Soberanía energética

En septiembre del año pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) envió a la Cámara de Diputados una iniciativa para reformar los artículos constitucionales 25, 27 y 28. Dicha iniciativa recupera la rectoría del Estado en lo conducente a la generación, transmisión, distribución, suministro, despacho, comercialización, planeación y respaldo de energía eléctrica; garantiza la calidad, continuidad y confianza en el suministro de electricidad; aboga por la descarbonización en su generación; por una disminución del costo de generación; un mejor aprovechamiento de los recursos públicos al eliminar monopolios privados que encarecen el precio del servicio (autoabasto), a no seguir subvencionando a particulares por el no pago del uso de la red de transmisión y distribución y la omisión del pago del respaldo de los generadores de energías renovables. Además de considerar estratégico al sector eléctrico, se cancelan las concesiones para la explotación del litio y de los minerales estratégicos necesarios para hacer posible la transición energética.

Los defensores del régimen de privilegios que ostentan los generadores privados de energía se oponen a la reforma y aducen, entro otras falacias, que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) es ineficiente y generadora de energía sucia y, en cambio, los privados son eficientes y limpios. De toda le energía generada el año pasado, 28 por ciento fue limpia, es decir, producida empleando como fuente primaria el sol, el viento, el agua, la geotermia, las mareas, el núcleo y 72 por ciento fue producida a partir del carbón fósil (carbón, combustóleo, diésel, gas). Del total producido por la CFE, 38 por ciento fue energía limpia y 62 por ciento, energía térmica (sustentada en carbón fósil); en cambio, del total generado por empresas privadas, 20 por ciento fue energía limpia y 80 por ciento, energía térmica. Expresado de otra manera, del 100 por ciento de energía limpia generada el año pasado, a la CFE le corresponden 56 y a los privados, 44; del 100 por ciento de energía térmica, 33 le corresponde a la CFE y 67 a los privados (41 a los productores independientes, 15 a las centrales de interconexión legadas y 11 a empresas derivadas de la reforma de 2013).

La energía producida a través del carbón fósil contamina: en la generación de un kilo watt (KW) se emiten 403 gramos de dióxido de carbono (CO2). El acuerdo de París (2016), suscrito por el gobierno de México, estableció metas en emisiones de gases de efecto invernadero. Nuestro compromiso fue que el 35 por ciento del total de energía eléctrica producida en 2024 fuera limpia y el 50 por ciento en 2035. El año pasado la producción de electricidad limpia fue de 28 por ciento, como ya se indicó. Del total de emisiones de CO2 emitidas el año pasado en la generación de electricidad, 44 por ciento le correspondieron a la CFE y 56 por ciento a los privados.

Las reformas neoliberales al sistema de electricidad de 1999 y 2013 privilegiaron la generación de electricidad a través de particulares y la transición energética hacia energías limpias no fue su motivo central: la generación de energías renovables (eólica y fotovoltaica) es una vía para allegarse ganancias extraordinarias vía costo marginal, despachos prioritarios, ingresos por certificados de energía limpia, privilegios en el acceso a la red de transmisión y distribución y monopolios al incluir a clientes como socios. De haber producido 95 por ciento de la electricidad inyectada a la red en el año 2000, veinte años después la CFE solo inyectó 38 por ciento, teniendo capacidad para satisfacer el 54 por ciento de la demanda, lo cual le genera pérdidas anuales al organismo estatal por 215.4 mil millones de pesos por el no despacho de energía.

Otra falacia difundida por los opositores a la reforma eléctrica de AMLO es la de la eficiencia de la CFE, que según su dicho, tiene costos unitarios muy altos, lo que afectaría, de ser cierto, a los consumidores. El despacho de energía se hace por mérito económico, entendiendo por tal que los generadores que tengan menores costos variables (no costos totales) son los primeros en conectarse y los de costo marginal más alto, los últimos. Los generadores de energías renovables (fotovoltaicas y eólicas) tienen un costo marginal cercano a 0, ya que el aire y la radiación solar no cuestan, en cambio, los que utilizan gas, carbón o combustóleo tienen un costo marginal alto por la volatilidad del precio de los hidrocarburos, sin embargo, a todos los generadores se les paga al costo marginal del generador de costo variable más alto, lo que genere una renta a los de costos variables menores, la cual puede ser mayor a sus costos fijos y así obtienen una ganancia extraordinaria. El menor costo variable de los generadores de electricidad no significa un precio menor para el consumidor, ya que este pagará al costo del más ineficiente, que es también el que genera la mayor contaminación.

Si el despacho es por costo variable, las primeras en conectarse son las fotovoltaicas ($ 0.16/KWh) y eólicas ($ 0.17/KWh) y la última, la de combustión interna ($ 1.76/KWh). Si el despacho es por costo total unitario, la más barata es la hidráulica ($0.31/KWh), la nuclear ($0.47/KWh), muy lejos la energía solar ($1.02/KWh) y la última será la eólica ($1.5 /KWh), que tiene un costo medio de producción cinco veces superior a la hidráulica; las reformas de 1999 y 2013 fueron para favorecer a los inversionistas de energías renovables, de ahí el actual orden de despacho: primero Iberdrola, al final, la CFE.