70 años de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP

Este año la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM) cumplió 70 años de haber sido creada, el 8 de febrero de 1950, año que cerró una década en la que la cultura y la ciencia tuvieron una coyuntura favorable en Puebla. Por un lado, en 1942 se abrió el Observatorio Nacional de Tonantzintla, con la participación de un grupo de destacados científicos, entre ellos el ingeniero Luis Rivera Terrazas, quien llegó a la edad de 30 años y dejaría una huella indeleble. Por otro lado, en 1947 asumió la rectoría de la Universidad de Puebla el destacado pensador humanista Horacio Labastida Muñoz, quien compartió y promovió el proyecto que propusieron el ingeniero Terrazas y el ingeniero Joaquín Ancona Albertos, para la creación de la Escuela de Ciencias Físico Matemáticas (ECFM), la segunda escuela de ciencias creada en México, después de la de la UNAM.

En la planeación inicial estaban las carreras de física y de matemáticas, pero pronto se tuvo que cerrar la segunda, al no haber suficientes profesores. Los siguientes 15 años fueron una época de desarrollo, con estudiantes como Virgilio Beltrán y Eugenio Ley Koo y la contratación a partir de 1961, de un grupo de brillantes jóvenes investigadores entre quienes destacaban Leopoldo García Colín (Premio Nacional de Ciencia 1964), Eliezer Braun (Premio Nacional de ciencia 1978), Roberto Alexander-Katz y Eduardo Piña Garza, quienes con gran entusiasmo crearon un ambiente de intenso trabajo científico. Como es bien conocido, pero tiende a olvidarse, esta década ha quedado en la historia como una época de confrontaciones y movimientos sociales, que dejó profundas marcas, en nuestro país y en Puebla. También en la Escuela de Ciencias Físico Matemáticas (ECFM) quedaron marcas. En 1966, siendo rector José Garibay Ávalos, la ECFM vio regresar el oscurantismo con quema de libros, destrucción de sus instalaciones y el cierre de la escuela. Los investigadores, que entusiastamente habían venido con la idea de abrir un centro de ciencias alterno a la UNAM, dejaron de percibir sus salarios, fueron amenazados y tuvieron que huir temiendo por sus vidas. En una de las varias ocasiones que el maestro García Colín vino a deleitarnos con sus conferencias magistrales, nos platicó como encontró a su esposa un día de aquellos, que no quería quedarse en Puebla un día más, tras haber sido balaceada su casa. En 1967 el Consejo Universitario reconoció que la expulsión de estudiantes y profesores fue una “página negra” para la Universidad y la escuela fue reabierta. Se reinició en condiciones precarias, con profesores que venían de la Ciudad de México los viernes por la tarde y sábados. Posteriormente, en la década de los 70, con la consolidación de la reforma universitaria, se crearon condiciones propicias para emprender nuevos proyectos académicos, siguiendo la idea inicial del ingeniero Rivera Terrazas, de formar en la universidad científicos altamente capaces, que con espíritu libre contribuyeran al progreso y modernización del país. Desde entonces esta idea ha orientado el quehacer de la hoy FCFM Ciencias Físico Matemáticas, en un camino un tanto tortuoso. Una vez remontado el desastre de 1966, en 1972 se fundó la carrera de Electrónica y en 1973 es reabierta la carrera de Matemáticas y abierta la de Computación.

Esta última nos trae a la mente al maestro Harold McIntosh, reconocido investigador que con mucho entusiasmo promovió la investigación. En 1974 los investigadores más capaces dejaron la escuela y se pasaron al Instituto de Ciencias, creado bajo la idea de contar con un espacio con condiciones propicias para la investigación. Indudablemente esta medida dio un importante impulso al trabajo de investigación en la Universidad, pero con el tiempo se fue creando la brecha que se observa también en otros lugares donde se ha separado la investigación de la docencia, pasando esta última a un segundo plano. A la vez, las carreras recientemente creadas de Electrónica y Computación atrajeron muchos estudiantes, dándose un fuerte incremento en la matrícula estudiantil, atendida por una planta académica joven, dedicada primordialmente a la docencia. Había un ambiente de discusión y se cultivaba la curiosidad y el espíritu crítico, que supo aprovechar las oportunidades para hacer estudios de posgrado. Al irse abriendo nuevas oportunidades, para que los profesores hicieran estudios de posgrado y a través de contrataciones, se comenzaron a generar nuevos proyectos y a formarse grupos de investigación. De esta manera en 1982 se crea la maestría en matemáticas. Sin embargo, de nuevo se comenzaron a gestar convulsiones, en la universidad se dio una extrema politización que desembocó en una crisis hacia el final de la década, en la que entró en juego el interés por el control político de la universidad. En el esfuerzo por recuperar la vida académica, en 1992 se reestructuró la maestría en Matemáticas, con lo que la escuela fue reconocida como Facultad (FCFM). A la vez, se presentó la oportunidad de reforzar la planta académica con profesores de alto nivel, a través de los programas de repatriación y cátedras patrimoniales del Conacyt, incluyendo un grupo de investigadores experimentados de Cuba y de la extinta Unión Soviética, que dieron un importante impulso al desarrollo de la investigación y a la creación de nuevos posgrados. Así, en 1993 se abrió el Doctorado en Matemáticas y la Maestría y Doctorado en Optoelectrónica. Desde ese año, estos cuatro posgrados fueron incluidos en el “Padrón de Posgrados de Excelencia” del Conacyt, hoy Padrón Nacional de Posgrados de Calidad, en el que se han mantenido sin interrupción.

