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El Covid-19 y la economía social solidaria

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· Imagen tomada y modificada de https://econocooperativa.wixsite.com/economiacooperativa/single- post/2016/06/21/Manual-de-formaci%C3%B3n-sobre-Econom%C3%ADa-Social-y-Solidaria
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La crisis mundial visibilizada por la pandemia del SARS-Cov-2 (Covid-19) ha puesto sobre la mesa varios temas que deben tratarse con responsabilidad tanto de parte de los gobiernos, como las empresas, las instituciones educativas, los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil. Vivimos un cambio histórico del cual debemos estar conscientes y actuar de modo que colaboremos por el bien de todas las personas del mundo.

En el diagnóstico de lo que está ocurriendo a escala mundial podemos ver dos interpretaciones generales. Por una parte, organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Económica para América Latina  y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), plantean la necesidad de fortalecer al capitalismo ante esta crisis y, por otro lado, movimientos sociales como el Foro Mundial de Economías Transformadoras argumentan la necesidad de otra economía, no capitalista y con bases en la solidaridad no como manera de manipular lo que la gente está haciendo, sino como alternativa de vida ante la crisis que estamos viviendo.

En la primera interpretación, el FMI se refiere en diversos documentos publicados a partir del mes de mayo de este año a una “crisis excepcional a escala mundial”, medida en términos de la caída del Producto Interno Bruto mundial y por países. Ante esta crisis, se proponen acciones para enfrentarla, con el objetivo general de asegurar la recuperación del capitalismo, proteger la estabilidad financiera, facilitar los ajustes sectoriales y reavivar el comercio internacional.

Para el logro de estos objetivos se han implementado ya varias acciones como la entrega rápida de recursos, sobre todo a empresas, duplicar el monto de los fondos de emergencia para los gobiernos, triplicar el financiamiento concesionario y la suspensión temporal del reembolso de deudas internacionales bilaterales.

De acuerdo con el diagnóstico elaborado por los especialistas del FMI, se señalan a los países más vulnerables que califican como “emergentes y en desarrollo”, a los que dependen de las materias primas, a los que basan gran parte de su economía en los ingresos por el turismo y a los clasificados como los más pobres (en términos del ingreso).

Finalmente, los organismos internacionales también están utilizando el concepto de “solidaridad”, definida según el FMI con el objetivo de calibrar las políticas sociales (ajustarlas para tener un crecimiento económico tradicional), disminuir la desigualdad, proteger a personas vulnerables y brindar acceso a todos a oportunidades. En otras palabras, es tan grave la crisis mundial que no les queda mas remedio que utilizar el concepto de solidaridad, aunque sus criterios y formas de evaluarlo no van acordes con este concepto alternativo al capitalismo. Es decir se utiliza el concepto sólo para dar una imagen, aunque en la práctica se sigue actuando de la misma manera que nos condujo a esta crisis mundial.

Si hacemos una síntesis lógica de los objetivos, las medidas adoptadas, el señalamiento de los países más vulnerables y la “solidaridad” en términos del FMI, encontramos que lo que se pretende es crear un nuevo capital, redefinir su espacio mundial de acción (incluyendo a las grandes corporaciones transnacionales como elemento prioritario), garantizar la continuada mercantilización de la vida y de los bienes públicos, y aterrizar en un “capitalismo solidario”, lo cual es claramente contradictorio con su funcionamiento histórico.

En esta interpretación de lo que está ocurriendo en el marco del Covid-19, lo que aparece en primer lugar en los temas prioritarios es la crisis económica; sin embargo, la recesión mundial ya estaba prevista antes de la pandemia, incluso podemos afirmar que esta nueva crisis es continuación de la que comenzó en 2008 y que no se ha podido superar con las prácticas del capitalismo, incluso temas como la desigualdad se han acentuado, así como la precarización del trabajo. En otras palabras, ya estábamos en una situación de alta vulnerabilidad antes de la llegada del Covid-19.

Incluso los premios nobel de economía 2019 (Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer) han señalado que las innovaciones tecnológicas no van contra el capital, sino que buscan hacerlo más eficiente y vuelven a fracasar, como en el caso de la lucha contra la pobreza, pero se limitan a repensar la pobreza y no ahondan en eliminar el empobrecimiento planetario.

