Hoy en día las condiciones laborales de los jóvenes son muy precarias. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el año 2019 los jóvenes entre 15 y 24 años que trabajan, sumaron un total de 9 millones, de los cuales 39 por ciento gana más de uno hasta dos salarios mínimos. Mientras que 23 por ciento gana hasta un salario mínimo, esto quiere decir que más de la mitad de los jóvenes que trabajan ganan máximo dos salarios mínimos, recordemos que un salario mínimo en 2019 fue de 102.68 pesos diarios.
Cabe agregar que dentro del total de estos jóvenes que trabajan algunos también estudian; aproximadamente 76 por ciento sólo se dedica a trabajar y 24 por ciento realiza ambas actividades. Aquellos que combinan estudios y trabajo son los que perciben menores ingresos: 35 por ciento menos de un salario mínimo y 27 por ciento de uno a dos salarios mínimos; mientras que para los que sólo trabajan las proporciones son de 19 y 44 por ciento, respectivamente, como se puede apreciar en la gráfica.
En general, los jóvenes que trabajan en México tienen bajos niveles de ingreso y más si estos son estudiantes. Esto podría deberse a que no cuentan con la experiencia ni las habilidades necesarias para tener un empleo formal con mejores condiciones laborales (con contrato y prestaciones de ley, por ejemplo).
Muchos de los jóvenes que estudian y trabajan deciden entrar al mercado laboral, principalmente, por la existencia de una carencia económica dentro de su núcleo familiar. Lo hacen para colaborar con los gastos del hogar o bien para poder continuar con sus estudios.
Vale la pena pensar en los programas que se han establecido en nuestro país o bien, los que se podrían implantar para impulsar el desarrollo de los estudiantes que trabajan; a fin de que éstos tengan mejores condiciones laborales y puedan obtener ciertas habilidades o conocimientos que les permitan tener un oficio o un empleo formal.