Pensar en la educación matemática suele conducir a la idea de poseer estrategias o procedimientos para educar con matemáticas, desarrollar y entrenar habilidades para dominar la enseñanza de las matemáticas en distintos niveles educativos, incluso se comentan estereotipos de lo que representa la pertenencia a este entorno, como: ayuda a mejorar las clases, te convierte en un mejor profesor, las clases serán más fáciles, las matemáticas serán sencillas para todos…
Parece que la relación entre educación y matemática ocurre sólo cuando se imparte una clase, tiene efecto en el docente, consiste en estrategias para enseñar mejor lo que resulta “difícil para el alumno”, los egresados de un posgrado en esta rama se convierten en docentes con grupos que sacan las notas más altas en matemáticas, quienes llevan a sus estudiantes a competencias, incluso entre profesionistas se puede hablar de un posgrado fácil, pero pensar así es alejarse completamente de la realidad que envuelve a una ciencia que lleva tiempo edificándose.
Cursar un posgrado en educación matemática implica ver las barreras entre la matemática y la realidad, identificar conexiones entre lo concreto y abstracto, comprender que esas conexiones tienen un sentido particular según quien las aprende; estar en este posgrado es dotar de sentido a estas conexiones, no se trata solo de entender las matemáticas, sino de entender cómo cada persona se conecta con un tema y sus conceptos, ejercicios y problemas.
Un maestro en educación matemática sabe que la educación va más allá del salón, que el aprendizaje no existe solo durante la clase, que no solo el profesor determina el gusto del estudiante hacia las matemáticas, que las emociones influyen en el rendimiento y las opiniones contribuyen al interés de algún tema, además sabe que un grupo de estudiantes son muchas clases impartidas a la vez, tantas como sean necesarias trabajar, analizar, comprender, aplicar y evaluar mentes individuales o en conjunto que exploran, cuestionan y opinan sobre los agentes matemáticos involucrados; egresar de un posgrado en educación matemática transforma la práctica de un profesor al elaborar las sesiones de clase, reconstruye las habilidades del educador cuando se presenta ante el grupo, enfoca las tareas del investigador cuando analiza los fenómenos durante la enseñanza, cambia la visión del matemático para reimaginar un concepto u objeto abstracto y alza las atenciones del psicólogo para identificar quiénes son las mentes y actitudes de sus estudiantes.
Una clase no se destaca por la oratoria del docente o porque resuelva problemas con rapidez, el aprendizaje del estudiante no se mide por la cantidad de ejercicios que resuelve ni por la cantidad de apuntes que se llevan después de clase, la calidad del conocimiento no radica en la aplicación de un examen ni en la entrega de muchos trabajos al final de un periodo de clases, ver de esta forma paramétrica a las matemáticas, carentes de un beneficio en el entorno de la persona, estáticas ante el paso del tiempo, frías en la enseñanza al estudiante que permanece sentado escuchando al docente o serias en la práctica educativa (sin dinámicas de repaso, con ejercicios constantes) implica ignorar autores que han dedicado su tiempo y trabajo en hallar estrategias y crear modelos para mejorar la interacción de la persona con las matemáticas, de fortalecer las conexiones del pensamiento, de ver el aprendizaje como un mapa de eventos y no como un procedimiento, conocimientos asentados como: el contrato didáctico, la teoría de situaciones didácticas, la de tareas auténticas, la de representaciones semióticas; una colección amplia de saberes edificada por mentes brillantes como Guy Brousseau, Torulf Palm, Raymond Duval, Bruno D´Amore, Martha Isabel Fandino y muchos otros investigadores con intenciones de descubrimiento sobre la educación matemática.
Leer a investigadores en educación matemática y formar parte de este posgrado es pertenecer a una línea de tiempo y cambio que está en crecimiento. Tiene por objetivo dar a conocer que el estudiante, maestro y conocimiento son tan solo el núcleo de un conjunto de fenómenos de aprendizaje y respuestas a problemas presentes, de epistemología y hechos que cambiaron el entorno desde el pasado, de experimentos, modelos y teorías que buscan intervenir en el aprendizaje del futuro.
La educación requiere avanzar, el tiempo enriquece los saberes y conocimientos de la sociedad a medida que nuevas mentes se adicionan, pero en el sistema de aprendizaje parece que se bloquea dicho avance bajo una mentalidad de creencias que aseguran tener la fórmula correcta para educar a través del tiempo. La Maestría en Educación Matemática muestra esta necesidad y busca una mejora para los espacios en donde habitan y se comparten los conocimientos matemáticos, abolir la idea de que la educación matemática no requiere ser atendida por la investigación. La intención de este entorno de formación profesional está en demostrar que esas conexiones entre la matemática y el estudiante necesitan ser estudiadas a fondo, atendidas con cuidado y fortalecidas con ayuda de la investigación constante en favor de un aprendizaje que supere la existencia del salón de clases y se integre con el mundo concreto, que brinde a los alumnos una visión más lógica, estratégica en la toma de decisiones, con el objetivo de que la persona no olvide las matemáticas al egresar del salón de clases, sino que las posea como herramientas para atender situaciones y resolver problemas.