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Los desiertos no son como los pintan

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En el desierto.
Las gotas de sudor se convierten en frutos de cactos y las de sangre,
en flores tan hermosas como sus habitantes.

 

Cuando escuchas la palabra desierto, seguramente lo primero que viene a tu mente son sitios inhóspitos. Esta idea se mantuvo durante muchos años y es que durante mucho tiempo se pensó que los desiertos eran ecosistemas que, debido a sus características, principalmente la falta de agua no permitía la existencia de cualquier tipo de vida. Esto cambió después de que diversos naturalistas, biólogos y ecólogos dedicaran su vida a estudiarlos y se dieran cuenta que los desiertos son ecosistemas complejos, con adaptaciones inusuales e interacciones ecológicas únicas, sin contar que la evolución se puso creativa para que animales y plantas pudieran vivir en estos sitios.

Una característica importante de los desiertos es la aridez, la cual puede ser provocada por diversas causas, la principal es la causada por las cadenas montañosas provocando un efecto llamado sombra de lluvia, en el cual las masas de aire húmedo proveniente de los mares y océanos suben hasta chocar con una montaña, estos se enfrían y descargan la mayor cantidad de humedad sobre las montañas, después estas masas de aire descienden sin producir lluvias, causando así aridez.

La aridez ha permitido que clasifiquemos a los desiertos en extremadamente secos, en donde la cantidad de lluvia que cae al año no sobrepasa los 100 ml, desiertos áridos, con una precipitación pluvial de máximo 250 ml y los desiertos semiáridos en donde al año pueden alcanzar hasta los 350 ml; sin embargo, en los últimos años estos valores han cambiado, gracias al cambio climático, el cual está ejerciendo una fuerte presión para la conservación de estos ecosistemas.

En el mundo se tienen registradas 16 regiones desérticas, de las cuales tres se encuentran en nuestro país, el Desierto Chihuahuense, el Desierto Sonorense y el Valle de Tehuacán–Cuicatlán.

Los habitantes de estos desiertos han tenido que desarrollar una serie de adaptaciones que les han permitido sobrevivir a las condiciones extremas de estos lugares. Empecemos por las plantas, dentro de las principales adaptaciones que tienen son: el desarrollo de tejidos almacenadores de agua, cubiertas protectoras, colores que les permiten reflejar la luz, reducción del tamaño del tamaño de sus hojas o en el caso de algunas especies la capacidad de tirar sus hojas durante la época de sequía y, además, realizar la fotosíntesis durante la noche, esto les ha permitido que la pérdida de agua sea menor.

Por otro lado, las distintas especies de animales también han desarrollado adaptaciones morfológicas y fisiológicas que les han permitido vivir en los desiertos. Debido a la escasez de agua, la mayoría obtienen este vital líquido de los alimentos que consumen. Muchos de estos animales son de hábitos crepusculares, es decir, que solo están activos al amanecer o al atardecer, mientras que otros, durante el día se la pasan ocultos en sus madrigueras, esperando a que caiga la noche para poder realizar sus actividades, estas son algunas adaptaciones que les han permitido a las diferentes especies tener éxito y que hacen de ellas, seres maravillosos y fascinantes para su estudio.

Otro dato interesante es que en los desiertos habitan una gran cantidad de especies de plantas y animales endémicas, es decir, que sólo viven ahí y en ninguna otra parte del mundo las podemos encontrar.

Como podemos observar, los desiertos son lugares llenos de vida que han hecho imaginar y temblar a muchas personas, lugares que cuentan historias, algunas gratas otras no tanto, pero de algo sí estamos seguros, que en estos ecosistemas se ha logrado amalgamar la pasión de muchos biólogos y naturalistas con corazón de pitaya que han dejado en sus escritos huellas imborrables sobre los maravillosos desiertos mexicanos. Si los pudiéramos describir en una sola frase, diríamos que: El desierto ha sido, es y será la maravilla del ombligo de la luna. S

 

Fb: Tras las huellas

Twitter: @helaheloderma

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