El feminicidio se refiere a la forma más extrema de violencia ejercida por los hombres contra las mujeres y es la punta del iceberg de la violencia que vivimos las mujeres en los diferentes espacios en los que nos desenvolvemos. Este concepto da cuenta del asesinato de mujeres por el hecho de ser mujer.
Marcela Lagarde señala que el feminicidio es precedido de múltiples violencias sustentadas en relaciones de opresión, explotación y dominación que desvalorizan a las mujeres y después de la muerte lo que sucede en la gran mayoría de los casos es la impunidad y la criminalización de las víctimas.
Mucho se ha dicho de la carencia de datos, de la falta de información precisa, no obstante podemos aproximarnos a esta problemática a partir de la información brindada por los medios de comunicación. En el estado de Puebla el feminicidio se tipificó en el año 2013, de esa fecha a la actualidad 393 mujeres han sido asesinadas como resultado del odio hacia ellas; insistimos, este dato es una aproximación pues no todos los feminicidios se han dado a conocer.
Cabe señalar que el número de feminicidios se ha ido incrementando, pasando de 51 asesinatos en 2013 a 101 en 2017 y en lo que va de este año se han registrado 46 casos. Lo que queremos decir es que en lugar de que desaparezca este tipo de violencia, los datos muestran un aumento. ¿Por qué no se ha declarado la alerta de género? ¿A quién beneficia que siga habiendo feminicidios?
Por otra parte, si bien es cierto los feminicidios se han cometido en 77 de los 217 municipios, estos se concentran en tres espacios: el primero constituido por los municipios de Venustiano Carranza, Xicotepec, Huauchinango, Zacatlán y Chignahuapan; el segundo integrado por Tehuacán, Ajalpan y Coxcatlán, y el tercero formado por Puebla, San Martín Texmelucan, Huejotzingo, Atlixco, San Pedro Cholula, San Andrés Cholula, Amozoc, Tepeaca, Tecali de Herrera, Tecamachalco, Acatizingo, Quecholac y Palmar de Bravo. Sobre este último espacio hay que señalar que está integrado por los municipios que integran el “triángulo rojo” y porque 53 por ciento de los feminicidios se han cometido en esta área.
Otro rasgo que nos parece importante señalar es que los feminicidios no sólo se comenten en los espacios domésticos, muchas mujeres han sido asesinadas en espacios públicos. La violencia contra las mujeres se ha convertido en un hecho cotidiano y en una forma de disciplinamiento para que las mujeres asumamos las relaciones asimétricas de poder en la que las mujeres tenemos todas las de perder.
Consideramos que si bien es cierto se requiere contar con información precisa para tener diagnósticos más precisos, no se puede aplazar la acción del Estado, es indispensable que se emita la alerta de género y que se castigue a los feminicidas.
Con la emisión de la alerta de género se estará dando un paso en la desnaturalización de la violencia hacia las mujeres y se reconocerá que no es normal y que no se justifica ninguna muerte. El castigo de los feminicidas es un acto elemental de justicia y de respeto a los derechos de las mujeres.
La alerta de género es un acto que requiere voluntad política y es pasar de los discursos a la acción. Si se quiere se puede.