Más de 45 años dedicados al estudio de la Física y el tiempo no alcanza para satisfacer la curiosidad de una científica: Alicia Palomino

No alcanza el tiempo para satisfacer todas las curiosidades que se tuvieron en la juventud, el conocimiento es infinito, pero especializarse y dedicarse a algunas es algo muy alentador y reconfortante”, manifiesta con tono jovial la doctora Martha Alicia Palomino Ovando al referirse a los intereses que motivaron sus estudios de la Física, y su gusto por las matemáticas.

La curiosidad por entender algunos los fenómenos de la naturaleza, la aplicación del conocimiento de la Física, el funcionamiento de la tecnología y el gusto por textos de divulgación científica, preguntas de la rama de la biofísica —entender cómo los principios físicos como la mecánica, la óptica, la termodinámica y el electromagnetismo, se aplican a sistemas biológicos a diferentes escalas, desde moléculas y células hasta organismos completos, temas de salud, sobre los procesos fisiológicos pero desde un punto de vista físico—, fueron algunas de las inclinaciones que influenciaron a Martha Alicia Palomino Ovando, para dedicar su vida profesional a la investigación en el área de la Física.

 

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) desde hace más de 20 años, Palomino Ovando ha desarrollado su investigación en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) en el área de Física de materiales, dedicándose en los últimos años al estudio de los cristales fotónicos, las propiedades ópticas de materiales que pueden tener usos tecnológicos.

Desde hace seis años, Martha Palomino es directora de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM) de la BUAP, que desde 2018 se ubica en el ranking Best Global Universities entre las mejores del país en estas áreas del conocimiento, superando a instituciones como la UNAM y el IPN; y combina sus tareas de investigación en nanomateriales con la dirección de las actividades de mejora continua de las licenciaturas y posgrados, la continuidad de las actividades de divulgación científica, la capacitación a profesores de nivel básico en la enseñanza de las matemáticas, las colaboraciones con otras universidades del mundo, complacida por servir a la comunidad en la que se formó, compartió para Saberes y Ciencias,    en este número dedicado a mujeres en la ciencia.

La menor de cuatro hermanos, hija de Rubén Palomino Gazca, auxiliar de contador y de Paula Ovando Lozano, de profesión enfermera, recuerda que descubrió su gusto por las matemáticas cuando cursaba sus estudios en la preparatoria Benito Juárez de la Universidad Autónoma de Puebla, y disfrutaba, además del tiempo con los amigos, visitar la biblioteca de su escuela y consultar los acervos de la Facultad de Economía y la de Físico Matemáticas de la universidad.

Recuerda su etapa estudiantil como uno de los momentos más bonitos de su vida, entre clases, bibliotecas, amigos y fiestas, y comparte con sus alumnos: “la vida hay que complementarla, no pueden estar estudiando todo el tiempo, tienen que ir a fiestas, tener amigos, novios, novias, hacer otro tipo de actividades y es parte de lo que uno tiene que hacer para complementar su vida de manera profesional, pero también de manera personal”.

Reconoce que si bien en ese momento eran pocas las mujeres que se matricularon en la facultad, en el espacio universitario no vivió discriminaciones en razón de género, pero no deja de señalar que es consciente que en la cotidianidad las mujeres vivimos discriminación.

“Afortunadamente me tocó vivir la universidad cuando estaba en la Reforma universitaria de apertura política e ideológica, eso me permitió desarrollarme sin que existiera trabas por razones de género, claro, siempre nos hemos enfrentado socialmente a la discriminaciones por cuestiones de género, pero las pautas universitarias eran abiertas y universales”.

“Ya en la facultad la verdad sí eran jornadas muy largas, a veces prácticas de laboratorio de todo el día o exámenes, pero era una comunidad pequeña una se sentía bastante cobijada tanto por maestros como por estudiantes y podía pasar uno aquí todo el día entre la biblioteca, era un ambiente muy agradable, aceptable, y de mucho trabajo porque cuando uno entra empiezan los trabajos, las tareas que nos involucran y nos llevan a mantenernos activos todo el tiempo y todo el día”.

