La alternancia partidista en Tlaxcala no ha logrado consolidarse en una transición democrática, solo ha sido una lucha y cambio de poder entre hombres priistas que han sido postulados por el propio tricolor o por institutos políticos distintos, pero que sus raíces, en la forma y fondo de gobernar, son del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Pese a que en 1998 se instauró una alternancia partidista, con el arribo del PRD y aliados y siguieron los del PAN, en 2004 y el regreso —hasta la fecha— del tricolor en 2010, en los hechos, los priistas han gobernado la entidad desde 1946.
Los dos gobernantes de la alternancia al tricolor emanaron del PRI; Alfonso Sánchez Anaya y Héctor Ortiz Ortiz, si bien fueron postulados por partidos distintos al tricolor, gobernaron con gente y estructura de su Revolucionario Institucional.
La alternancia de partido —que ha vivido Tlaxcala— no significa por sí misma una transición democrática; la transición es un proceso mucho más amplio que implica cambios estructurales en la vida política de un país y un estado.
“Existe una visión más pesimista que considera que el proceso de alternancia ni siquiera apunta hacia la transición, es decir, se considera como a la alternancia política como un proceso inútil en la medida en que no se avanza en la construcción de un régimen democrático pleno, sino que se queda en el simple cambio de partido, en otras palabras, una alternancia que sin proyecto democrático reproduce los viejos sistemas autoritarios (Espinoza Valle: 2000)”.
En 1998, Tlaxcala vive su primera alternancia electoral o partidista, la cual tienen su origen en la escisión entre priistas por la nominación del sucesor del mandatario en turno, José Antonio Álvarez Lima, hoy senador de la República por Morena.
“La sucesión a la gubernatura en 1998, como todavía se estilaba en esos tiempos, dividió a los aspirantes que conformaron aquel selecto círculo, y más porque Joaquín Cisneros Fernández, quien habría de ser el candidato del PRI, parecía ganarle la partida a los delfines de Beatriz Paredes. Puesto que la dirigente del círculo tomó la determinación de promover primero a Héctor Ortiz, y no a Mariano González Zarur ni a Alfonso Sánchez Anaya, éste (último) decidió separarse —el 25 de abril de 1998— y promover su candidatura a través de otros partidos políticos, puesto que observaba que el proceso interno que se estaba llevando a cabo en el PRI le era desventajoso y colocaba a Ortiz Ortiz como preferido de la mano de Beatriz Paredes (Miguel González Madrid)”.
A la par, un grupo de académicos, activistas, integrantes de órganos electorales, reunidos en lo que llamaron Plaza Ciudadana, trabajaron e impulsaron propuestas en oposición al PRI, que acrecentaron la visión de una posible transición en Tlaxcala que convenció a líderes de diversos partidos políticos.
De ello derivó una reforma constitucional electoral —concretada el 7 de febrero de 1998—, que permitió a candidatura común, figura en la cual se sentaron las bases del triunfo de la oposición.
“Sobre esto se monta Alfonso Sánchez Anaya en una negociación realizada en el Distrito Federal (hoy Ciudad de México) y formalizada a través de una mascarada de proceso interno orquestado por Eustolio Flores —entonces presidente del PRD local— y Fabián Flores —diputado federal por el PRD— para amarrar la candidatura del PRD y luego de otros dos partidos (Raúl Jiménez Guillén)”.
Así nació la llamada Alianza Estatal Opositora, integrada por PRD-PT-PVEM-Partido Centro Democrático de Tlaxcala (instituto con registro local), la cual obtuvo el triunfo en los comicios del 8 de noviembre de 1998.
En esa contienda, Sánchez Anaya se impuso con 150 mil 36 votos al abanderado de la candidatura común de PRI-PVEM, Joaquín Cisneros Fernández, que logró 142 mil 718 sufragios, mientras que Jorge Moreno Durán de PAN, solo alcanzó 27 mil 736 sufragios. La diferencia entre el primer y segundo lugar fueron 7 mil 318 votos.
Así se dio la primera alternancia partidista que gobernó Tlaxcala, con los mismos priistas, del 15 de enero de 1999 al 14 de enero de 2005.
La segunda alternancia, con la derrota del PRD gobierno y del PRI oposición, se dio a manos de Acción Nacional, pero con un abanderado emanado del tricolor. Las condiciones de divisiones y confrontaciones al interior de la familia priista, como ocurrió en 1998, se dieron nuevamente en el año 2004.
Las confrontaciones internas que se dieron en el PRD y el gobierno de Sánchez Anaya, por la imposición, de la entonces primera dama y senadora de la República, María del Carmen Ramírez García, como candidata a suceder al esposo en la primera magistratura, hicieron imposible a ese partido cumplir el objetivo del mandatario “consolidar un proyecto de 20 años”.
Del otro lado, nuevamente el PRI vivió su lucha interna por la nominación entre Mariano González Zarur y Héctor Ortiz Ortiz; la ruptura de 1998 se repitió, propiciando un nuevo boquete en el Revolucionario Institucional.
La Comisión Política Permanente del Consejo Político Estatal del PRI decidió que el abanderado fuera Mariano González Zarur, por lo que Héctor Ortiz decidió abandonar a su partido, que lo había hecho procurador, diputado federal y alcalde de Tlaxcala, para ahora encabezar una alianza electoral.
Así en 2004, Héctor Ortiz, el exrector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, encabeza la llamada Alianza Ciudadana por Tlaxcala, que lidera el PAN y de facto el PT, e incluye a dos efímeros y emergentes partidos locales, como fueron el de Centro Democrático de Tlaxcala y Partido Justicia Social.
