La larga crisis que se avecina

 

1. No será fácil salir de la crisis económica actual.

 

Se han frenado procesos productivos, tanto porque ha habido interrupción de abasto de insumos productivos importados, como por la cuarentena, así como por la falta de apoyo del gobierno a las empresas y trabajadores para evitar quiebre de empresas. Han caído las exportaciones, el comercio internacional, ha aumentado el desempleo, disminuyen los salarios y la demanda interna. La pandemia sigue, por lo que no será fácil reabrir los negocios y retomar el crecimiento.

Los países desarrollados están actuando como si fuera una crisis como cualquier otra. Piensan que inyectando liquidez, bajando la tasa de interés a niveles cercanos a cero e incrementando el gasto público, retomarán el crecimiento. El problema es que ha disminuido el comercio internacional y la producción, así como la dinámica de acumulación e ingresos de empresas e individuos. Han aumentado los niveles de endeudamiento y los problemas de insolvencia, y se ha reducido la capacidad de sortear los embates que enfrentan las economías. Ello está ocasionando el cierre de muchas empresas, lo que disminuye la capacidad productiva, con la consecuente descapitalización y desindustrialización que reduce el crecimiento potencial de las economías, lo que dificultará retomar el crecimiento.

 

  1. La crisis es derivada de las políticas predominantes

 

La economía mexicana se encuentra en una crisis, no como resultado del Covid-19, sino derivada de las políticas que han predominado desde los años ochenta que han privilegiado más mercado de economía abierta y menos participación del Estado, favoreciendo al sector financiero y a las empresas transnacionales y han atentado sobre las condiciones endógenas de acumulación y nos ha llevado a depender del comportamiento de las variables externas, es decir, de las exportaciones, remesas, turismo internacional y entrada de capitales. Al pasar a actuar éstas en forma negativa por la pandemia, se evidenciaron los problemas y desequilibrios internos. La economía ya estaba en recesión cuando llegó el Covid-19, y al no tener condiciones productivas y financieras internas, ni manejo de política económica para hacer frente a los embates externos, se acentuaron los problemas.

Las presiones sobre el sector externo se han incrementado, así como sobre las finanzas del sector privado y del sector público. Ello ha incrementado los requerimientos de financiamiento interno y externo que no están disponibles, por lo que se merma más la capacidad de inversión y de gasto, y acentúa la contracción económica y el desempleo. El contexto de crisis e incertidumbre está promoviendo salida de capitales y reduciendo la entrada de éstos, lo que desestabiliza el mercado de capitales y de divisas, lo que presiona sobre las finanzas privadas y públicas.

 

  1. Aumento del endeudamiento y de la cartera vencida

 

Al caer el ingreso de las empresas, al desvalorizarse sus activos y aumentar el costo de sus pasivos, terminan cayendo en cartera vencida, que les restringen su capacidad crediticia, de inversión y de gasto, lo que acentúa la contracción económica y el desempleo. Muchas empresas están vendiendo activos para pagar pasivos, por lo que terminan rematando sus activos y menos recursos obtienen para cubrir sus obligaciones financieras y mantenerse en el mercado. Hay empresas que son viables, que pueden cubrir sus deudas y reinvertir en condiciones de crecimiento, pero están cerrando ante la falta de apoyo gubernamental. Están quebrando muchas empresas de todos tamaños, aunque más las pequeñas. Los créditos de 25 mil pesos que otorga el gobierno a tasa de interés de 6 por ciento a las micro empresas, para nada les permite sobrevivir, dada la disminución de demanda que enfrentan. Mientras sigan las altas tasas de interés y los recortes presupuestales, mayor será el número de empresas que caigan en cartera vencida y en quiebra, lo que disminuye la capacidad productiva y de crecimiento de la economía.

 

  1. Creciente cierre de empresas y reducción de la capacidad productiva.

 

Ante las pérdidas de ganancia y descapitalización e incapacidad de pago de su deuda, muchas empresas están cerrando y no volverán a abrir, por lo que se está reduciendo la capacidad productiva. Las empresas que sobrevivan, serán incapaces de satisfacer la demanda interna, lo que ocasionará presiones sobre precios e importaciones, en un contexto donde no se contará con divisas para financiarlas, por lo que aumentarán las presiones sobre el tipo de cambio. Ello se traducirá en alzas de la tasa de interés, como en políticas de austeridad para frenar presiones de demanda sobre precios, importaciones y tipo de cambio, lo que prolongará y acentuará la crisis.

