La astronauta análoga Sagrario Linares Melo descendió con tirolesa 60 metros al interior de un sistema de cuevas de un kilómetro y medio de extensión. Antes de emprender el viaje grabó un video de despedida dirigido a su familia en caso de que perdiera la vida durante la misión. El proyecto: la primera Misión Latinoamericana de Investigación Análoga de Marte.
Quince días sin luz solar, temperaturas extremas, ingesta de alimentos deshidratados, convivencia con cuatro personas hasta ese momento desconocidas, y factores de estrés, fueron las condiciones como se desarrolló la primera Misión Latinoamericana de Investigación Análoga de Marte realizado por la compañía española Astroland Interplanetary Agency.
Las misiones análogas son pruebas necesarias previas para llevar a cabo cualquier viaje tripulado al espacio; se realizan en la Tierra donde se utilizan entornos naturales o artificiales para simular condiciones adversas y hostiles propias de una misión interplanetaria, donde se pone a prueba la supervivencia y adaptación de los tripulantes y tienen como propósito realizar investigación científica y validar tecnologías para la exploración espacial.
Seleccionada junto a cuatro jóvenes más, Sagrario Linares Melo, estudiante de Medicina en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), campus Tehuacán, participó en la convocatoria de la Fundación Acercando el Universo (FAU) para realizar la primera misión análoga a Marte dirigida a latinoamericanos, la médico en formación presentó un proyecto de investigación para evaluar la adaptación humana al confinamiento del análogo “La transgénesis como mecanismo para provocar radioresistencia”, y que busca acelerar el mecanismo de reparación celular, y con ello contribuir a la salud física de quienes viajan al espacio.
Además del proyecto de investigación, los participantes de la convocatoria de la FAU presentaron exámenes físicos de laboratorio y psicológicos para llevar a cabo estudios en un hábitat completamente inmerso de simulación de la superficie de Marte.
La misión requirió de una preparación física previa que fue conducida por un entrenador olímpico y tomó cursos de rapel, como parte del entrenamiento previo a la misión.
Descenso a Marte
Ubicado en las cuevas de Cantabria, Santander, España, Ares Station es su sistema análogo de hábitats de Marte con tecnologías para probar la supervivencia y capacidad del ser humano para resolver problemas en situaciones hostiles y de aislamiento. Una semana previa al descenso al laboratorio, los tripulantes Sagrario Linares Melo, Ingrid Marian Domínguez Juárez, Mónica Ortiz Álvarez y Rivaldo Duran Aquino convivieron para acoplarse antes de la misión. Realizaron entrenamiento en conjunto y con rocódromo e implementando ya los trajes espaciales.
“Nos dejaron en la entrada del sistema de cuevas y nos bajaron más o menos 60 metros con una especie de tirolesa, una vez abajo cerraron la puerta y nos dijeron que teníamos que encontrar el laboratorio. Entonces los cuatro fuimos sin mapa, sin nada previo. Desde ahí empezó la exploración”.
“La cueva era bastante inmensa. No tuvimos luz solar durante los 15 días de misión porque se supone que los primeros asentamientos en Marte deberán ser subterráneos, ya que la atmósfera allá es muy distinta a la de la Tierra y no podría proliferar todavía”.
Durante 15 días los cuatro jóvenes científicos estuvieron inmersos en un ambiente hostil similar al planeta rojo, realizaron dos horas diarias de ejercicio y se alimentaban de comida liofilizada que consumen los astronautas en la Estación Espacial Internacional; además ejecutaron misiones extravehiculares, y desarrollaron parte de su proyecto de investigación con el que fueron seleccionados.
Los roles y los factores de estrés: humanos frente a un ambiente hostil
Las misiones análogas desarrollan investigaciones para obtener datos científicos relevantes sobre cómo el cuerpo humano se adapta a la microgravedad; y preparan a potenciales astronautas para las misiones espaciales tripuladas.
Se les conoce como astronautas análogos a quienes hacen misiones de simulación con el objetivo de testar posibles formas de vida para futuros viajeros interplanetarios, estudiando la convivencia y supervivencia del ser humano en misiones análogas a la Luna, Marte o abordo de una nave espacial.
La misión latinoamericana “Principia”, cada tripulantes tuvo un rol específico de lo que iba a hacer y cómo iba a actuar en determinado tipo de situaciones en esta empresa. Mónica Ortiz Álvarez (Astrobiología), fue la comandante; Ingrid Marian Domínguez Juárez (Ingeniería Aeroespacial), subcomandante; Sagrario Linares Melo (Medicina), médico a cargo y Rivaldo Duran Aquino (Ingeniería Mecánica de Fluidos) ingeniero de misión.
Ante la ausencia de luz natural que regula el ciclo circadiano —que nos indica cuándo dormir, cuándo despertar, regula la tensión arterial, la temperatura del cuerpo y el apetito—, los ciclos de sueño de los tripulantes análogos fueron alterados con la finalidad de evaluar sus cambios de percepción, memoria y respuesta ante ciertos estímulos o ausencia de ellos.
La alimentación y la higiene personal fueron otros factores de evaluación de la adaptación de los tripulantes análogos. La dieta fue a base de alimentos deshidratados, polvos y pastillas. La higiene fue posible con toallas húmedas y esponjas utilizadas para pacientes hospitalarios inmovilizados.
Durante los 15 días de misión, la tripulación testeó tres tipos de alimentos realizados por distintas empresas; ingirieron comida en polvo, liofilizada, e ingredientes totalmente enteros que “duermen” de una empresa de Polonia que le surte a la Estación Espacial Internacional. También probaron la comida de Vitalis, la primera empresa mexicana en dedicarse a hacer alimentos espaciales, y el tercer tipo de comida fueron pastillas.
Mujer de todos lados, mujer de ciencia
Cuando se le pregunta de dónde es, Sagrario dice que es de todos lados, es una mujer de ciencia, apasionada por la investigación y el conocimiento. Linares Melo es hija de médicos, le gusta jugar futbol, el atletismo y tocar el piano. Nació en Chihuahua, vivió en Tlaxcala donde estudió su educación básica. Por asuntos laborales su familia se mudó a Zapotitlán Salinas, Puebla, y actualmente estudia la licenciatura en Medicina en la BUAP.
Su libro favorito en cuestiones espaciales y de divulgación científica es El hombre cósmico, de Miguel Rojo-Sierra, un libro de medicina aeroespacial que describe cómo es que se modificaría el humano cuando ya viva en el espacio y en donde postuló que ya no sería la especie del homo sapiens sapiens, sino que ya sería otra especie llamada homo cósmicos.
La médico en formación se siente satisfecha con su participación en la primera misión Latinoamericana análoga a Marte y agradecida con la Universidad, sus padres y todos los que la han apoyado en la construcción de proyecto de vida: la ciencia.
“Creo que hicimos (tripulación) algo verdaderamente grande, podríamos decir. El objetivo principal de nuestra misión era hacer investigación científica, cada uno llevó a cabo su investigación y aunque eran investigaciones individuales, todos los recursos o los resultados, al final nos compartimos entre todos”.
Luego de su experiencia como astronauta análoga, Linares tiene en puerta la publicación de un libro con Concyhtep, la publicación de un artículo para ser postulado en el International Astronautical Congress del próximo año.
La también divulgadora científica este año recibió un reconocimiento en el Senado de la República por su talento y trayectoria académica, y la Presea estatal al Mérito de la Estudiante STEM 2023, en el nivel Licenciatura, otorgada por el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla y la Secretaría de Educación Pública.