la carencia de una oferta cultural dedicada específicamente a los niños de cero a seis años y sus familiares, y la firme idea de que los bebés son seres inteligentes y ávidos de conocer el mundo, y una manera de conocerlo está en los libros. Los textos resultan entonces un puente para conocer este mundo. La realidad y la ficción, historias sobre animales, información sobre la luna y los planetas, canciones y nanas, imágenes sobre el cuerpo y las familias, historias de amor y de miedo, todos estos temas, además de un puente hacia el mundo, son buenos pretextos para abrazar y cobijar al bebé, para alimentarlo con los recursos que nos brindan los libros.

p-11“La infancia es una categoría social con identidad propia” (Marchessi en Malajovich, 2009, p. 131), y con inquietudes y necesidades particulares de esta etapa. Para Fluvia Rosemberg (2010) es importante distinguir, dentro de esta infancia, a esa primera infancia con necesidades y formas de actuar aun más particulares, e incluso a una primera infancia dividida en el antes y después de los tres años, cuando se obtiene una mayor independencia y formas distintas de vincularse con el entorno. A esa primera infancia como un especial momento de colección de experiencias significativas para la vida.

Según algunos estudios neurológicos, el ser humano desarrolla el sentido del oído a los tres meses de gestación y, desde entonces, puede comenzar su experiencia lectora a través de la voz de los padres. El oído, entonces, lleva un poco más de tiempo ejercitándose y reconociendo lo que ocurre en su entorno, y debemos seguir estimulándolo con las palabras, cantadas, leídas, contadas.  Todas ellas, juntas, conforman nuestro almacén de palabras, nuestra textoteca, en términos de Laura Devetach. Ese almacén que es la base de nuestro recorrido como lectores, nuestra piedra fundante. Y qué mejor que llenar el almacén con palabras acompañadas del amor, del cariño del padre, la madre, los abuelos, los tíos, los hermanos mayores; palabras que conforman retahílas, nanas, canciones, versos, cuentos…

¿Qué les brindamos a los bebés para que se relacionen con el mundo de las palabras y los libros? ¿Cuál es el tesoro que les preparamos y que les dará elementos para nombrar, para pensar, para reflexionar sobre su entorno, sobre su lugar en el mundo, sobre su futuro? Ese tesoro debe estar constituido por muchas palabras, como dijimos antes, por libros diversos, pero ese tesoro también debe incluir su estancia en entornos donde puedan encontrarse con la bibliodiversidad y también con otros bebés, con otros mediadores, y, sobre todo, ese tesoro debe estar conformado por el afecto de quien funge como su mediador de lectura, quien puede ser un familiar o alguien ajeno, que en realidad se vuelve cercano a través del vínculo de la lectura: el mediador profesional –el encargado de la bebeteca, el bibliotecario, el maestro.

Ese tesoro, en resumen, debe incluir un pasaporte para vivir experiencias de lectura, en el sentido de Jorge Larrosa (2009, p. 28), quien dice que “la experiencia sería lo que nos pasa. No lo que pasa, sino lo que nos pasa”. Por tanto, debemos brindarles posibilidades de experiencias lectoras a los bebés, desde temprano, no dejárselo al tiempo, sino hacerlo ya.

Y los espacios-ambientes que cariñosamente hemos mal llamado bebetecas1 tienen su acción medular en la experiencia de lectura. La adecuación de un lugar cómodo y un acervo diverso y de calidad, pensado para los más pequeños y sus familias, son las condiciones que encaminan hacia el acontecimiento, el encuentro que involucra la libre exploración del libro pero, sobre todo, la lectura en voz alta, la cercanía, la lectura de imágenes y textos, de entonaciones y gestos. Como dice Yolanda Reyes, “el triángulo amoroso”2, compuesto por el bebé, el libro y el mediador.