 

  1. La crisis no se superará fácilmente

 

La crisis no se superará en el corto y mediano plazo, dada la destrucción de planta productiva, como por el problema de insolvencia y alto desempleo que están aconteciendo. No se dará una recuperación en “V”, ni en forma asimétrica. Caeremos en una recesión prolongada, debido a que no se vislumbran expectativas de crecimiento de exportaciones, ni del mercado interno, por lo que proseguirá la disminución de ingresos de empresas e individuos, como la cartera vencida, que limitan la capacidad de inversión y de gasto de los deudores.

En los próximos años continuará la recesión, el desempleo, la inestabilidad bancaria y financiera, la mayor desigualdad del ingreso, que prolongarán tal problemática.

Llevará muchos años a la economía nacional recuperar la pérdida de capacidad productiva y el empleo, como salir de los altos problemas de endeudamiento. Más se perderá y más tardaremos en recuperar lo perdido, al no frenarse la pandemia y no cambiar la política económica causante de los problemas que enfrentamos.

El pasado reciente de las últimas cuatro décadas de mercado de economía abierta y menos Estado, ha determinado nuestro presente de bajo crecimiento y crisis, y determina un futuro incierto, considerando la incapacidad que se tiene para superar los problemas que enfrentamos.

 

  1. La libre movilidad de capitales y los requerimientos de entrada de capitales, reducen los márgenes para flexibilizar la política económica.

 

Al caer las exportaciones y aumentar el déficit de cuenta corriente, se incrementan los requerimientos de entrada de capitales y las presiones sobre el tipo de cambio. Ello impide bajar la tasa de interés y obliga a mantener la austeridad fiscal para disminuir las presiones de demanda sobre importaciones y el sector externo y sobre el tipo de cambio (que es lo que quiere el capital financiero para permanecer y no salir), por lo que se contrae más la actividad económica.

Con la crisis nacional e internacional, el país ha pasado a ser menos atractivo para recibir y retener capitales, lo que complica el financiamiento del déficit de cuenta corriente. Ello obliga a las autoridades a mantener el diferencial de tasas de interés con Estados Unidos, como la austeridad fiscal para que el capital no salga y siga fluyendo a la economía.

La economía no puede instrumentar una política contra-cíclica de baja tasa de interés e incremento del gasto público deficitario para contrarrestar los embates externos, debido a que si baja la tasa de interés menos fluyen los capitales al país, y provoca la salida de los que están en el país. De igual forma, si aumenta el gasto público, temen ocasionar presiones inflacionarias y sobre el tipo de cambio, que también provocaría salida de capitales y se complicaría el financiamiento del déficit de cuenta corriente. De ahí que el Banco de México y la Secretaría de Hacienda no están usando sus herramientas para encarar la crisis. El banco central mantiene altas tasas de interés y no compra deuda pública en forma directa para que el gobierno pueda incrementar el gasto a favor de los servicios médicos, de los desempleados, de los que viven al día, como para apoyar a las empresas para frenar el quiebre y cierre de éstas. El gobierno quiere evitar caer en déficit fiscal y en mayor deuda y el costo de ello es sacrificar los propósitos nacionales de crecimiento, empleo y bienestar de la población.

Las autoridades monetarias y hacendarias con su política económica nos conducen a una recesión duradera, que traerá graves costos económicos, políticos y sociales al país, lo que debilitará a la autoridad gubernamental.

 

  1. Urgencia de cambiar la política económica

 

Mientras más se retrasen las autoridades en instrumentar políticas de expansión del gasto y reducción de la tasa de interés a niveles cercanos a cero y en revisar el movimiento de mercancías y capitales y el funcionamiento del sector bancario-financiero, más empresas seguirán quebrando y cerrando, lo que contrae capacidad productiva, como el crecimiento potencial de la economía. Al contraerse éste, habrá menos generación de riqueza, de empleos y menos capacidad para mejorar salarios. El gobierno debe entender que enfrentamos una crisis severa, que requiere replantear toda la política económica que la ha ocasionado.

No se puede proseguir con las mismas políticas económicas que han atentado sobre las condiciones endógenas de acumulación y han aumentado la vulnerabilidad de la economía en torno al comportamiento de las variables externas y que nos han colocado en esta problemática.

 

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