La segunda interpretación nos lleva a visibilizar no solo la posibilidad sino la necesidad de una economía social solidaria, con una lógica distinta al capitalismo. En esta perspectiva se plantea que es muy importante no seguir cayendo en la lógica del crecimiento económico como indicador de un buen desarrollo económico y social, porque de ser así lo único que estaremos haciendo es volver a caer en los errores que nos han llevado a esta crisis mundial. En estos momentos y de aquí en adelante, lo que importa no es el crecimiento de la economía, que lleva al empobrecimiento de la humanidad y del planeta, la pauperización laboral, el freno a la institucionalización de la solidaridad, la desigualdad e inequidad en muchos aspectos como género, raza, religión, sino a un aumento de la solidaridad por el bien de todos.

Desde esta perspectiva, entre los nuevos problemas que saltan a la vista tenemos el de la salud, que debe ser considerado como un bien público en el que todas las personas tengan garantizada la atención médica y el acceso a los tratamientos y medicamentos requeridos, evitando caer en la mercantilización de la salud en estos momentos de crisis sanitaria por la que estamos atravesando a escala local, regional y mundial.

Lo anterior implica en primer lugar la elaboración de un diagnóstico actualizado de la situación que guarda el estado de salud de toda la población en México, las carencias existentes y definir las prioridades por estados, regiones y municipios en el corto, mediano y largo plazos. Lo anterior requiere la integración de un sistema de salud en el que participen todas las instituciones, publicas, privadas y sociales en forma colaborativa y solidaria, haciendo a un lado la mercantilización de la salud.

Esta crisis ha reconfigurado nuestra idea de tiempo y espacio. El cuidado en casa, la reproducción de la vida y el Covid-19 son un reto para que revaloremos el trabajo doméstico y de las mujeres desde una perspectiva de economía social solidaria. También tenemos los casos de embarazo, el cuidado de los bebés, y la feminización de la fuerza laboral e incremento de la desigualdad salarial que deben ser abordados desde una visión de reproducción de la vida y no del capital que nos conduce a la muerte.

Otro indicador del profundo cambio mundial que estamos viviendo se expresa en los indicadores del desarrollo humano. A cuarenta años de que se publicó el primer Informe mundial de desarrollo humano por el PNUD, todo parece indicar que en 2020 disminuirá el índice de desarrollo humano a escala mundial, pero ya desde el 2019 se preveía la situación ante la desigualdad prevaleciente entre países. El Covid-19 no ha sido la única causa de esta disminución, sino una expresión más de los efectos negativos del capitalismo sobre la vida humana y el medio ambiente en su conjunto. Desde esta visión alternativa proponemos la elaboración de un Informe de Desarrollo Humano desde la solidaridad, con indicadores elaborados desde cada comunidad de acuerdo a la problemática específica que están viviendo, definiendo prioridades de corto plazo y asegurar el seguimiento comprometido de los resultados, con una consulta permanente para ir ajustando los objetivos conforme a los requerimientos de cada comunidad. Proponemos pasar del IDH (Indice de Desarrollo Humano) al ISH (Indice de Solidaridad Humana).

Ya hace varios años los participantes en el Foro Social Mundial de Economías Transformadoras han planteado que “otra vida es posible” y han venido dando pruebas fehacientes a través de sus prácticas y reconocimiento de los saberes de todas y todos. En esta crisis mundial de forma natural se visibiliza la fraternidad de todos los involucrados y con más fuerza se siguen llevando a cabo reuniones virtuales a escala mundial de forma que se siguen compartiendo experiencias y propuestas, que se presentarán en el Foro a llevarse a cabo en México en enero de 2021, un momento histórico.

