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Educar ambientalmente; cómo lo hacemos, por qué y para qué

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Un niño levanta la mano para exponer una duda esperando la respuesta con una sonrisa dibujada en su rostro. Un joven diserta. Un adulto se pregunta al mismo tiempo qué justifica el acto. Sobre qué tema exponen los tres sujetos, de qué estarán hablando… Actualmente uno de los temas que se encuentran en todas las mesas de debate es el de las problemáticas ambientales, cambio climático, calentamiento global, deforestación, tratados ambientales internacionales, contaminación, extinción de especies, entre muchos otros, y es que desde pequeños se intenta y se ha intentado que la población experta o no, considere la posibilidad de ser parte de la solución y quizá de alguna manera romper con lo ya establecido. Desde hace unas décadas, informar a niños, jóvenes y adultos sobre los problemas ambientales a los que nos enfrentamos tanto de manera local como global ha sido, si no, como tal una prioridad, sí una propuesta que intenta permear entre diferentes sectores. Lo anterior fundamentado un poco en la historia de lo que es y ha sido la apuesta educativa encaminada a restaurar el impacto ambiental que se ha producido a partir de la Revolución Industrial y que desde finales de la década de los 60 y principios de los 70 y hasta nuestros días, se habla en foros internacionales, como lo fueron Estocolmo, Belgrado, Tbilisi, Moscú, Río de Janeiro, entre otros; cabe mencionar que no solo se ha trabajado a nivel internacional si no que a nivel nacional se ha realizado un esfuerzo titánico, entonces, por qué seguimos igual que a finales de los 60; hay que recordar que aunque existen muchas definiciones, la Educación Ambiental fundamentalmente es definida como un proceso que dura toda la vida y que tiene como objetivo impartir conciencia ambiental, conocimiento ecológico, actitudes y valores hacia el medio ambiente para tomar un compromiso de acciones y responsabilidades que tengan por fin el uso racional de los bienes y poder lograr así un desarrollo adecuado y sostenible. Aunque sabes que quizá puedes quedar a deber algunas cosas, pensamos es una de las más completas y que por supuesto el profesional de la educación ambiental seguramente podrá quitar o agregar cosas de acuerdo a las líneas, condiciones, etcétera, con las que trabaje. Regresando a nuestra pregunta rectora, por qué seguimos igual o en algunos casos hasta peor, si se han realizado grandes esfuerzos y miles de personas se han sumado. Quizá la respuesta no sea tan agradable; sucede que, cuando analizamos algunas de las definiciones de educación ambiental que van desde las más laxas hasta las más complejas, para entender cualquiera de ellas, se necesita tener un marco referencial, claro sobre educación y sobre los procesos que esta comprende, de igual forma es de vital importancia conocer a profundidad los temas ambientales así como las problemáticas, y cuando hablamos a profundidad es porque de ahí, pensamos, radica uno de los problemas graves dentro de la práctica educativa y es que hay ocasiones en las que el facilitador que está involucrado en la práctica ya sea en modalidad formal o no formal expone los temas de manera que pueden llegar a ser confusos para quienes se encuentran de manera presencial en una charla, práctica o taller, es por ello que es de vital importancia que el facilitador conozca los temas y se prepare muy bien para poder transmitir el conocimiento, además, y esto pocas veces sucede, que se evalúe al grupo, ya sea esta de manera diagnóstica o formativa, esto con la intención de que el facilitador conozca al grupo y sepa sobre el impacto que ha tenido su trabajo; es importante nunca olvidar que el formador debe contar con habilidades que le permitan captar la atención de los participantes y logre formar un vínculo y que rompa con lo establecido dentro de la práctica, esto nos lleva a hacer uso de la imaginación antes, durante y después de la práctica educativa, hay que recordar que siempre, siempre se tiene que imaginar e innovar; entender y hacer todo esto en definitiva no es nada fácil cuando no tenemos una formación en pedagogía y ciencias; quizá por esto los esfuerzos en la práctica no han permeado en la sociedad, quizá por lo anterior y para los teóricos de la educación ambiental no ha sido nada fácil estar frente a los grupos y quizá por ello la ciudadanía que ha tenido acercamiento con estas prácticas no ha logrado obtener un aprendizaje significativo que le permita generar un pensamiento crítico que detone procesos de conciencia y análisis complejos ante las problemáticas ambientales que hoy aquejan a toda la humanidad. Es necesario retomar el camino; es vital imaginar un mundo mejor; es necesario analizar, evaluar nuestras prácticas y las de los demás para no continuar siendo un antagonista vitalicio de quienes no creen que un problema tan grave como el aceleramiento del cambio climático a causa de las actividades antropogénicas, no existe. Te invitamos a sumarte a pensar que es posible y solo así lo utopía será alcanzada.

 

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