Día, noche, día, noche. Pasan los años y no nos damos cuenta de que uno de los factores que permiten funcionar adecuadamente son los ciclos luz-oscuridad que hacen que el ritmo de la vida de los seres vivos continúe sin parar, sin embargo, se ha observado que existen momentos en donde los cambios repentinos de luz-oscuridad causa en los animales cambios en su conducta y en algunas plantas se vea afectada la floración.
El sol es considerado la fuente de energía que mantiene la vida en el planeta y que hasta el momento es el factor determinante para que muchos animales y plantas lleven a cabo procesos fisiológicos y conductuales.
Para las plantas el Sol es de vital importancia para la obtención de sus nutrientes y esto se debe a la fotosíntesis, un proceso que todas las plantas verdes realizan, en el cual absorben la energía solar o lumínica a través de pigmentos fotosensibles para transformar el dióxido de carbono y el agua en energía química en forma de glucosa. Otro evento significativo que realizan las plantas es el proceso de floración, el cual tiene una estrecha relación con la cantidad de luz solar que recibe la planta para que éste se lleve a cabo.
Por otro lado, algunos animales dependen directamente de la luz solar. La mayoría de los anfibios y reptiles al no poder generar calor metabólico requieren de fuentes externas como el sol para alcanzar una temperatura óptima y poder realizar sus actividades biológicas cotidianas, como la búsqueda de alimento. Ante esto, muchas lagartijas han generado estrategias que les permiten mantener una temperatura ideal, los ecólogos las han clasificado como termorreguladoras activas y termoconformistas. Las primeras dependen directamente del sol y al mínimo cambio ya sea por lluvia, esté nublado o baje la temperatura, dejan de hacer sus actividades para esconderse, mientras que a las segundas, las termoconformistas, no les importa si corre viento, si llueve o si está nublado, pueden continuar realizando sus actividades, ya que dependen directamente de la temperatura que hay en el ambiente.
Las aves son un claro ejemplo de los organismos que regulan sus actividades de acuerdo a la cantidad de luz que hay, es decir, con los primeros rayos de luz las aves saben que es momento de prepararse para emprender el vuelo para la búsqueda de alimento, pareja o de otros sitios en donde puedan descansar durante el día. Sin embargo, hoy en día la contaminación lumínica y el cambio climático están generando estragos en la vida diaria de estos organismos. En el caso de la contaminación lumínica debido al exceso de anuncios luminosos y edificios iluminados, está provocando que las aves se confundan y no sepan cuando es de día y cuando es de noche, alterando sus actividades fisiológicas o conductuales, afectando también a las especies migratorias; en los últimos años se ha detectado una disminución en las poblaciones de las especies que migran. Un factor importante en la vida de los animales es que también los ciclos de luz–oscuridad regulan la reproducción y la cantidad de hormonas generadas para la misma.
Ante fenómenos astronómicos como los eclipses solares, se ha observado que durante los minutos que dura dicho fenómeno, los animales han mostrado cambios en su conducta, en algunos lugares que han ocurrido eclipses totales las aves se confunden pensando que ya es momento de regresar al árbol que las resguardará durante la noche, en otros lados se ha observado que salen los murciélagos de las cuevas en las que viven, ya que piensan que es de noche y hay que salir a buscar alimento.
Finalmente, se ha observado que en la actualidad los humanos hemos estado alterando nuestros ciclos de luz-oscuridad, esto debido a que pasamos más horas sentados o acostados frente a un monitor, el cual emite luz, debido a la cantidad de luz nuestro cerebro interpreta que es de día y manda la señal de que debemos de permanecer despiertos; a la larga, dormir poco trae riesgos a la salud.
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