La economía mexicana pasó de un pronóstico de crecimiento similar al poblacional a uno negativo, como la mayoría de las economías del mundo; la causa inmediata común el coronavirus, agravada por la caída del precio internacional del petróleo y materias primas y de los mercados bursátiles, la salida de capitales y la devaluación de la moneda. Este año los ingresos presupuestarios serán casi 300 mil millones de pesos menores a lo previsto por la Ley de Ingresos de la Federación y los ingresos petroleros habrán caído 415 mil millones de pesos con relación a lo presupuestado debido a la combinación de la caída del precio internacional del crudo y un menor volumen exportado (El Financiero, 1/04/20). Inversamente, aumentaron los gastos para atender los agravios del coronavirus y estructurar un sistema público de salud en ruinas desde hace por lo menos dos decenios: se crea el Instituto Salud para el Bienestar (infraestructura, atención médica y medicamentos gratuitos); se amplió el programa social (22 millones de beneficiarios); se otorgarán créditos blandos a pequeñas empresas así como créditos para vivienda (2.1 millones), y se ampliará la inversión pública en infraestructura y saneamiento para lograr dos millones de nuevos empleos. Lo que era superávit primario (gasto público menos ingreso antes del pago de la deuda) del 0.7 por ciento del PIB será déficit de por lo menos 0.4 por ciento del PIB y los requerimientos financieros del sector público aumentarán entre 4 y 6 por ciento del PIB.
El fondeo de los gastos emergentes para atender a los afectados por el coronavirus y afrontar algunas de sus secuelas socioeconómicas (contracción de oferta y de masa salarial) provienen del Fondo de Estabilización de los ingresos presupuestarios (158 mil 400 millones de pesos), del traslado de los fondos de los 28 Fideicomisos cancelados (250 mil millones de pesos), de la austeridad republicana; del congelamiento de los sueldos de funcionarios públicos de alto rango y el impago del aguinaldo (3 mil millones de pesos), y del fondo de cobertura petrolera que opera cuando el precio de la mezcla mexicana de exportación es menor a 49 dólares por barril. La deuda pública se pagará en tiempo y forma, no habrá incremento de la tasa impositiva ni tampoco nuevos impuestos ni contratación de deuda pública. El gasto programable disponible es el mismo, lo que habrá es transferencia de partidas, será la población pobre la que conserve o mejore su deteriorado nivel de ingresos, pero esa loable y justa acción puede no ser suficiente para reactivar el crecimiento económico.
Ante una situación de caída generalizada de la inversión, la producción y el empleo hay dos estrategias convencionales: una asociada a Michal Kalecki y John M.Keynes que consiste en ampliar el gasto público, principalmente la inversión pública: operar con déficit fiscal para contener la crisis económica; otra, asociada a los neoliberales, entre ellos a Milton Friedman, que sostiene preservar el equilibrio de las finanzas públicas y, ante una caída del ingreso público hay que contraer el gasto. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se niega a ampliar la inversión pública, a incrementar la deuda pública o a renegociarla en mejores términos para liberar recursos tanto para el desarrollo como para el crecimiento, tiene a su favor credibilidad, confianza, legitimidad y el apoyo de la mayoría absoluta de ciudadanos. En contra, a los que lucran con la indigencia, abrevaban del erario y reclaman transferencias por la contingencia sanitaria.
No se ha detallado aún la totalidad de recursos que se utilizarán al enfrentar la crisis económica y todavía no sabemos cuál será la magnitud de las consecuencias del coronavirus. Siete de cada 10 pesos de bienes y servicios que generamos tienen que ver con importaciones y exportaciones, si en Estados Unidos hay contracción de las actividades industriales, afecta las exportaciones mexicanas, lo mismo pero en menor escala sucede con una disminución de la tasa de crecimiento económico de China, uno de nuestros principales proveedores. Por lo expresado por AMLO en su Primer Informe Trimestral de 2020 y en la Conferencia matutina del 6 de abril del año en curso, los fondos para enfrentar el coronavirus son menores a tres puntos del PIB, con ello hará maravillas: 2 millones de nuevos empleos y 2.1 millones de créditos, pero pueden ser insuficientes para afrontar una contracción económica del 6 por ciento, como vaticina la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (la Secretaría de Hacienda y Crédito Público estimó un crecimiento entre -3.9 por ciento y 0.1 por ciento).