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México tiene una gran tradición en Nanociencia y Nanotecnología; en el INAOE trabajamos para innovar:  Alfonso Torres

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En 1972, Guillermo Haro consideró que, para desarrollar la Electrónica dentro del INAOE, debía impulsar la microelectrónica y sus laboratorios para hacer microcircuitos. A 45 años de su fundación, el Instituto cuenta con un laboratorio de Innovación donde se elaboran circuitos integrados y sistemas micro electromecánicos. Además se desarrolla investigación en materiales nanoestructurados y sus posibles aplicaciones en medicina, biología y energías. Alfonso Torres Jácome, coordinador en dos ocasiones del departamento de Electrónica y promotor de la nanoelectrónica en el Instituto comparte los avances científicos en esta área.

 

SyC: ¿Cuándo y cómo llegó al INAOE?

 

Alfonso Torres (AT): Llegué aquí en 1977 casi por azares del destino; yo había presentado mi examen a Pemex —que aprobé— y estaba en espera de saber cuándo había plazas. Trabajaba, con unos parientes, de chofer en un camión de Chiapas al Distrito Federal. Un compañero, Alberto Cordero, que estaba haciendo la maestría en el INAOE, me dijo: aquí hay algo que se parece a lo que estudiaste, “se solicita ingeniero químico o físico que quiera hacer crecimiento de cristales”. Me presenté, comencé a trabajar como técnico con el doctor Pandey; con él empecé a crecer cristales ferroeléctricos.

 

SyC: ¿Cómo ha sido el desarrollo de la electrónica en el INAOE?

 

pag-06aAT: Pues ha tenido altos y bajos, en el inicio hubo mucho ímpetu, a  finales de los años 70 y principios de los 80 era realmente fantástico, habían investigadores de todas partes del mundo. Guillermo Haro tuvo la visión acertada de desarrollar la electrónica y los materiales;  así que lo mismo tenía teóricos en física de semiconductores, en física de estado sólido y materiales, que investigadores que estaban en los laboratorios junto a la tecnología de circuitos integrados. Por la devaluación y la crisis todos se fueron.

Hasta después de los 90 volvimos con el doctorado en electrónica y tuvimos otro boom, ahora, basados en dispositivos y diseños de circuitos integrados; y esto fue posible con el ímpetu de los que regresaron de Europa, egresados y ahora doctores todos ellos. El impacto ha sido tal que el grupo de diseño de Motorola México y el grupo de investigación que tiene Intel —el único en América Latina—, están conformados por egresados del INAOE. En el extranjero somos muy reconocidos, tenemos muchos convenios y nuestros estudiantes son más que bienvenidos. Sólo en EEUU tenemos 30 por ciento de nuestros egresados trabajando en empresas o universidades de aquel país.

 

SyC: Usted es uno de los promotores del Laboratorio de Nanoelectrónica, en este momento ¿cuál es el estado de este laboratorio?

AT: México tiene una gran tradición en Nanociencia y Nanotecnología, nosotros hacemos un material nanoestructurado, vemos sus propiedades no solo nano sino macroscópicas y qué es lo que éstos pueden mejorar, con eso hacemos nuevos sensores, nuevos circuitos o nuevas funciones, que nos ayuden a tener una mejor calidad de vida con aplicaciones en medicina, en biología y como sensores de medio ambiente, entre otras cosas.

Trabajamos en paquetes que nos permitan tener todos los sistemas en uno solo. Proponemos el uso de un material, el teflón —que si bien se ha usado siempre— lo usamos como elemento activo, aprendimos a grabarlo, a manejarlo y es excelente para trabajar en muy altas frecuencias; ponemos resistencia y ponemos inductores en 3D que nos permiten muy alta calidad; que sirven para acoplar todos los dispositivos activos, de tal manera  que en un mismo sustrato tenemos una gran variedad de circuitos integrados; optoelectrónicos, lógicos, con materiales nanoestructurados y que al final nos dan un sistema en un solo paquete.

