La educación superior en contexto

Los promotores de la política educativa de los últimos 40 años

 

La adopción de medidas neoliberales desde los años 70 hasta los 90, en casi todo el mundo, tuvo fuertes implicaciones, no sólo en la economía sino también en la educación. Las recomendaciones de políticas públicas las han hecho los organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE); una ilustración reciente de sus recomendaciones es el texto Trends Shaping Education 2019, en el cual la OCDE plantea que el futuro de la educación —en el contexto de las megatendencias globales— tiene dos objetivos:

  1. Preparar mejor la educación para las transformaciones en curso de lo económico, lo social y lo tecnológico. La educación debe considerar lo económico para cumplir con su misión de apoyar a que los individuos se desarrollen como personas, ciudadanos y profesionales…
  2. Entender cómo la educación puede influir esas tendencias, para proveer las competencias y habilidades necesarias que operen en el mundo moderno”.

Queda claro que para la OCDE, el papel de la educación superior (ES) debe seguir siendo la mano transformadora de la economía, una economía neoliberal que se beneficia del gran ejército de reserva (de los desempleados) que facilita los bajos niveles salariales y por ende las altas ganancias al gran capital. Para ello, la política educativa debe sincronizarse con las megatendencias para garantizar la permanencia del gran ejército de reserva, que sólo podrá existir, si toda la población en edad de trabajar, cuenta con el mínimo de habilidades y competencias que les permita ser fácilmente sustituidos en cualquier parte del mundo. El concepto clave en el discurso de la OCDE es “calidad” educativa, a través del cual se ha buscado homogenizar los contenidos y la gestión educativa; evidencia de ello es la tendencia a las certificaciones de las IES a nivel mundial, cuyos estándares han sido establecidos con base en el funcionamiento y programas de las IES estadounidenses1.

En México la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) se ha encargado de implementar las propuestas que los organismos multilaterales han sugerido; en su propuesta Visión y acción 2030 plantea una renovación de la ES en México, atendiendo al objetivo 4 de la agenda 20302: garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.

 

Calidad educativa

 

El concepto de calidad educativa de los organismos multilaterales concuerda con la vinculación de la ES con el mercado laboral, que permite continuar con la acumulación de capital, ya que dicho concepto implica crear ambientes para el aprendizaje de habilidades intelectuales genéricas para el trabajo, y el aprendizaje a lo largo de la vida; creatividad e innovación; resolución de problemas; capacidad de adaptación a entornos cambiantes; manejo de las tecnologías de la información; formación para el trabajo en equipo; emprendimiento y liderazgo, además del conocimiento de diferentes idiomas. A nivel nacional, la calidad de las IES se mide con indicadores de atributos de la planta docente (capacidad académica) y de resultados (competitividad) (Integralia, 2018:35). Según Integralia, sólo el 17.5 por ciento de los programas evaluables tienen certificación de calidad, ignorando si el resto no pudieron pagar el elevado costo de la certificación o no cuentan con los estándares considerados por los certificadores. En uno de los ranking que miden el desempeño de las universidades (considerando la proporción entre académicos y estudiantes, investigación, empleabilidad e internacionalización), el QS World University Rankings, solo aparecen dos de México entre las mejores 200 del mundo la UNAM y el ITESM, otras 12 IES mexicanas se encuentran entre las mil mejores. Mientras que el Foro Económico Mundial ubica la competitividad de México en el lugar 48 de 140 países, en el cual el indicador de calidad del sistema educativo y enseñanza de matemáticas y ciencias son los indicadores más bajos en el periodo 2011 y 2018 en el cual, el indicador de administración universitaria fue calificado de buen desempeño, esto a pesar del escándalo de corrupción denominado “la gran estafa”, en el año 2017. Por lo demás, los rankings globales siguen teniendo gran influencia en la política educativa de los países, al orientar la organización institucional, programas y métodos de enseñanza que los países desarrollados marcan, pues son las universidades de Estados Unidos, Inglaterra y Japón las que los han encabezado (SJTUIHE y Times Higer citado por OECD, 2019).