Él compite en contra de la alianza Todos por Tlaxcala —integrada PRI-PVEM— que registra a Mariano González como su postulante y contra la Alianza Democrática —conformada por PRD y Convergencia— que nominó a María del Carmen García, después de ganar un juicio a Gelacio Montiel Fuentes, con quien mantuvo un largo litigio por esa candidatura.
De acuerdo con los resultados arrojados la jornada electoral celebrada el 14 de noviembre de 2004, Héctor Ortiz ganó con una diferencia de 3 mil 910 votos, al lograr el respaldo de 146 mil 706 ciudadanos, seguido de Mariano González con 142 mil 797 y María del Carmen García a penas 119 mil 121 sufragios.
Así, el priista Héctor Ortiz, a través del PAN, gobernó Tlaxcala del 15 de enero de 2005 al 14 de enero de 2011.
Seis años después se concretó el retorno del PRI a la titularidad del Ejecutivo estatal; las escisiones que en esa época vivieron en el PAN, por la imposición cupular nacional de su candidata, Adriana Dávila, y la caída en las preferencias del PRD, más el cuidado de sus designación interna en el tricolor, fueron tierra fértil para que la alternancia regresara a donde inició. Los priistas de entonces parecieron haber aprendido las dolorosas lecciones de dos procesos gubernamentales anteriores, cuando perdieron a manos de excorreligionarios.
El proceso interno en ese partido para definir la nominación se decidió entre Lorena Cuéllar Cisneros —ex candidata a la gubernatura por el PRD en 2016 y en los comicios de 2021 abanderada al mismo cargo por Morena— y nuevamente con Mariano González Zarur, quien el 30 de marzo de 2010 fue designado por Convención Estatal de Delegados, celebrada en San Pablo del Monte, como el abanderado del tricolor en coalición con el PVEM, dando forma a la alianza denominada Unidos por Tlaxcala.
En cambio, en el PAN-gobierno, las pugnas internas para evitar que Héctor Ortiz se adueñara de ese instituto político hicieron que el entonces presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, impusiera a su pupila Adriana Dávila Fernández como la abanderada del albiazul, en una coalición con Panal y el local PAC —creado por el entonces mandatario— denominada Alianza por el Progreso de Tlaxcala.
Por su parte el PRD, sin el respaldo de un gobierno estatal, con la salida de Sánchez Anaya de éste, postuló a Minerva Hernández Ramos como su candidata de la coalición Transparencia y Honestidad por Tlaxcala, que integraron con Convergencia y el PT.
Para muchos, en una contienda cerrada entre PAN y PRI, el punto de inflexión se dio a partir del sábado 26 de junio de ese año, pues ocho días antes de la jornada electoral celebrada el 4 de julio, cuando Minerva Hernández, de la mano del entonces líder nacional del PRD, Jesús Ortega, declinó a favor de la panista Adriana Dávila
La medida lejos de ayudar a la candidata del PAN, parece, terminó por perjudicar, porque los perredistas no la apoyaron y dolidos, decidieron respaldar al priista González Zarur que al final se alzó con la victoria con 231 mil 631 votos, seguido de Adriana Dávila con 193 mil 689 sufragios y Minerva Hernández con solo 24 mil 436, mientras que la candidata del emergente Partido Socialista, Rosalía Peredo Aguilar su participación fue casi marginal.
En los comicios de 2016 no hay una alternancia partidista en Tlaxcala. Tras tres elecciones gubernamentales, el partido en el gobierno mantiene el poder.
En la contienda hubo siete candidatos, Adriana Dávila vuelve a contender por el PAN, Lorena Cuéllar alcanza por fin su nominación, solo que por el PRD, Edilberto Algredo dejó al PRD y a Morena para contender por Movimiento Ciudadano —antes Convergencia—, Felipe Hernández —quien de último momento suplió en la nominación a Serafín Ortiz— abanderó al PAC, Jacob Hernández, como aspirante independiente y Marco Antonio Mena Rodríguez en una alianza con PRI, PVEM, Panal y PS.
El priista Marco Mena gana la elección con 189 mil 499 votos, seguido de Lorena Cuéllar con 175 mil 743 y Adriana Dávila en un lejano tercer lugar con 107 mil 216 sufragios.
Con todo ello queda demostrado que en Tlaxcala todo se ha quedado en alternancia de chapulines, porque han gobernado y siguen gobernando por los del PRI, pero no hay una transición democrática.
La situación seguirá en las elecciones del año 2021, porque de acuerdo con las preferencias electorales, las punteras en el proceso electoral tienen sus genes en el PRI; Anabell Ávalos, abanderada del tricolor, con una militancia en este instituto de 39 años y Lorena Cuéllar, quien por su venas corre sangre priista, nacida, criada y creada en el tricolor, ahora abanderada a Morena son las que se disputan el triunfo y con este gobernar Tlaxcala a partir del próximo 1 de septiembre y hasta el 30 de agosto del año 2027.
Referencias
Espinoza Valle A. (2020) Alternancia y transición política. ¿Cómo gobierna la oposición en México? ColFron-Porrúa, México.
González M.M. (2010) La era de las alternancias, su lógica y sus consecuencias en el Estado de Tlaxcala, 1998-2010 en Anuario: Elecciones y partidos políticos en México 2010, CEDE, UAM-I, México, pp. 421-450.
Jiménez Guillén, Raúl (2016) El mito de la alternancia o el eterno retorno del PRI en La Jornada de Oriente 25 de enero de 2016, p.4