El derecho a la ciudad

La ciudad de Puebla es acogedora por varias razones: su temperatura media es de 17 grados Celsius con una variación de +/- ocho grados; el promedio de sol al día es de 7.3 horas; su luz es, según los artistas plásticos, inmejorable; la humedad relativa es de 61 por ciento y los días de lluvia son 112 (961 mm al año); el Popocatépetl, el Iztaccihuatl y la Malinche son eternamente visibles, y la gastronomía poblana y el patrimonio edificado son ya  bienes de la humanidad. En la segunda mitad del siglo pasado la población residente en el municipio de Puebla creció seis veces y la superficie de la ciudad capital lo hizo en 14 tantos; se espera que la tasa de crecimiento de la población en dicho municipio sea 0.9 por ciento anual para los años 2000-2030 y de una magnitud similar el crecimiento de la superficie. La expansión de la mancha ur-bana ha sido sobre la superficie agropecuaria de las localidades rurales del propio municipio y de los municipios ajenos que ha integrado en su proceso de conurbación.

La gestión pública del crecimiento de la ciudad de Puebla fue agresiva con la naturaleza y con los angelopolitanos y sumamente benévola con el capital inmobiliario: deforestación, contaminación de aguas y aire, degradación de suelos, usurpación de acuíferos y estrés hídrico, expoliación de tierras de cultivo; contaminación acústica, congestionamiento vial; desequilibrios entre los ecosistemas; islas de calor, pérdida de biodiversidad y de áreas verdes. La ciudad creció según las necesidades de realización del capital inmobiliario y las posibilidades de adquisición de vivienda de una población mermada en sus ingresos monetarios por la precarización de su actividad laboral, se polarizaron dos asentamientos urbanos: uno carente de servicios e infraestructura, otro, de creciente plusvalor por la infraestructura urbana que generosamente la administración pública obsequió a los desa-rrolladores inmobiliarios.

La Organización de las Naciones Unidas estima que las áreas verdes en localidades urbanas debería de ser de 16 metros cuadrados (m2) por habitante; más realista, la Organización Mundial de la Salud propone 9.2 m2 por habitante. El plan de desarrollo urbano de la ciudad de Paris estableció 17 m2; el de Londres, 16 m2 y el de Nueva York, 11 m2. La ciudad de México en su inventario de 2003 registró 15.1 m2 por habitante de áreas verdes públicas y privadas (incluyó pastos, arbustos y árboles); la ciudad de Puebla registró menos de 2 m2 de áreas verdes por habitantes en diversas estimaciones realizadas entre 1990 y 2015, en el cálculo de ese promedio sólo consideraron parques, jardines y explanadas públicas. Las áreas verdes hacen más amigable la residencia en localidades urbanas: regulan el clima, absorben contaminantes, capturan agua, amortiguan el ruido y generan equilibrios en suelos, aguas y aire. En la ciudad de Puebla estamos urgidos de tener un espacio verde que garantice el equilibrio entre los ecosistemas y haga más saludable vivir en esta congestionada ciudad.

El derecho a una vida digna no puede ser ecocidio, no podemos alterar indefinidamente los ciclos biogeoquímicos como lo hace el capitalismo y lo convalida la gestión pública. La deforestación de nuestros parques nacionales degrada los suelos, libera dióxido de carbono, altera el régimen de lluvias, merma la captación de agua y disminuye la liberación de oxígeno, la Malinche es un claro ejemplo de la barbarie civilizatoria: la superficie arbolada en 2008 equivalía a 45 por ciento de la superficie de ese parque nacional, la biomasa viva contenida en 20 mil 607 hectáreas de superficie arbolada era de 4.88 millones de toneladas; en 70 años destruimos uno de nuestros principales pulmones. (Fabiola Rojas y Lourdes Villers. 2008. Estimación de la biomasa forestal en el parque nacional la Malinche: Puebla-Tlaxcala. México: UNAM. Ciencias de la Atmósfera).

La ciudad de Puebla es el centro de actividad económica de 38 municipios de Puebla y de Tlaxcala, con ellos establece relaciones sistemáticas de orden diverso que implican una población flotante en la ciudad capital superior a la que ahí reside, lo que genera demanda de servicios que superan la capacidad de la gestión del municipio de Puebla, como lo es el agua potable, recolección de basura, servicios de seguridad y transporte urbano y suburbano de pasajeros. Los conurbados municipios de San Pedro Cholula, San Andrés Cholula, Amozoc y Cuautlancingo registran actualmente una población de 400 mil habitantes y sumados todos los municipios de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Puebla (Puebla y Tlaxcala), la población actual es de 3 millones de personas, casi el doble con relación a los residentes en el municipio de Puebla. Tal asentamiento hu-mano plantea problemas de inmediata resolución: gestión y usos consuntivos del agua potable; equilibrio de los ecosistemas; movilidad urbana; seguridad pública; servicios de recolección de basura; conectividad; conservación y mantenimiento de áreas verdes, y cogestión de ayuntamientos metropolitanos. Existen muchas iniciativas para enfrentar esta situación y es de esperar que en el actual proceso electoral se expresen la academia, las instituciones de gestión pública, los organismos políticos, los cuerpos colegiados de profesionistas, los sindicales y patronales, las asociaciones civiles y otros organismos no gubernamentales para suscribir una agenda común que respete los derechos de la naturaleza y permita la reproducción de toda forma de vida.