Que toda la vida de la tierra
venga de una sola célula:
el gran misterio
De un solo antepasado todos
un universo creándose todavía…
Fragmento del poema “El Origen de las Especies”, de Ernesto Cardenal
Seguramente más de una vez te has hecho la pregunta: ¿cómo es qué surgió la vida en este planeta llamado Tierra? Eso sí, no eres el único que se ha preguntado esto. Desde que apareció el hombre en el planeta, desde entonces, se ha preocupado por conocer el origen de los seres vivos. La observación, sin duda, fue y es una de las herramientas claves para tratar de entender el origen de las especies, esto permitió que a lo largo de la historia se hayan formulado diversas teorías que han tratado de explicar el origen de todo aquel organismo que ha habitado y habita este planeta.
Hoy en día sabemos que, si dejamos durante días trozos de carne sobre un plato, al paso del tiempo ésta se habrá echado a perder y con suerte veremos cómo llegan las moscas y colocan algunos huevecillos que darán paso a la siguiente generación. Sin embargo, para las primeras civilizaciones, como los griegos, esto era un fenómeno que se observaba cotidianamente, para el cual habría que buscar una explicación; se creía que la vida surgía de la nada, es decir, de materia sin vida acompañada de una fuerza supernatural a la que Aristóteles la llamó entelequia. La teoría de Aristóteles fue tan fuerte que durante casi 2 mil años estuvo vigente. En 1667 un médico holandés de nombre Johann B. van Helmont, retomando las ideas aristotélicas, publicó una receta en donde a partir de la generación espontánea podían surgir roedores:
… Las criaturas tales como piojos, garrapatas, pulgas y gusanos son nuestros miserables huéspedes y vecinos, pero nacen de nuestras entrañas y excrementos. Porque si colocamos ropa interior llena de sudor con trigo, al cabo de veintiún días el olor cambia y el fermento, surgiendo de la ropa interior y del trigo, ratones…
Ante esto, y con la desaparición del feudalismo, el pensamiento de los hombres de aquella época había cambiado, haciéndolos un tanto incrédulos y capaces de criticar tales publicaciones. Esto permitió que dichas ideas fueran llevadas a la experimentación. En 1668 Francisco Redi, médico toscano, fue el primero en arremeter contra la teoría de la generación espontánea, comprobando que de los trozos de carne lo que surgía eran larvas de mosca que provenían de huevecillos depositados en ella. Secundando a esta explicación, Leewen-hoek, con el perfeccionamiento del microscopio óptico, empezó a descubrir un mundo que, hasta ese momento, había sido ignorado. Mientras tanto en Inglaterra, Needham intentó demostrar la existencia de una fuerza vital en sus experimentos, en donde hervía caldos durante unos minutos y luego los sellaba; sin embargo, a pesar de todas las precauciones tomadas, los caldos terminaban infestados de microorganismos. Para Lazzaro Spallanzani, los resultados de Needham no eran del todo coherentes, esto lo llevó a repetir el experimento hirviendo los caldos durante más tiempo, permitiendo que no aparecieran microorganismos en la sustancia. 194 años después, como resultado de una convocatoria, Louis Pasteur aparece para dar fin a la teoría de la generación espontánea, realizando sus famosos experimentos, en donde comprobaría que la vida no podía surgir de la nada.
Años más tarde, en 1908, Arrhenius afirmaba que la vida había surgido de una espora proveniente del espacio, probablemente en un meteorito.
Entre todo esto no podemos dejar de mencionar a la iglesia católica, que desde su perspectiva también ha explicado el origen de la vida, teniendo a un ser supremo o divino como el creador de todo lo que conocemos hasta hoy en día.
Actualmente para la ciencia la teoría más aceptada del origen de la vida es la que formularon casi al mismo tiempo Alexander Oparin y John B. Haldane, a la cual nombraron “Teoría de la evolución química o quimiosintética”, en donde investigaron el origen de las primeras células, además de describir las condiciones físicas y químicas de una atmósfera primitiva, la cual carecía de oxígeno. En síntesis, ambos investigadores llegaron a la conclusión de que las primeras en surgir fueron moléculas inorgánicas y que las condiciones de la atmósfera primitiva dieron lugar a moléculas orgánicas sencillas, que más tarde dieron origen a moléculas orgánicas complejas y subsiguientemente a sistemas precelulares, a los que particularmente Oparin los llamó “coacervados” que más tarde darían origen a las primeras células.
Por estas y muchas razones más el origen de la vida es y seguirá siendo un tema de polémica y estudio para muchos. En México, hoy en día tenemos a uno de los estudiosos más importantes en esta área, el doctor Antonio Lazcano Araujo, reconocido investigador en biología evolutiva, específicamente sobre el origen de la vida, estudió la carrera de Biología en la UNAM, misma institución en donde realizó sus posgrados en Ciencias. El acercamiento de Lazcano Araujo con Oparin y su interés por conocer el origen de la vida, lo llevó a publicar uno de los libros clásicos dentro de la biología El origen de la vida, evolución química y evolución biológica, en donde de manera fácil y amena, hará que el lector termine con un buen sabor de boca; muchos han catalogado al libro como una lectura obligada para cualquier persona interesada en conocer el origen de los seres vivos.
Aprovechando este espacio, nos unimos a la celebración del 45 aniversario del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), a quienes les mandamos un afectuoso abrazo, muchas felicidades y ¡larga vida a la ciencia!
@helaheloderma
Fb: Tras las huellas