No teníamos una idea clara de lo que iba a ser el alunizaje hace 50 años, cuando pocas familias poseían televisores. No parece tan lejana esa época en la que, a través de ventanas, se encendían los aparatos para que, con sillas colocadas literalmente en las aceras de las calles, exhibieran programas que la gente veía con una particular atención, como ese momento histórico marcado por la gran hazaña de poner las huellas de los pies en la luna. Hubo de conjuntar ciencia, tecnología, ingenio, atrevimiento y aventura para culminar con el proyecto más ambicioso en toda la historia de la humanidad. En cinco días de ese mes de julio de 1969 culminaron los resultados de dudas, aciertos, decepciones, fracasos, muertes, alegrías y un sinfín de expresiones humanas.
Los años finales de la época de los 50 fueron particularmente complicados para los Estados Unidos (EU). La entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el 4 de octubre de 1957 había puesto en órbita el satélite artificial Sputnik 1, para que el 3 de noviembre fuese lanzada otra nave con el primer ser viviente que buscaría orbitar a la tierra. Se trató de la perra Laika que unas horas después del lanzamiento moriría calcinada, en un hermetismo de la URRS, debido a las tensiones que se generarían por lo que ahora se conoce como la “Guerra Fría”.
Posteriormente, el 12 de abril de 1961, el piloto Yuri Alekséyevich Gagarin (1934-1968), en una misión de solamente de 108 minutos en total, fue el primer ser humano en orbitar la tierra.
Con Europa debilitada por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se estaba gestando un enfrentamiento entre dos superpotencias hegemónicas: la URSS y los EU, con la búsqueda de establecer una supremacía económica, ideológica, política y social en una verdadera escalada de tensión. La forma de establecer una mejor intimidación era desarrollar la tecnología más espectacular, dando lugar así a la carrera espacial, cuyo logro más impresionante sería la llegada por primera vez del hombre a la luna. Este impulso tendría definitivamente como objetivos mejorar el desarrollo de tecnología bélica para tener ventajas militares, adelantos en estrategias de espionaje, oportunismo promoción de sentimientos patrióticos para poder justificar enormes cantidades de dinero que se destinarían a todo este proceso.
Los logros espaciales de los soviéticos habían dejado atrás a los estadounidenses y el entonces presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy (1917-1963), en un histórico discurso, planteó poner por primera vez al hombre en la luna antes de finalizar la década. Esta propuesta no fue de ninguna manera caprichosa. Aunque solicitaba entre 7 mil y 9 mil millones de dólares, tenía el apoyo de un genio traído de la Alemania Nazi llamado Wernher Magnus Maximilian Freiherr von Braun, mejor conocido como Wernher von Braun (1912-1977), quien fue el diseñador de misiles balísticos para los alemanes que se conocerían con el nombre de “Vergeltungswaffe 2” (arma de represalia número 2) o también bajo su abreviatura de V2, destinados para atacar Inglaterra y Holanda. Von Braun fue considerado como un verdadero tesoro por sus conocimientos en aeronáutica y Kennedy lo sabía, de modo que con todo el apoyo y después de siete años verdaderamente frenéticos de investigación científica, aunque el presidente Kennedy hubiese sido asesinado en 1963, primero con el proyecto Mercury y luego con el Gemini, lograrían lanzar satélites para ponerlos en órbita, y también colocar y regresar a un hombre que se llamó Alan Bartlett Shepard Jr. (1923-1998) precisamente en órbita.
Una vez que lograron estos éxitos, se propuso el programa Apolo, que por medio de la mayor nave construida a lo largo de toda la historia (un cohete de 110 metros de altura) que se llamaría Saturno V, tendría como objetivo llevar al hombre a la luna.
El plan inicial incluyó tres etapas. La primera que duró un poco más de dos minutos y medio, impulsaría las tres mil toneladas de cohete, para dar lugar a la segunda etapa que duró alrededor de seis minutos y la tercera que tardó un poco más de dos minutos y medio. El combustible se consumió a una velocidad aproximada de cuatro toneladas por segundo e impulsó a la nave bajo un sistema particularmente eficiente que aprovechaba la fuerza de gravedad terrestre y la lunar en un viaje de ida y vuelta, que rodeaba a ambos cuerpos celestes.
La necesidad de establecer maniobras exactas resulta verdaderamente sorprendente. El mínimo fallo hubiese sido verdaderamente catastrófico no solamente para la vida de los astronautas sino para todo el programa espacial, de modo que la expectación que giraba alrededor de esta aventura resulta increíble e inimaginable.
El 16 de julio de 1969 se lanzó el cohete con tres astronautas llamados Neil Alden Armstrong (1930-2012), Edwin Eugene Aldrin, Jr. (1930), quienes serían los primeros seres humanos en pisar el suelo lunar el 20 de julio, y Michael Collins (1930), quien fue el encargado de maniobrar la nave alrededor de la luna para esperar el regreso de sus compañeros. El 24 de julio, es decir, ocho días después de haber iniciado, la misión culminó con éxito.
Para la fecha actual, hay quienes piensan que este hecho es falso, expresando que hay muchas evidencias de una mentira creada por el gobierno de Estados Unidos, como resultado de la Guerra Fría. También están las personas que descalifican este logro humano, bajo la consideración de que fue algo extraordinariamente caro y sin un resultado práctico.
Quienes vivimos ese momento histórico vamos envejeciendo y poco a poco las nuevas generaciones ven con menos capacidad de asombro todo lo que sucedió en esa década de los años 60.
Actualmente el desarrollo de la tecnología aeroespacial es más discreto y si bien se están dando avances en el conocimiento en una forma totalmente distinta a lo que sucedía hace 50 años, resultan sorprendentes los resultados de estas investigaciones que, indirectamente, nos permiten vivir en una forma totalmente inimaginable.
Ahora tenemos a la Estación Espacial Internacional que, alrededor de la Tierra, ha recibido la visita de más de 230 personas de 18 países. Se plantean viajes turísticos espaciales; se ha proyectado crear una base lunar para programar un desplazamiento tripulado a Marte; se valora cómo tener una fuente disponible de aire, agua, alimentos y cómo poder disponer adecuadamente de los residuos. Muchas conclusiones se han derivado de los viajes al espacio y aunque nos sorprende y al mismo tiempo existen visiones a favor o en contra, es necesario poner seriamente en consideración las palabras que expresó el primer astronauta Yuri Gagarin cuando vio desde lo más alto nuestro globo terráqueo: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”.