En 1995, de nueva cuenta los intereses políticos se hicieron presentes y tras un controvertido proceso, fueron creadas las escuelas de Ciencias de la Computación y de Ciencias de la Electrónica, a las que se integraron los profesores de los colegios de Computación y Electrónica de la FCFM. De nueva cuenta la facultad perdía buena parte de su planta de profesores, de sus estudiantes y de sus instalaciones. Recordamos esos años por los pizarrones que se fijaron fuera de los edificios que quedaron, como espacios de discusión o para asesorías a los estudiantes. Afortunadamente los posgrados quedaron intactos y siguieron siendo motor de la facultad. No obstante, la matrícula de estudiantes se redujo de varios miles a algunos cientos, por lo que, con la intención de diversificar la oferta educativa ante la sociedad, en 1999 se crearon las licenciaturas en Física Aplicada y en Matemáticas Aplicadas. El impulso no se había perdido y en 2001 la FCFM alcanza el número de 45 investigadores en el Sistema Nacional de Investigadores, con lo que se puso al frente en la actividad de investigación en la Universidad. En 2005 el posgrado en Optoelectrónica logra transformarse a posgrado en Física Aplicada, en reconocimiento a la diversidad de las líneas de investigación en Física.

Cabe mencionar que, en 2003, por requerimiento de los programas de la SEP para el mejoramiento del profesorado y para la modernización de la educación superior, se crearon en la universidad “dependencias de educación superior” (DES), entre ellas la de ciencias exactas, constituida por la FCFM, el Instituto de Física, el Centro de Investigaciones en Dispositivos Semiconductores y el Departamento de Matemáticas, estos dos últimos del Instituto de Ciencias. Estas DES no han encontrado lugar en la estructura orgánica de la Universidad, si bien en nuestro caso ha contribuido a un importante acercamiento entre las unidades académicas participantes, que, de otra manera, posiblemente no se hubiera dado. A través de los programas mencionados de la SEP se ha podido concursar por recursos extraordinarios, que han contribuido notablemente a la mejora de las condiciones de trabajo en la FCFM, después de muchos años de carencias.

En 2010, buscando un mayor impacto en la sociedad, se abrió la licenciatura en Actuaría, área de las matemáticas aplicadas con mucha demanda en los sectores público, bancario, financiero e industrial; desde el pasado año esta licenciatura está certificada. Como parte del hecho de que la mayoría de los egresados ejercen docencia desde el nivel medio hasta el posgrado, en la Facultad siempre ha habido interés por la educación, en un inicio con la creación de la opción en Matemática Educativa, en 1982, luego con la participación en la creación de la Maestría en Educación de las Ciencias, tras cuyo cierre la FCFM abrió en 2014 la Maestría en Educación Matemática, orientada a mejorar el ejercicio profesional de profesores de primaria, secundaria y bachillerato. Se tiene planeado que para el siguiente año comience sus labores el doctorado en Educación Matemática. Por otro lado, como resultado de la labor incesante, en 2013 las maestrías en Matemáticas y en Física Aplicada fueron los primeros posgrados de la Universidad con reconocimiento de nivel internacional por el Conacyt, que en 2017 se hizo extensivo al doctorado en Física Aplicada. El alto prestigio que han alcanzado los programas educativos de la FCFM se ve reflejado en alrededor de dos mil estudiantes de licenciatura y 250 de posgrado que los cursan, así como varios posdoctorantes.

La idea fundamental de que una alta calidad en la docencia requiere de profesores-investigadores con una mente ágil y conocimientos profundos ha llevado desde sus inicios a la facultad a una intensa y extensa actividad de investigación en física, matemáticas y áreas interdisciplinarias, así como educación de las ciencias exactas. Su planta académica incluye actualmente a 92 profesores en el Sistema Nacional de Investigadores, con incontables proyectos entre los que se pueden destacar connotados proyectos multinacionales: Observatorio de rayos cósmicos “Pierre Auger”, el proyecto ALICE del LHC-CERN, cuyo detector ACORDE fue diseñado, ensamblado y probado e instalado principalmente por el grupo de la FCFM, también se ha participado en el proyecto CMS- LHC. El satélite “Tatiana” de la Universidad Estatal de Moscú lanzado al espacio en 2005, en el que se colaboró en un detector de luz ultravioleta. El Observatorio “High Altitude Water Cherenkov Gamma Ray Observatory” en la Sierra Negra, desde 2005. En el área de extensión destacan la capacitación en matemáticas de más de mil profesores en 2011-2013 y el proyecto del Aula al Universo, que desde 2011 ha dotado a cientos de escuelas de alrededor de mil 200 telescopios astronómicos en el estado de Puebla y otros siete estados, a lo largo y a lo ancho de toda la República Mexicana.

 

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