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Cuando despertó, los plásticos todavía estaban allí

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Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo”
Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo”

A lo largo de la historia de la humanidad se han encontrado vestigios sobre el uso de diversas herramientas para facilitar la vida diaria; sin embargo, la búsqueda de esta comodidad trajo consigo un sinfín de modificaciones al ambiente y por supuesto estas modificaciones, al paso de los años, han traído consigo impactos negativos al ambiente.

Se sabe que al principio el uso de ámbar, goma laca o gutapercha ayudaba a facilitar la vida de los hombres de diferentes culturas; por ejemplo, los egipcios ocupaban resinas naturales para embalsamar a sus muertos o calentaban las astas de algunos animales, las cuales les permitían formar figuras o recipientes. Por otro lado, la goma laca, la cual proviene de las secreciones de un insecto originario de Asia, también se usaba para recubrir objetos y darles un aspecto brillante. Sin embargo, de la necesidad de crear objetos más resistentes a la temperatura y principalmente que permitieran efectuar algunas actividades, surgió el poliestireno y las resinas de poliéster. En 1786 se empezó a destilar estorax, un bálsamo que se obtiene de una especie de árbol de Liquidambar y el cual dio origen al caucho, la caseína y el celuloide, los cuales son considerados como los antecesores de los plásticos modernos.

A partir de esto y de la combinación de distintos materiales, como resultado hoy en día casi todo lo que usamos tiene plástico. A partir de los años 70 hubo una explosión en el uso de los plásticos modernos, trayendo consigo no solo el beneficio en la vida de las personas, sino que también, a la par no se midieron las consecuencias de estos, por lo que actualmente la contaminación a nivel mundial por plásticos es incalculable. Cuando hablamos de los impactos que puede generar un material o producto en el ambiente las evaluaciones son complejas, ya que no es fácil dimensionar el tamaño del impacto en los ecosistemas, si tomamos en cuenta que un ecosistema es el conjunto de factores bióticos y abióticos que interactúan entre sí; con esto lo que queremos decir es que quizás a corto plazo se pueda evaluar el impacto en alguno de los componentes del ecosistema, pero no en su totalidad, lo que hace complejo y difícil trabajar en su remedición cuando el daño ya está hecho. No obstante, se han desarrollado metodologías que permiten evaluar el ciclo de vida de un producto; este análisis usa un enfoque llamado de la cuna a la tumba, lo que permite analizar los efectos generados desde la extracción de la materia prima de los ecosistemas hasta la reincorporación de los materiales en la naturaleza; de esta manera, se genera una visión integral de los impactos que se generan en un producto o proceso.

Hoy en día existe un tema que está preocupando a todo el mundo: los famosos microplásticos. Presentan un tamaño menor a los 5mm, su origen puede ser intencional, es decir, son fabricados principalmente para productos de belleza como cosméticos y exfoliantes o de cuidado y limpieza como los jabones y pastas dentales. Otros microplásticos se originan debido a la desintegración de plásticos de mayor tamaño, los cuales no tuvieron un acopio para su reciclaje y por el efecto del sol y la lluvia terminan desintegrándose hasta que sean arrastrados y lleguen a otros lugares como los mares y océanos de todo el mundo. Uno podría pensar que el daño queda hasta ahí; sin embargo, la presencia de los microplásticos en los ecosistemas ha cobrado vidas de otras especies de animales, ya que son confundidos por alimento y al ser ingeridos, les provoca la muerte. Otro de los daños causados por los microplásticos es su presencia en los suelos, se ha podido evaluar que causan disminución de las poblaciones de organismos que mantienen la fertilidad de la tierra. Sin embargo, los efectos son aún mayores, ya que en los últimos años también se ha evaluado la presencia de microplásticos en el cuerpo de las personas, siendo lo más alarmante la presencia de estos plásticos en la leche materna.

A pesar de que los resultados reportados en todo el mundo son alarmantes, podemos impulsar pequeñas acciones desde nuestro hogar para detener esta situación. Lo primero es tomar conciencia del impacto que generamos como seres humanos, y en medida de lo posible reducir nuestro consumo de plástico, utilizando otros materiales, como el vidrio o cartón.

 

 

 

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