Se está en construcción de una sociedad distinta con una redefinición de la educación, como bien público, rescatando propuestas elaboradas desde los años 1960 como la educación popular planteada por Paulo Freire, y más recientes como la tecnociencia solidaria de Renato Dagnino, y en estos momentos en que la educación es por medio de la tecnología de la información, en línea, muchas personas no tienen acceso a internet o hay muchas fallas que dificultan el proceso. Sin embargo, no hay que caer tampoco en el “esclavismo científico” como planteaba hace ya algunos años Gabriel Gutiérrez, que nos lleva a trabajar más horas en casa con el mismo sueldo, sacrificando horas de convivencia familiar y desgastando nuestra salud sin reconocimiento de las autoridades.

En este espacio innovador otra forma de asociación que ha recobrado fuerza es el cooperativismo, como alternativa a las empresas capitalistas a partir de la formación en valores y principios, de modo que se actúe de forma coherente a mediano y largo plazo y no sólo para conseguir financiamiento (ni caer en el clientelismo político) que es necesario pero no es el fin último del cooperativismo, de ahí las propuestas de banca ética y finanzas solidarias.

Lo anterior requiere la constante visibilización de prácticas y saberes a escala local y mundial, como es el caso de la Campaña por un Curriculum Global de Economía Social Solidaria, y las nuevas políticas que se están implementando por gobiernos municipales en varios países de América Latina y del mundo en su conjunto.

En otras palabras, estamos en la construcción de una “espacialidad solidaria”, es decir un espacio y tiempo distintos, en los que se incluyen propuestas y prácticas de mujeres y hombres, de jóvenes y personas de la tercera edad, de distintas culturas y religiones, sin ningún tipo de discriminación y con una organización heterárquica, es decir de abajo hacia arriba y a la inversa, y justo en este momento de crisis mundial y cambio social histórico.

La idea misma de responsabilidad se está repensando, pasando de la responsabilidad social a la responsabilidad solidaria de todos los involucrados. De aquí la necesidad de pensar en un Plan Mundial de Solidaridad a partir de la articulación respetuosa de los planes locales, nacionales y regionales.

Desde la creación de este nuevo espacio de convivencia surgen diversos temas que se están ya trabajando, como el financiamiento de la solidaridad, el trabajo solidario, las mujeres solidarias, y la sustentabilidad solidaria.

A diferencia del diagnóstico y propuestas planteadas por los organismos del capitalismo, en esta propuesta alternativa de la economía social solidaria se propone una evaluación no mercantil de lo económico y social, con indicadores que den cuenta no de la productividad como tradicionalmente se hace, sino del bienestar y el buen vivir de todos de manera respetuosa con el planeta en su conjunto. Una propuesta es sustituir al Producto Interno Bruto por la Solidaridad Mundial, y que sea tomado en cuenta en la elaboración de los Planes municipales, estatales y nacionales de solidaridad.

Lo anterior implica retomar las propuestas de nuevas formas de organización, tanto locales como regionales, en las que los principios y valores se vinculen con el respeto, la hospitalidad y la fraternidad, como propuso Clodomir Santos di Morais.

Por lo que respecta a la forma de producción y vinculación entre las comunidades y los países, se propone la integración solidaria en la que se sustituya la lógica de las ventajas comparativas por las redes de producción y consumo responsables, como lo propone Euclides Andre Mance.

Todo lo anterior se sintetiza en algo que parece muy sencillo, pero que es complejo, sobre todo si se busca ser coherente con lo que se dice y lo que se practica, lo que le daría un nuevo sentido a la vida, justamente en estos momentos en que millones de personas están muriendo y el planeta en su conjunto está en crisis.

Curiosamente el hecho de que los contagiados hasta el momento sean prácticamente el mismo porcentaje de hombres que de mujeres, de blancos y negros, de pobres y ricos, nos hace ver la igualdad de los seres humanos, y es justamente ante esa conciencia que debemos actuar de manera diferente a como lo hemos hecho hasta la actualidad. Debemos tener conciencia de que lo único que nos puede sacar de esta crisis mundial es la solidaridad, sentirnos realmente acompañados y protegidos, es el momento de reconocernos como seres humanos en esta casa común que es la Tierra.

Vivimos un momento de cambio social histórico, en el que podemos contribuir para darle un nuevo sentido a la vida, si estamos conscientes de ello tendremos la fuerza para salir adelante por nuestro buen vivir y el buen vivir de todos como proponen colegas nuestramericanos.

 

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