¡De la tradición a la conservación!

Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo”

Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo”

Cada año el dos de febrero se celebra el día de la Candelaria, tradición que termina con los festejos navideños y que en México también es el pretexto para comer unos ricos tamales, sin embargo, desde la perspectiva ambiental, resulta que también ese día se celebra el día internacional de los humedales.

Los humedales son lugares cuyo suelo está saturado de agua y que de acuerdo al Convenio de RAMSAR estos sitios pueden ser extensiones de marismas, manglares, turberas o pantanos cubiertos de agua, estos pueden ser naturales o artificiales y cuya profundidad no debe exceder los seis metros. Hay algunos humedales que están de forma permanente y otros de forma temporal.

En 1971 se decretó el cuidado de estos sitios a nivel internacional, por lo que una gran parte de los humedales del mundo se encuentran bajo protección. En México la lista de humedales es larga y no alcanzaría el espacio de esta columna para hablar de cada uno de ellos, sin embargo, nos gustaría centrarnos en los humedales que se encuentran dentro de una ciudad y de la importancia de los servicios ambientales que estos han brindado a lo largo del tiempo a las poblaciones humanas.

Desde la parte histórica uno de los humedales más importantes para México fue el lago de Texcoco, sitio en donde se fundó la antigua Tenochtitlán, la cercanía a este cuerpo de agua permitió que se diera el desarrollo de una de las culturas más prolíferas de la historia.

En particular nos gustaría abordar la importancia de Xochimilco en la Ciudad de México y de la Presa Manuel Ávila Camacho, mejor conocida como Valsequillo en la ciudad de Puebla. Ambos son humedales que debido al papel ambiental que juegan han sido protegidos a nivel internacional.

Xochimilco es una zona formada por varios pueblos alrededor de canales de agua. En 1987 por su importancia cultural fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco y en el caso de la presa de Valsequillo fue construida en 1946 con el objetivo de depurar y retener los desechos sólidos que los ríos Alseseca y Atoyac venían arrastrando corriente arriba. Ambos sitios tienen la declaración como sitios RAMSAR y es que, a pesar de lo contaminados que se encuentran hoy en día, son de vital importancia para las actividades humanas, así como para poblaciones de otras especies de plantas y animales.

Tanto Xochimilco como Valsequillo participan dentro del ciclo hidrológico, ya que a través de los años han funcionado como fuentes de abastecimiento de agua o regulación de los caudales. También se han convertido en sitios que sirven como refugio u hogar de muchos animales; para el caso de Xochimilco es el hogar del emblemático ajolote mexicano, un anfibio que debido a sus características morfológicas y fisiológicas y que, como consecuencia de la contaminación del agua, cambio climático y la introducción de especies exóticas, hoy en día es una especie que se encuentra en peligro de extinción. Por otro lado, Valsequillo, además de proveer agua para los campos de cultivo cercanos a la presa, resulta que se ha convertido en un sitio importante para que muchas especies de aves migratorias o residentes tengan un lugar de descanso o refugio, ya sea de manera temporal o permanente.

A pesar de que se ha generado un sinfín de programas para la conservación de los humedales en México, resulta que cerca de 60 por ciento de ellos, se están perdiendo o degradando, las consecuencias van desde la pérdida de la biodiversidad, hasta enfermedades en las personas causadas por los altos índices de contaminación en el agua. No todo está acabado, se tienen que seguir generando estrategias que permitan a estos oasis seguir existiendo, al mismo tiempo los invitamos a que cada dos de febrero además de echarse un tamalito, apoyen a la conservación de los humedales.

 

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