El gobierno presidido por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se ha propuesto objetivos múltiples y muchos de ellos los está cumpliendo no obstante la doble crisis que marcó la primera mitad de su gestión. Los propósitos relacionados con mejorar la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos se ha logrado, no tan sólo porque el gasto social ha aumentado sin precedentes con relación a otras gestiones sino porque se ha ejecutado con transparencia, eficiencia y probidad. La inversión también ha crecido, sobre todo la relacionada con infraestructura y la relativa a energías y combustibles, el presupuesto proyectado al respecto para 2022 es un punto más alto del PIB que el que hubo en el último año de Enrique Peña Nieto, aun así, no será suficiente para lograr el prometido crecimiento de 4 por ciento anual del PIB, si las proyecciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se cumplen, al terminar la gestión de AMLO el crecimiento económico en todo el sexenio será de 7.6 por ciento.
El gasto público decayó este año y crecerá 8.6 por ciento en términos reales el año entrante, aun así, el crecimiento económico en cuatro años (2018-2022) será de 14.7 por ciento, lo que es insuficiente para ser autosuficientes en energía y granos básicos, universalizar el acceso gratuito a la salud y a la educación, formalizar el trabajo y garantizar el crecimiento del empleo a una tasa igual o superior al crecimiento de la población en edad de trabajar. La ampliación del gasto requiere mayores ingresos presupuestarios y ello implica una reforma tributaria, reformar la Ley del Banco de México para fondearse con esa dependencia o aumentar la deuda, estrategia que ha sido negada por AMLO. Los ingresos presupuestarios son tres puntos del PIB menores al gasto público: los ingresos se han mejorado disminuyendo la evasión y elusión fiscal, no condonando el pago de impuestos, aumentando el número de contribuyentes y combatiendo la corrupción, y por el lado del gasto, se han suprimido programas fantasmas, fondos mal administrados y prácticas reiteradas de corrupción en distintos niveles del servicio público. Con administración honesta y eficiente se ha logrado aumentar el gasto público a una cuarta parte del valor del Producto Interno Bruto, sin embargo, el aumento real de algunos programas se ha traducido en decrementos en otros: protección social, salud y energías han aumentado su gasto real y medio ambiente, agricultura y desarrollo rural así como ciencia, tecnología e innovación han disminuido.
Poco se ha avanzado en la autosuficiencia de granos y en la rectoría del Estado sobre energéticos, de ambos tenemos déficit y en ambos podemos lograrlo en el corto plazo, con precios accesibles, suministro estable y el menor daño ambiental. Enhorabuena la reforma que pretende recuperar el abasto estratégico del Estado, entre otros, el de energéticos y el de litio.