Hay varios elementos sobre el nearshoring que requieren luz para comprender las probables implicaciones que puede traer para el país. Este texto inserta la discusión del fenómeno en un contexto más amplio, entendiéndolo como una probable nueva fase del desenvolvimiento de la operación de las Empresas Trasnacionales (ETN) como resultado de cambios sociopolíticos a escala internacional, además, apunta a algunas opiniones sobre las condiciones mínimas que deberían cumplirse para que dicho fenómeno genere, en alguna medida, crecimiento en la economía nacional en el marco de sus restricciones estructurales.
1.
Durante el siglo XX y lo que va del XXI, el comportamiento de las ETN es el que explica los ritmos y tendencias de crecimiento de la producción mundial. No obstante, sus estrategias de rentabilidad no han sido estáticas, sino que se han modificado en el tiempo, moldeando el sistema económico a escala global.
A riesgo de ser excesivamente esquemáticos, se podría plantear que desde el siglo XX dos han sido las fases o modelos en los que se han insertado las estrategias de rentabilidad seguidas por las ETN de los países centrales: la fordista y la postfordista.
Durante la primera, las ETN apostaron por una expansión de tipo vertical más allá de sus fronteras nacionales. Para los países donde se ubicaron esto significó la recepción de flujos de inversión extranjera directa (IED). En esta fase, los intereses de las ETN se centraron en el abastecimiento de los mercados locales que las recibían. Las grandes empresas automotrices y farmacéuticas que llegaron a México en la segunda mitad del siglo pasado dan cuenta de ello.
Hacia el último cuarto del siglo pasado se observó la sustitución de dicho modelo por el toyotismo y otras variantes que implicaron la fragmentación del proceso de producción a escala global, lo que implicó la conformación de cadenas o redes de suministro de alcance internacional. Para la actividad productiva estadounidense significó un proceso de deslocalización: la industria estadounidense dejó suelo norteamericano para ubicarse en locaciones más acordes con las necesidades de rentabilidad de las corporaciones aprovechando la reducción de los costos de transporte y el desarrollo de las telecomunicaciones. En esta fase el abastecimiento del mercado local dejó de ser el objetivo central.
De forma reciente se comienza a vislumbrar una fase diferente que, sin dejar de aprovechar las ventajas de la fragmentación de la producción internacional, busca reducir los riesgos en la interrupción en las cadenas de suministro asociados a factores políticos e incluso sanitarios, como la guerra comercial EUA-China, el conflicto armado en Ucrania, o la pandemia por Covid-19. Centrando nuestra atención en América del Norte, estos cambios implican varias posibilidades para las empresas de capital estadounidense: el retorno de sus operaciones antes ubicadas fuera de Norteamérica de vuelta a los Estados Unidos (reshoring) o el traslado de sus operaciones a alguno de sus vecinos próximos, como México o Canadá (nearshoring), entre otros (Banorte, 2023).
En síntesis, el nearshoring puede constituir una nueva estrategia que podría configurar una nueva fase en el desenvolvimiento del capitalismo y esta debiera entenderse como una estrategia de respuesta de las ETN para asegurar su rentabilidad, en un contexto de incertidumbre en diversos frentes y que significa un reacomodo de los flujos de mercancías e inversión que caracterizaron a la fase previa.
2.
Varios factores advierten ese probable cambio de fase. Por ejemplo, desde 2014 el ritmo de crecimiento del comercio internacional, que prácticamente duplicaba el del producto interno bruto mundial, se ha ralentizado (OMC, 2014a: 23). La pandemia por Covid-19 y el conflicto armado Rusia-Ucrania hicieron que empresas y gobiernos nacionales reconsideraran la necesidad de contar con un abastecimiento intrafronterizo de bienes estratégicos, que impulsó una suerte de neoproteccionismo disfrazado (Reuters, 2018-09-18; Reuters, 2023-03-03).
Además, la renegociación del TLCAN y su conversión en T-MEC surge en muy buena medida como resultado de las tensiones comerciales entre China y EUA, así como de los intentos de este último por reducir su déficit con el gigante asiático (Ortíz Velásquez, 2022), lo que se materializó en el establecimiento de nuevas reglas de contenido regional para la industria de la región.
Con el fin de aprovechar a México como plataforma de exportación hacia el mercado más importante del mundo, por un lado, y de cumplir con la reglamentación del nuevo T-MEC, por otro, las ETN, sus filiales y proveedores tienen incentivos para localizar sus operaciones en suelo mexicano.
La comprensión del alcance y las consecuencias de este fenómeno para México necesita de herramientas teórico-metodológicas precisas para distinguir entre las viejas y nuevas tendencias. Una aproximación empírica requeriría comenzar con una medición del fenómeno: ¿cuántas y cuáles empresas norteamericanas antes ubicadas fuera de la región se han relocalizado en México en los últimos tres años?, ¿a cuáles actividades económicas pertenecen y, si es el caso, qué tipo de estrategia de control de activos han seguido: fusiones, adquisiciones, nuevas inversiones, franquicias? (UNCTAD, 2011)
3.
La claridad de los elementos anteriores es necesaria para comprender los posibles impactos que el fenómeno pueda traer para la economía mexicana: no todas las estrategias de control de activos implican nuevas inversiones y, por tanto, una expansión de los acervos de capital.
Consideramos que las posibilidades que tiene México de aprovechar lo que se vislumbra como un cambio de fase, está condicionado a: i) que las estrategias de relocalización de las empresas norteamericanas que decidan ubicarse en México impliquen la llegada de nuevas inversiones y no una simple transferencia de control de activos previamente existentes, ii) la capacidad de establecer vínculos productivos sólidos con proveedores locales nacionales que cumplan los estándares exigidos por las ETN que dominan la cadena de producción, iii) el diseño y puesta en marcha de una política industrial sólida, con un presupuesto con capacidad de incidencia y una intervención efectiva de parte del Estado y iv) un balance positivo entre la derrama económica generada por la relocalización (sueldos y salarios, reinversión de utilidades, impuestos) y los recursos extraídos (regalías) y destinados para su estímulo (exenciones y estímulos fiscales).
La medida en que los elementos anteriores se alcancen es, por supuesto, incierta. No obstante, pone de manifiesto la complejidad del fenómeno y las condicionantes estructurales a las que está sujeta la economía nacional y que deberían contener el excesivo optimismo por este fenómeno que, no hay que perder de vista, es una estrategia para garantizar la rentabilidad de las ETN y no un plan para generar desarrollo económico.
Referencias
BANORTE. (2023): bit.ly/43eHpDV
OMC (2014): bit.ly/3XEYzJK
Ortiz Velázquez, Samuel. (coord.) (2022): bit.ly/46Fz6E4
Reuters (2023-03-03): reut.rs/3XHzRbH
Reuters. (2018-09-18): bit.ly/3O04beu
UNCTAD (2011): bit.ly/44cEX2h