Es importante observar el movimiento lector del bebé, estar alerta a esos pequeños cambios que en realidad forman parte de grandes transformaciones. Pedir que le lean; morder y chupar siempre el mismo libro; balbucear fingiendo leer; mover la cabecita de izquierda a derecha, emulando la lectura; reconocer los libros y sus ilustradores; conformar sus preferencias; contar la historia porque la saben de memoria, detenerse a descubrir más en las ilustraciones; abrazar el libro después de que alguien se lo leyó; sentarse en las piernas con un libro en mano; convidar ese hallazgo a sus seres queridos.

En México y Latinoamérica hay un interés creciente en la construcción de estos espacios especializados para los bebés y sus familias. En Europa, países como Francia y Alemania tienen ya trayectoria realizando estudios sobre la primera infancia. En Latinoamérica, Colombia, Argentina y Brasil tienen un interés muy claro en fomentar los espacios de lectura de la mano de mediadores conocedores de la grandeza de su tarea acompañante. En México, varios estados están ofreciendo estos espacios, ya sea de manera permanente o itinerante (como en el caso de las ferias de libro). En Puebla, el Consejo Puebla de Lectura AC3 ofrece desde 2008 el servicio de mediación, lectura en sala y préstamo de colecciones a domicilio para que los más pequeños y sus familias tengan estos encuentros significativos tanto en la biblioteca como en casa.

Es muy importante visibilizar a los bebés, nombrar esa necesidad de ponerlos en contacto con los libros y con el mundo de las palabras lo antes posible. Deben ser un tema en la agenda cultural de nuestros países; debemos apostarle a ellos, a su educación, a su formación como lectores, pero sobre todo como seres humanos sensibles y críticos.

Y, para concluir, quisiéramos acudir a las palabras de la autora argentina Graciela Cabal, cuando recuerda su experiencia lectora a través de la voz y del cariño de su madre:

Los primeros recuerdos de libros —cuentos de hadas que me leía mi mamá— están unidos al rojo brillante y transparente, al gusto entre ácido y dulzón y a la especial contextura de la jalea de membrillo que yo chupaba mientras mi mamá me leía.  El libro del que salían los cuentos no tenía dibujos —era un libro de tapas azules. Pero allí estaba yo, la veía, aquella nena chiquitita, navegando adentro de una cáscara de nuez, en un plato lleno de agua.

Tan fuerte, tan vivo está ese recuerdo en mí que, cuando murió mi mamá y yo entré en uno de esos pozos negros y profundos en los que una entra —aunque sea grande, aunque sea vieja— cuando se le muere la madre, la primera cosa que se me ocurrió fue buscar ese libro de tapas azules manchado con jalea de membrillo, en el que pude recuperar lo que creía perdido para siempre: la voz de mi mamá contándome la historia de esa nena tan chiquitita, que podía navegar en una cáscara de nuez (pp. 65 y 66).

 

 

Notas

 

1 Etimológicamente el sufijo teca significa “lugar en que se guarda algo”

 

2 En su conferencia en Monterrey, México, 2012

 

3 Ubicado en la 12 Norte 1808, Barrio del Alto. Puebla, Puebla

 

Más información

Cabal, G. 2001. La emoción más antigua. Buenos Aires: Editorial Sudamericana

 

Devetach, L. 2008. La construcción del camino lector. Córdoba, Argentina: Comunicarte.

 

Larrosa, J. 2003. La experiencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación. México: Fondo de Cultura Económica. Espacios para la lectura.

 

Malajovich, A. 2009. Situación de la primera infancia en América Latina, en Primera Infancia en América Latina: La situación actual y las respuestas desde el Estado. Informe sobre tendencias sociales y educativas en América Latina 2009. Madrid: SITEAL. Disponible en: http://www.siteal.iipe-oei.org/informe/228/informe-2009

 

Rosemberg, F. 2010. Niños pequeños en la agenda de políticas para la infancia: representaciones sociales y tensiones, en Palacios, J. y Castañeda P. (Coords.) La primera infancia (0-6 años) y su futuro. España: OEI/Fundación Santillana.

 

 

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