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Rosalind Franklin y el Año Internacional de la Cristalografía

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En este año 2014, por acuerdo internacional establecido por la UNESCO, se celebra el Año Internacional de la Cristalografía. Una historia muy especial en relación a la cristalografía, que involucra a una infatigable mujer, Rosalind Franklin, merece ser recordada.

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Rosalind Franklin nació el 25 de julio de 1920 en Inglaterra y estudió en la prestigiada Universidad de Cambridge, donde obtuvo tanto su licenciatura como su doctorado (este último en 1945). Desde sus tiempos universitarios tuvo que confrontar una sociedad machista que intentaba frenar su desarrollo profesional. En la sociedad británica de esa época las mujeres aspiraban por lo regular a dedicarse al hogar, al arte o a la enseñanza, y muy pocas conseguían entrar a la universidad y mucho menos estudiaban posgrados. Su propio padre se opuso férreamente a que ella se educara. Su recia personalidad y su obstinación le permitieron sortear con éxito esta situación. Luego de cuatro años trabajando en París, en donde aprendió cómo realizar experimentos de difracción de rayos X en sustancias no cristalinas, volvió a Inglaterra como investigadora asociada en el King’s College. La experiencia adquirida en el estudio de estructuras en sistemas de muy baja cristalinidad le hizo interesarse en aplicar esta técnica al estudio de la estructura de proteínas y lípidos. Empujada por John Randall (en cuyo laboratorio trabajaba) comenzó en 1951 a trabajar con fibras de ácido desoxirribonucléico (ADN), obteniendo en un corto tiempo resultados de muy alta calidad, gracias a su habilidad y a varias modificaciones que hizo a los equipos disponibles. Esta acción, así como su personalidad fuerte y su devastadora franqueza, le trajeron problemas con colegas en su laboratorio, quienes la veían como una intrusa (ellos habían iniciado un año antes los trabajos sobre difracción de rayos X en fibras de ADN), además de, claro, sentirse ofendidos por ser superados por una mujer. En particular, una competida enemistad surgió con Maurice Wilkins, quien fue el primero en proponer la existencia de una estructura helicoidal en el ADN; posteriormente Wilkins mostraría en 1953 (sin autorización de Rosalind) a James Watson y Francis Crick las hermosas fotografías de difracción de rayos X que ella había obtenido, y que les inspiró a sugerir que el ADN consistía en una “doble hélice”. Sin embargo, existe evidencia documental en los archivos personales de Rosalind que establece que ella propuso antes que Watson y Crick dicha estructura de doble hélice al ADN. El fallecimiento temprano de Rosalind Franklin en 1958 (por causas posiblemente relacionadas a su exposición repetida a la radiación en sus experimentos), cuando apenas tenía 37 años, truncó una muy productiva carrera científica. Cuando la Academia Sueca de Artes y Ciencias decidió otorgar a Watson, Crick y a Wilkins el Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1962 por haber propuesto la estructura de doble hélice para el ADN, una sensación de injusticia se sintió en la comunidad científica mundial, por no hacerse un reconocimiento a la enorme aportación de Rosalind Franklin en el tema.

La dedicación del año 2014 como Año Internacional de la Cristalografía tiene un poco de reivindicación y reconocimiento póstumo al papel de Rosalind Franklin. Gran mujer, gran científica, e insuperable cristalógrafa. En México tenemos numerosos ejemplos de mujeres (y hombres también) exitosos en la cristalografía (y en la ciencia en general). Al paso de los años, la participación de hombres y mujeres en la ciencia ha alcanzado un equilibrio que nos ofrece una perspectiva de igualdad de género como no existe en ninguna otra área profesional. Como ocurrió para Rosalind Franklin, las mujeres han encontrado un camino de desarrollo a través de la ciencia; se han forjado un nicho único de oportunidad para alcanzar sus metas personales. Y al igual que con el crecimiento de cristales, es un arte/ciencia que necesita paciencia, creatividad y una gran cantidad de espíritu crítico para afrontar las situaciones inesperadas, incluso aquellas que, como en el caso de Rosalind Franklin, amenazan la continuidad laboral.

 

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