Tercer lugar concurso de mini ensayo: El Telescopio Espacial Hubble: 30 años develando el Universo Para celebrar los primeros 100 números del suplemento de divulgación científica Saberes y Ciencias y el 30 aniversario del Telescopio Espacial Hubble.
Rita se encuentra sentada en la silla que está frente a la computadora y mira a su lado izquierdo. Reconoce una figura gatuna e, inmediatamente, voltea a otro lado. Sonrío al ver que no le gusta ver su propio reflejo. ¿Qué habré pensado yo cuando vi por primera vez mi reflejo y fui consciente de mi propia figura?
Este año celebramos tres décadas desde que fue lanzado el primer telescopio espacial: un monstruo de 12 toneladas diseñado para fotografiar lo que nunca antes habíamos podido ver y, en contraste con Rita, todos nos maravillamos al ver los reflejos de estas fotografías.
Te aseguro que, al observar alguna imagen captada por el Hubble, es difícil diferenciar entre ciencia y arte: aunque no entendamos qué tecnología hay detrás del telescopio o a qué distancia se encuentra el objeto que observamos, incluso si no sabemos con certeza qué estamos observando. Las sensaciones que producen sus imágenes van más allá del entendimiento.
Historia borrosa
La idea de construir un telescopio extraterrestre, con sus múltiples ventajas, fue escrita por Lyman Spitzer en 1946. Después vino la Guerra Fría, donde la carrera espacial se dividía en dos bandos. Pero este proyecto, que inauguró la era de los Grandes Observatorios y los proyectos conjuntos, logró colaboraciones internacionales: la NASA y la Agencia Espacial Europea unieron presupuesto, esfuerzos e investigación en lo que pareció uno de los errores más caros de las misiones espaciales. La historia del Hubble es una historia de contratiempos; a pesar de que el telescopio se aprobó en 1977 y estuvo listo en 1984, el desastre de 1986 del Challenger retrasó todos los despegues de la NASA. Cuando por fin se encontraba en órbita, surgió un nuevo problema: la primera imagen captada estaba borrosa y durante sus primeros tres años el Hubble no pudo alcanzar la calidad en sus imágenes para la que fue diseñado, todo debido a una falla en el espejo principal del telescopio.
Afortunadamente el proyecto sobresalía, entre muchas otras características, por una serie de planeaciones de misiones tripuladas para su mantenimiento. Así, en diciembre de 1993, lograron corregir este error y actualizar algunas características. Siguieron otras similares en 1997, 1999, 2002 para, finalmente, tener la última misión en 2009.
Profunda máquina del tiempo
El Hubble se asoma al Universo desde lo que llamamos la órbita terrestre baja (a unos 569 km sobre la superficie de la Tierra) y avanza a una velocidad de 28 mil km/h, lo que le permite completar una vuelta alrededor de nuestro planeta cada 97 minutos. Aun así, es tan preciso que puede mantenerse apuntando a un objetivo con una precisión de 0.007 arcosegundos. Si traducimos este superpoder del telescopio a las escalas de nuestro país, es como si una persona en la Torre Latinoamericana en Ciudad de México mantuviera un apuntador láser enfocado sobre una moneda de 50 centavos (de las plateadas) sobre la costa de Boca del Río en Veracruz (a unos 320 km de distancia) durante 24 horas seguidas.
Esta característica ha permitido abrir nuevos campos de conocimiento dentro de la Astronomía: búsqueda de exoplanetas, un mejor entendimiento de la expansión acelerada del universo, evidencia indirecta de materia oscura, agujeros negros, lentes gravitacionales, y otros muchos campos que han sido especialmente prolíficos gracias al telescopio espacial.
Podríamos nombrar al espejo, donde nos vemos todos los días, como un instrumento de captura de imagen en tiempo real y al telescopio como una máquina del tiempo: la luz que llega al instrumento ha viajado miles de millones de años hasta llegar a él, por lo que nosotros vemos a los objetos lejanos con las características que tenían en el pasado.
Con esta característica en mente, Bob Williams sugirió el proyecto del Campo Profundo del Hubble: apuntar a un lugar en el cielo aparentemente vacío durante 100 horas para capturar toda la luz posible. Parecía una mala idea, ¿quién querría mirar hacia donde, aparentemente, no había nada? Bob insistió, “los descubrimientos científicos requieren riesgos”. Muchos agradecemos esta —aparente— terquedad, pues gracias a ella, en 1995, vimos más allá de lo que nunca habíamos visto en la historia de la humanidad: tres mil galaxias de distintos tamaños, formas y colores. Fue posible viajar en el tiempo y capturar cómo lucían algunas de estas cuando recién se estaban formando. Varios proyectos surgieron después de este y con la misma finalidad; entonces surgió, en 2004, el Campo Ultra-Profundo del Hubble, donde se muestran las galaxias más lejanas que se pueden observar en luz visible.
Para observar más atrás en el tiempo y más allá en el espacio, se debían usar otras longitudes de onda como el infrarrojo y el ultravioleta, aprovechando además, que estas longitudes de onda sólo se podían captar por un telescopio espacial, pues la atmósfera de nuestro planeta nos protege, y nos impide ver a través de este tipo de luz.
Entre 2003 y 2009 se capturaron imágenes en el infrarrojo que permitieron estudiar la evolución de las galaxias más cercanas, sin embargo, “la falta de información de la luz ultravioleta hizo que estudiar galaxias en el Campo Ultra-Profundo del Hubble fuera como tratar de comprender la historia de las familias sin conocer a los niños de primaria”, según Harry Teplitz. La luz ultravioleta es la que emiten principalmente las estrellas en formación, más calientes que el resto; capturar este tipo de luz nos ayuda a entender la formación de las estrellas en su totalidad. Así que en 2014 se combinaron las imágenes capturadas en visible, infrarrojo y ultravioleta durante el periodo de 2002 a 2012, con lo que se consiguió una imagen compuesta de 814 órbitas a la Tierra, 10 mil galaxias y la visión más profunda de nuestro Universo conseguida hasta ahora.
La órbita del Hubble permanecerá estable, seguramente, hasta la década de 2030. Después, el telescopio va a ser deliberadamente dirigido a la atmósfera para quemarse en ella antes de tocar la Tierra. Pero nuestro glorioso telescopio espacial ya tiene sucesor: El Telescopio Espacial James Webb que complementará y expandirá los descubrimientos de Hubble, para buscar mucho más de cerca el principio de las galaxias.