Mientras aún era estudiante de licenciatura, inició su experiencia docente a los 19 años en la preparatoria Enrique Cabrera de Puebla, ante la falta de profesores de matemáticas en las preparatorias de la universidad. Posteriormente, una vez egresada de la facultad, sus convicciones políticas la llevaron a colaborar durante dos años con la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, “trabajé ahí por convicciones, era un país que había salido de una guerra de una época difícil, donde se habían quedado con pocos maestros, y que hacía falta, y había un convenio entre la UAP y la UNAN”.

Durante su estancia en aquel país, al que más tarde volvió para continuar con su colaboración, ayudó a construir un plan de estudios, a echar andar un laboratorio y reconoce con cariño esa experiencia “aprendí mucho, a vivir en otra comunidad, en otras circunstancias, a echar andar un laboratorio, un plan de estudios hasta ir a cortar algodón o café, todas las vivencias que se tienen, en general una cultura muy similar a la nuestra, tenemos los mismos orígenes, pero sus propios matices. Entonces para mí, esa fue una experiencia muy enriquecedora y justamente tal vez fue el motivante o el motor que me dijo tengo que regresar a seguir estudiando, entonces ya vine a graduarme y a terminar la maestría”.

“Me regresé de Nicaragua a hacer el doctorado, y decidí tener dos hijos que son maravillosos y hermosos, ahora ya unos adultos productivos; fue una época en la que si bien es cierto que yo seguía estudiando, trabajando y cuidando niños porque además, con mucho orgullo fui madre soltera. Cuando mi segundo hijo nació, dos días después entregué la tesis de doctorado, aproveché la incapacidad de maternidad para terminar la tesis y hacer las revisiones correspondientes. Eso también me retrasó un poco, los niños cuando son pequeñitos requieren de mucha atención y afortunadamente en cuanto me doctoré pude entrar al Sistema Nacional de Investigadores SNI”.

Sonríe al rememorar la etapa en la que alternó la maternidad y el trabajo de investigación: “Uno llora cuando va a dejar a sus hijos a la guardería y ellos lloran, pero no hay que limitarse porque son espacios donde los van a formar y uno no debe vivir frustrado de no haber hecho lo que te gusta. Además, le da uno a los hijos más medios tanto económicos como culturales y emocionales, porque cuando le transmites al niño el gusto por haber estudiado, por haberte desarrollado profesionalmente es, al final de cuentas, un ejemplo. Yo sabía, por ejemplo en mi primer embarazo fue de mi niña y me dije, qué voy a hacer, cómo le voy a hacer para enseñar a mi hija que las mujeres no sólo estamos para tener hijos, necesito seguirme desarrollando para mostrarle a ella que podemos hacer más cosas y que tenemos que desarrollarnos profesionalmente, hay que enseñar con el ejemplo y seguir adelante”.

Docente con 45 años de experiencia, autora de más de medio centenar de artículos científicos, Palomino Ovando habla de lo gratificante que ha sido para ella recibir a estudiantes de primer semestre de la carrera y graduarlos de doctorado. “La docencia ha sido una de las experiencias más gratificantes que hasta la fecha la valoro, la aprecio y la disfruto, es algo maravilloso de ver cómo crecen, yo creo mucho en la juventud.”

“Creo que es fundamental que cualquier investigador imparta clases porque eso es lo que tenemos que hacer todos, siempre la generaciones más avanzadas tienen que transmitir los conocimientos a los jóvenes, no le veo mucho sentido a que únicamente uno se dedique a producir conocimiento si no está formando a las nuevas generaciones que nos van a renovar en algún momento”.

Reconoce y celebra las nuevas generaciones de estudiantes que se incorporan a la facultad, por su motivación, entusiasmo y compromiso en la participación de acciones de divulgación de la ciencia, acciones que se mantienen como parte identitaria de esta comunidad estudiantil.

Finalmente, Alicia Palomino hace un llamado a los padres de familia a que fomenten y desarrollen habilidades manuales y de pensamiento en sus hijos sin importar el género, motivar sus curiosidades, y que “si a las niñas les gusta armar y desarmar, que le regalen juguetes de ese tipo; si ellas quieren dedicarse a alguna área como las ciencias, física, matemáticas, ingeniería, las puertas están abiertas para las mujeres”.

 

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