 

La estructura y financiamiento del sistema educativo mexicano

 

En México, el sistema de educación superior está integrado por dos grandes subsistemas: las IES públicas y las privadas. Dentro del primer subsistema se incluyen las universidades federales, estatales, tecnológicas, politécnicas, interculturales, los institutos tecnológicos, la educación normal, centros públicos de investigación y otras instituciones de investigación. Estas IES son financiadas con recursos federales, estatales y propios. El financiamiento federal depende de la matrícula y cantidad de trabajadores. En términos reales, el gasto nacional en educación superior por alumno creció en promedio 0.06 por ciento cada año durante el periodo 1995-2018. Sin embargo, de 2012 a 2018 el gasto cayó 0.68 por ciento en promedio anual. “El gasto del año 2014 fue del 55.4 por ciento del gasto promedio de los países de la OCDE. Mientras que la inversión pública fue del 1.1 por ciento del PIB, una inversión menor a la de los países desarrollados como: Canadá, Chile, Corea y Estados Unidos, quienes destinaron 2.7 por ciento del PIB” (Integralia, 2018:64). La cobertura nacional para 2018 fue de apenas 38.4 por ciento (sin posgrado), 4,210,250 estudiantes, de los cuales 50.3 por ciento fueron mujeres y 49.7 por ciento hombres. Los campos de conocimiento más demandados son: administración y negocios (19 por ciento), ingeniería, manufactura y construcción (19 por ciento) y ciencias sociales y derecho (17 por ciento) (ANUIES, 2019).

 

p-09

El mercado laboral y la formación terciaria

 

Para la OCDE (2020)3 las decisiones de los jóvenes que ingresan al nivel profesional o terciario son las que afectan las tasas de empleo, porque la mayoría elige los campos de artes y humanidades, ciencias sociales y comunicación y no los campos de ingeniería, manufactura, construcción y tecnologías de la información, en donde la tasa de empleo es del 90 por ciento vs. 83 por ciento. Por lo que es necesario que haya una alienación entre la oferta y la demanda educativa.

En México la oferta laboral, en el periodo 2011-2018, se ubica principalmente en el sector servicios (aproximadamente el 61.5 por ciento) con las profesiones en educación, humanidades y artes, ciencias sociales, ciencias administrativas, y salud; seguida por el sector secundario (aproximadamente el 25 por ciento) con las profesiones de ciencias naturales y exactas, ingeniería y tecnología; y muy poco en el sector primario (aproximadamente el 13.5 por ciento) con profesiones agropecuarias. Pero en 2018 el nivel de desempleo de los profesionistas fue el más alto entre los diferentes niveles de escolaridad (4.6 por ciento) y por arriba del nivel nacional (3.3 por ciento).

En general, la idea de que la educación terciaria (incluye licenciatura, maestría y doctorado) permite la movilidad social, es decir, facilita alcanzar mayores ingresos y por tanto mejores condiciones de vida, en efecto se cumple, pero sólo para aquellos profesionistas que logran insertarse al mercado laboral. En México, el mayor porcentaje de población ocupada con estudios de maestría y doctorado (30 y 32 por ciento, respectivamente) percibe ingresos de cinco y más salarios mínimos y los de nivel licenciatura y normal (entre el 38 por ciento aproximadamente) perciben entre cuatro y cinco o más salarios mínimos, mientras los ocupados con nivel primaria y secundaria (poco más del 50 por ciento) perciben ingresos de entre dos y tres salarios mínimos, sólo entre el 1 por ciento y 4 por ciento de este nivel perciben cinco salarios mínimos (ver cuadro 1).

En este sentido, las reformas educativas neoliberales no parecen beneficiar a la mayoría de los egresados del nivel terciario, sino sólo a quienes logran insertarse al mercado laboral, formándose de esta manera un gran ejército de reserva que facilite la acumulación de capital.

* [email protected]

 

 

 

1  En México el organismo que emite la acreditación de los programas de ES es la COPAES y los organismos encargados de evaluar los programas educativos son los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior.

 

2  La agenda 2030 es la que contiene los objetivos del desarrollo sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

 

3 En su publicación What are the choices facing first-time entrants to tertiary education?. Education indicators in focus, february 2020, no. 73.

 

 

Bibliografía citada

 

OCDE – Organización para la cooperación y el desarrollo económico (2009). Higher education to 2030, Vol. 2, Globalisation, Centre for educational research and innovation.

 

ANUIES – Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (2019). Visión y acción 2030. Propuesta de la ANUIES para renovar la educación superior en México, diseño y concertación de políticas públicas para impulsar el cambio institucional.