La palabra “inhumano” se utiliza para describir acciones, comportamientos, conductas o situaciones que carecen de compasión, empatía o consideraciones hacia los demás, especialmente cuando estas acciones causan sufrimiento o daño. Lo inhumano se opone a lo que se considera humano, en términos de comprensión, ética, buen comportamiento y moralidad, incluyendo a todos los seres vivos que sienten; sin embargo, la concepción de lo inhumano puede variar según el contexto cultural o social. Las corridas de toros, las peleas de gallos y perros, la cacería y ¿por qué no? confrontaciones humanas tan banales como las peleas callejeras o trascendentes como las guerras, delimitan un perfil que rompe con lo humanamente bueno.
Lo más común es considerar como inhumano a todo aquel que actúe de manera maliciosa o sin piedad, infligiendo sufrimiento intencionalmente, así como el ser indiferente al dolor o angustia de los demás. La participación activa en actos de violencia brutal o abuso y el trato hacia otros seres vivos como si no tuvieran derechos, dignidad o valor, pareciera una característica común en la humanidad.
Esto puede llevar a pensar que somos una especie animal que se prepara puntualmente para una destrucción total, incluyendo la propia vida; sin embargo, hablar de lo que es concebido como humano y lo contrario que podría ser entendido como cruel, injusto, despiadado o inmoral, me lleva a pensar en lo que el escritor de ciencia ficción estadounidense Vernor Vinge (1944) planteó, explorando temas como la inteligencia artificial, la realidad virtual y las implicaciones futuras de la tecnología. Algunas de sus obras más conocidas incluyen “True Names” (1981) y “Rainbows End” (2006). Por “A Fire Upon the Deep” recibió el premio Hugo (uno de los más prestigiosos en el ámbito de la ciencia ficción); pero es indudable que la contribución más destacada de Vinge al ámbito de la tecnología y la ciencia ficción es su introducción del concepto de la Singularidad Tecnológica (ST) en un ensayo titulado The Coming Technological Singularity: How to Survive in the PostHuman Era (La próxima singularidad tecnológica: Cómo sobrevivir en la era posthumana), publicado en 1993. En este ensayo, Vinge argumenta que, debido al rápido avance de la tecnología, llegará un momento en el que la inteligencia artificial superará a la humana de manera exponencial, creando un futuro en el que las predicciones convencionales son difíciles o imposibles. Así las cosas, idea de la ST puede influir en las discusiones sobre ética, inteligencia artificial y la especulación sobre el futuro de la tecnología y por supuesto, la humanidad.
Otro referente sobre la Inteligencia Artificial (IA) es Irving John Good (1916-2009). Mejor conocido como I. J. Good, fue un matemático y científico de la computación británico que desempeñó un papel importante en el desarrollo de la inteligencia artificial y la teoría de la información. Trabajó en Bletchley Park durante la Segunda Guerra Mundial, donde contribuyó al esfuerzo de descifrado de códigos alemanes. Después de la guerra, continuó su carrera en la investigación y se convirtió en un pionero en el entonces campo emergente de la inteligencia artificial. Colaboró con Alan Mathison Turing (1912-1954) y otros destacados científicos. Uno de los conceptos más conocidos asociados con I. J. Good es el concepto de “superinteligencia”. En 1965, Good introdujo la idea de que una inteligencia artificial avanzada podría ser capaz de mejorar su propia inteligencia, dando lugar a un ciclo de mejora que podría llevar a una superinteligencia. Este concepto ha influido en las discusiones sobre un momento hipotético en el que la inteligencia artificial superará a la humana. Solo imaginarlo puede tener características de catástrofe.
Por supuesto un referente de la IA y la ciencia ficción es Isaac Asimov (1920-1992), quien fue un prolífico escritor y bioquímico estadounidense. Asi-mov fue uno de los autores más influyentes y respetados en el género y su impacto se extiende más allá de la literatura, ya que también fue un divulgador científico y un pensador prolífico.
Isaac Asimov abordó el tema de las catástrofes civilizatorias en varias de sus obras de ciencia ficción, especialmente en la serie de la Fundación, donde explora la idea de la psicohistoria, una rama ficticia de las matemáticas que permite prever el futuro en términos de grandes tendencias sociales y políticas en una escala galáctica. En la premisa inicial de la serie, el psicohistoriador Hari Seldon prevé la inevitable caída del Imperio Galáctico y la llegada de un período de barbarie que durará miles de años; sin embargo, Seldon desarrolla un plan para reducir ese período de oscuridad a tan solo unos pocos siglos mediante la creación de la Fundación, un grupo de científicos y pensadores que preservarán el conocimiento científico y cultural.
Aunque Asimov abordó la idea de una catástrofe civilizatoria en un contexto de ciencia ficción, también lo hizo de manera más general en sus reflexiones sobre la estabilidad y el desarrollo de las sociedades. En varias de sus historias, exploró los desafíos que enfrenta la humanidad y cómo la inteligencia y la razón pueden ayudar a superar obstáculos, incluso en tiempos de crisis. Como sea, resulta interesante que Asimov tenía una visión optimista en cuanto a la capacidad de la humanidad para superar los desafíos a través de la aplicación de la razón y la ciencia. En la serie de la Fundación, la ciencia y la planificación estratégica se presentan como herramientas clave para mitigar los impactos de las crisis y acelerar la recuperación.
A veces resulta desesperante conocer el estado actual de nuestro mundo. En este momento en el que estamos por iniciar el año 2024, hay 56 guerras activas. Nunca se podrá conocer con exactitud el número de muertos ni la magnitud del sufrimiento en seres vivos que alcanza niveles que sobrepasan el dolor hasta lo indescriptible.
Pero si bien la guerra genera sentimientos de terror, no podemos menospreciar a la pobreza, la desigualdad económica, la violencia, la discriminación, las enfermedades que incluyen a las propias de cada región o las que se extienden por el mundo como la pandemia por Covid-19 que produjo sufrimiento inconmensurable, los efectos del cambio climático como temperaturas extremas a las que no estábamos acostumbrados, los desplazamientos forzados, las violaciones de derechos humanos como la tortura, la detención arbitraria, la falta de libertades fundamentales, la contaminación, los actos de corrupción que benefician a unos cuantos en perjuicio de una gran mayoría, la falta de educación y todas las que se puedan ocurrir, simplemente analizando lo que sucede en el entorno.
Me urge ser optimista, valorando lo que sucede alrededor; lo que constituye un verdadero desafío. Creo en la educación y la generación de conciencia, en la formación de comunidades afines y colaborativas con objetivos positivos, en la adaptación, en el aprendizaje, en el cuidado de la salud y sobre todo en la esperanza.
El fin de nuestra civilización es inminente y esto es inevitable, pero debemos de posponer este proceso lo más que se pueda. A final de cuentas, nacer es comenzar a morir.