La medicina en Grecia se desvinculó de aspectos mágicos y religiosos, adoptando el concepto de técnica y el sustantivo iatrós (médico), de donde surgió la racionalización en la actividad para sanar, bajo la concepción de “Tekné Iatriké”, del que Hipócrates de Cos (460 a.C.-370 a.C.) ha sido calificado como uno de los más destacados representantes.
La teúrgia, que debe considerarse como aquella acción en la que se invocaba a dioses para contribuir a la salud, se sustituyó por el análisis, investigación, la observación y el estudio de la naturaleza.
La educación de un médico entonces, implicaba una estrecha relación entre los maestros y alumnos sin llevar un curso formal, predominando las exposiciones, los debates, deliberaciones y demostraciones. Pero el principal objetivo de la adiestramiento comprendía a la filosofía, meditando y estudiando la naturaleza en su forma más extensa; pero escudriñando al hombre y estableciendo los vínculos en una extensión al medio ambiente, que instauraba relaciones con la enfermedad buscando como objetivo máximo, el establecer pronósticos acertados, más allá que el diagnóstico y la curación, pues esta era la forma más precisa de demostrar el conocimiento de las leyes que dominan los procesos naturales que provocan enfermedades y así poder prever cuáles podrían llegar a ser las consecuencias de estos padecimientos, desentrañados en su forma más íntima.
Las leyes naturales debían ser respetadas, lo que llevaba implícita la educación y el desempeño profesional bajo condiciones de ética irrestrictas y absolutas, de modo que los médicos griegos regían sus vidas, desde los inicios, bajo condiciones ejemplares.
En la Italia Meridional hay una población llamada Crotona, en la que nació un personaje a quien se conoce como Alcmeón, en los albores del siglo V a. C. lo que lo ubica antes de Hipócrates. Aunque se desconoce una buena parte de su historia, existen evidencias de que su juventud coincidió con la vejez de Pitágoras, siendo su alumno. Hay quienes plantean que no escribió muchos textos, sin embargo varios historiadores coinciden en que efectivamente es autor de una vasta obra sobre el orden de la naturaleza.
Los aspectos más importantes de su vida están referidos por Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.), quien lo describe primero como filósofo, aunque también lo representa como un pensador antropológico, que en sus inquietudes científicas abarcó campos de la biología, embriología y anatomía. Como alumno de Pitágoras, trató de encontrar las relaciones de los números con los fenómenos de la naturaleza, en un afán reduccionista para descifrar el cosmos.
Con respecto a la ubicación del hombre en afinidad con los animales, se le atribuye a Alcmeón el concepto de que la diferencia que existe entre todos los entes biológicos y el ser humano se basa en el pensamiento, el razonamiento, el cultivo de las virtudes y la aspiración a la sabiduría. Pero lo trascendente de este significado radica en la ubicación del cerebro, como el centro regulador de todas las funciones superiores.
Alcmeón fue un naturalista que fundó la anatomía comparada, es decir, las relaciones biológicas entre los hombres y los animales estudiados desde el interior. Expuso la primera teoría con respecto al sueño. Describió el origen de los nervios ópticos y a través de múltiples disecciones, pudo establecer la relación que existe entre el cerebro y los distintos sentidos, colocando a este órgano como el centro de la percepción espiritual del hombre. Distinguió las diferencias entre venas y arterias.
Por último, existe un documento que se le atribuye a Alcmeón. Los historiadores C.S. Kirk, J.E. Raven y M. Schofield en su libro Los Filósofos Presocráticos proponen ciertas fuentes de la filosofía presocrática. En un párrafo se señala: “Alcmeón sostiene que la base de la salud es el equilibrio (ísonomian) de los poderes (dynámeon ): frío y caliente, húmedo y frío, amargo y dulce, etcétera. Mientras que la supremacía (monáchian) de uno de ellos es causa de enfermedad”. La propuesta de que en los médicos deban conocer las estaciones del año y sus efectos así como las regiones con distintas características geográficas y por lo mismo climáticas, constituye un avance impresionante considerando la época de Alcmeón.
Esto implícitamente genera el concepto de que el médico debe eliminar las causas de las dolencias con base en lo que se analiza de la naturaleza, buscando la restitución del estado normal, mucho antes de aplicar lo artificial.
Uno de los grandes defectos del quehacer médico actual gira en torno al haber desechado estos conceptos antiguos, bajo la premisa de que las altas tecnologías se pueden sustituir. Evidentemente los logros en el conocimiento de los fenómenos vinculados con la salud y la enfermedad actualmente representan una maravilla, pero no podemos caer en la soberbia. Sería fundamental buscar un equilibrio en el análisis médico y una forma que definitivamente es útil (pues nos desenvolvemos en un medio ambiente que nos afecta inexorablemente) sería retomar el Tekné Iatriké, pensando en la filosofía de todos los tiempos. Este planteamiento no es descabellado y sí podría orientarnos a una medicina más humana y efectiva que la actual.
Kirk, C.S, J.E. Raven y M. Schofield, 1983, Los filósofos Presocráticos. Historia Crítica. Madrid, Editorial Gredos, Segunda edición.