Una pila de escombros

Bennu es un asteroide clasificado como una pila de escombros (“Rubble Pile”), ya que aunque mide aproximadamente 500 metros de diámetro, se formó de muchos pedazos de escombros rocosos que la gravedad comprimió. Tambien se le clasifica como un asteroide de tipo B, o carbonoso, ya que contiene principalmente carbono, aunque es probable que, comparado con la corteza terrestre, Bennu sea más rico en platino y oro.

Michael Puzio, un niño de nueve años de Carolina del Norte, EUA, nombró como Bennu, antigua deidad egipcia vinculada con el Sol, la creación y el renacimiento, a este asteroide descubierto hace más de 20 años (septiembre de 1999) que desde entonces ha sido monitoreado arduamente por los astrónomos. La nave OSIRIS-Rex (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, Security, Regolith Explorer) tomó muestras de su superficie mediante un contacto, de tan sólo seis segundos, el pasado 20 de octubre, usando como mecanismo colector un brazo robótico. Según escribió Michael en la propuesta que mandó al concurso para nombrar al asteroide, este brazo extendido, junto con los paneles solares de OSIRIS-Rex, se asemejan al cuello y las alas de la garza real con la que los antiguos egipcios solían representar a Bennu.

Bennu tiene un periodo de rotación de sólo 4 horas y 17.8 minutos y es tan alto como el Empire State Building. Luego de dos años de estar estudiándolo, OSIRIS-Rex ha encontrado que Bennu puede estar lleno de agujeros en su interior. Y no sólo eso, las imágenes de alta resolución obtenidas por la nave  espacial mostraron de manera evidente que la superficie de Bennu está cubierta por rocas enormes y no sólo por rocas pequeñas. Basados en  observaciones desde la Tierra, se esperaba que tuviese una superficie lisa con un regolito, es decir, que estaría cubierta con una capa de material suelto, compuesto por partículas con tamaños de hasta un par de centímetros.

Este descubrimiento complicaba el “toque” de OSIRIS-REx para colectar material en la superficie del asteroide, ya que el área estimada para maniobrar equivalía al tamaño del estacionamiento de un centro comercial (con unos 100 espacios para autos) y al final, debido a la composición encontrada, el área se reducía a la del estacionamiento de una de las tiendas de conveniencia cuyo nombre tiene dos “o” y dos “x”, es decir, a menos de cinco espacios para autos. Aún así, la misión fue un éxito y según el equipo a cargo de estimar la cantidad de material colectado, la muestra obtenida promete ser la mayor desde la era de las misiones Apolo.

Se ha estimado que Bennu se formó casi al inicio  de nuestro sistema solar, es decir, hace unos 4,500 millones de años y,  al parecer, no ha tenido grandes cambios, con lo que se podrían encontrar componentes químicos y rocas que den información sobre los primeros días del sistema solar.

Sin embargo, también hay otro interés más comercial, ya que  muchos asteroides contienen recursos naturales que escasearán pronto en la Tierra y que podrían usarse industrialmente. Los resultados de esta misión responderán algunas preguntas sobre la factibilidad  de la explotación de estos recursos durante la exploración y los viajes espaciales. Y mencionamos recursos en general, ya que aunque parezcan muy atractivos los metales preciosos, la existencia de agua puede ser más importante, ya que resultaría vital para ingerir o para respirar, puesto que podría separarse en hidrógeno y oxígeno, y así obtener aire y combustible, con lo cual disminuirían de manera crucial los costos de las misiones tripuladas.

Otro de los descubrimientos de la misión tiene que ver con la actividad del asteroide, antes se pensaba que sólo los cometas se desprendían de material de sus superficie, pero se ha encontrado que algunos asteroides, llamados activos, también lo hacen. Tal es el caso de Bennu ya que las imágenes adquiridas por OSIRIS-REx mostraron que hay partículas de roca del tamaño de un guijarro que están siendo expulsadas repetidamente de su superficie. Dada su débil magnitud, el efecto sólo ha sido posible detectarlo desde una nave muy cercana, con lo que se sospecha que hay más asteroides activos de lo esperado.

Analizando las imágenes, se encontró que algunas partículas escapan al espacio mientras que otras orbitan temporalmente a Bennu y que la mayoría vuelve a caer sobre su superficie. También se observó que las eyecciones ocurren con mayor frecuencia en la tarde y noche locales. Entre los mecanismos que causan esta actividad se ha propuesto el agrietamiento de las rocas superficiales debido al estrés térmico, así como el impacto de meteoroides. Y también los mismos rebotes de las partículas al reimpactar sobre la superficie.

OSIRIS-Rex fue enviado a Bennu el 8 de septiembre de 2016, llegó al asteroide el 3 de diciembre de 2018. Un poco más de dos años después de estar estudiándolo, y de hacer un par de ensayos, el pasado 20 de octubre logró “tocar “ la superficie y obtener muestras. A principios del próximo año inciará su regreso a la Tierra, a la cual llegará en septiembre del 2023, con una valiosa carga que seguramente nos confirmará la importancia de estos asteroides para la exploración futura del sistema solar.

 

 

INAOE, [email protected]