En nuestro laboratorio trabajamos en la creación de antenas pequeñas que recolecten toda la energía que se desperdicia de radios, celulares y otros aparatos; usamos materiales nanoestructurados que por su tamaño y cantidad nos van haciendo más o menos eficiente un material a la medida de las necesidades. Por ejemplo, los aparatos que generan calor; el calor que generan lo volvemos a convertir en energía eléctrica para tener dispositivos y circuitos autónomos; es decir, solamente se rescata un poco de energía para mantener, siempre alimentada la parte de comunicación de un sistema con algo remoto, con un sistemas de comunicaciones global, esto es el Internet of things.

Esta es solo una manera de hacerlo, también es posible, por ejemplo, recolectar energía al caminar o mover el brazo con materiales piezoeléctricos, hablamos de una cantidad de energía pequeñita, y la recuperamos para dispositivos o circuitos que requieren de muy poca energía para funcionar; aquellos que se utilizan en pacientes diabéticos para dar seguimiento a su presión y glucosa son algunos ejemplos.

SyC: ¿Cuál es el proyecto más importante en el que usted ha participado?

AT: Se llama Laboratorio Nacional de Nanoelectrónica, participaba el gobierno estatal —donó el terreno de más de dos hectáreas— y el gobierno federal a través de la Secretaría de Economía.  Era un proyecto muy ambicioso: una planta piloto de producción de circuitos integrados. Iniciamos la construcción entre el gobierno federal y el INAOE.

Aquella estructura tiene más de seis metros de cimentación con un aislamiento tal que el edificio estaba proyectado para resistir un terremoto de 8 grados, no puede haber vibraciones del ambiente o naturales más allá de un micrómetro por segundo. Lamentablemente no pudimos concretarlo por el cambio de sexenio de las administraciones estatal y federal.

Recibimos también, por parte de Motorola México, la donación de una línea de fabricación de Motorola; éste es el Laboratorio de Innovación clase 10 y clase 100; en 800 metros cuadrados tenemos todo para hacer circuitos integrados, sistemas micro electromecánicos y ya hemos incorporado nuevos materiales.

 

SyC: ¿Alguna anécdota que quiera compartir?

pag-06bAT: Hay una que muestra el espíritu tolerante del INAOE. A principios de los 80 las comunicaciones eran escasas en Tonantzintla; había solo dos camioncitos Puebla-Tonantzintla; a las 8 de la noche se acababa todo, no había nada qué hacer, así que los estudiantes quedaban aislados. Algún estudiante alguna vez —entre la presión de todo esto y sin nada en qué ocuparse— se pasó de copas; anduvo aquí dando vueltas y cantando, haciendo un escándalo. Entonces todavía vivía aquí en los bungalós el doctor Haro, y los vigilantes le informaron del estudiante que no dejaba dormir. “Está bien, que mañana venga conmigo”, indicó.

Todos nosotros pensamos: ¡lo van a correr!

Haro le dijo: “¿Por qué hizo eso?”, y el estudiante contestó: “Estaba cansado y se me pasaron las copas”, y Haro dijo: “Entiendo, sé que hace falta diversión; pondremos calefacción a la alberca y una cancha de básquetbol. Usted mejor póngase a estudiar”.

Eso habla del espíritu incluyente, de pensar en las necesidades de todos.

Yo era muy fan de las revistas de historietas y la primera vez que oí hablar del Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla fue en una revista de Fantomas1, donde un asteroide iba a chocar con la Tierra y el profesor Semo, ayudante de Fantomas, se vio imposibilitado para predecir la trayectoria y pidió ayuda a un científico mexicano, el doctor Haro, esa fue la primera noticia que yo tuve de Tonantzintla y del doctor Haro.

Referencias

 

  • Historieta mexicana, popular en México y América Latina. Se publicó entre la década de los 60’s y 80’s. Se caracteriza por sus referencias culturales y científicas, y la inclusión en algunas aventuras del protagonista de personajes importantes para la ciencia, el arte, el humanismo y el entretenimiento.

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