El trabajo de la ciencia se centra en explicar los procesos que observamos en la naturaleza: medimos temperaturas, número de partículas, composición química o la cantidad de luz que emite, absorbe y refleja algún cuerpo. Creamos instrumentos para medir el campo magnético, la acidez o el voltaje. Los científicos crean laboratorios sofisticados para aislar sistemas de la naturaleza, para estudiar detenidamente un solo proceso, por ejemplo, las cámaras semi anecoicas que aíslan electromagnéticamente desde lavadoras de ropa hasta sofisticados satélites. En una cámara semi anecoica se mide la cantidad de radiación electromagnética que emite un objeto.
Cada vez que un nuevo objeto es creado, y eso incluye cualquier objeto que utiliza electricidad, se somete al estudio de ruido electromagnético. Esto es importante ya que no queremos que, por ejemplo, un auto último modelo emita radiación electromagnética que interfiera con marcapasos o que entre en resonancia con las moléculas de gasolina y que una gasolinería explote. Cada día que pasa, el equilibrio que existe entre las diferentes tecnologías se vuelve más sensible a los cambios.
¿Cómo llegamos a tal nivel de sofisticación? La respuesta la podemos encontrar en la vertiginosa dinámica de nuestra sociedad y la insaciable necesidad de avanzar y de conocer. En este contexto, el internet (o la internet) nació porque los científicos necesitábamos comunicarnos de forma rápida; se pensó que distribuir el conocimiento con este medio sería una forma de proteger la información en caso de un desastre local, nos asegurarías de que un incendio en la biblioteca de Alejandría no pasaría de nuevo.
Posteriormente, los empresarios vieron un enorme potencial en esta red que en principio era universitaria y crearon una infraestructura que jamás llegamos a imaginar. Aún recuerdo que a mediados de los años 90, cuando cursaba la preparatoria, la primera conexión a internet alcanzó unos fabulosos 56 Kb, aún se usaba Gopher y mIRC y podíamos enviar los primeros correos electrónicos. En ese entonces los telegramas y las llamadas internacionales eran el único mecanismo eficaz de enviar información instantánea. En el caso de México, el correo normal podía tardar días, semanas o incluso meses.
La llegada del internet a los hogares tardó casi una década; durante los últimos seis años hemos tenido nuestra revolución electrónica. Un poco tarde, pero por fin llegó. El uso extensivo de los medios electrónicos ya es una realidad en México.
En el caso de las redes sociales, su evolución y desarrollo, podemos enmarcarla en la propia evolución de la comunicación en el internet. Al comienzo del internet sólo existían tres mecanismos de comunicación: fuet (transferencia de archivos), email (envío de mensajes privados) y HTML (comunicación unidireccional de información de forma pública). Se crearon las interfaces para que gente con menos conocimientos técnicos pudieran usarlos, es el caso de Mosaic y Pine. Cuando miramos estos programas, podrian parecer terriblemente complicados y obsoletos, sin embargo, eran una maravilla cuando fueron creados.
El siguiente salto en las comunicaciones por internet fue la creación del chat, y una de sus primeras interfaces fue el mIRC. En 1997, la primera vez que usé el mIRC, pude entender que sería una herramienta que revolucionaria las comunicaciones. Se podía entrar a canales públicos creados con temas concretos y platicar de tú a tú con cualquier persona que tuviera una interfaz mIRC. Inmediatamente comprendí que el idioma inglés también sería fundamental, todos en el mIRC lo escribían, no importaba de que país eran.
No pasó mucho tiempo para que el siguiente salto se diera. El fastidioso, verboso y estático HTML comenzó a tener vida propia. Comenzó con algunos mensajes personalizados, con el envío de requerimientos a través de formularios, pero pronto nacieron los primeros lenguajes para páginas web que le dieron vida y dinamismo como nunca imaginamos en la red: JSPs, PHP, Servlets, JavaScript y ahora Riels, JSF, .NET y el uso de AJAX. Las páginas web se volvieron interactivas, pero estaban condenadas. La definición de HTML hace terriblemente complicado crear comunicación bidireccional, en especial cuando mucha gente usa una sola aplicación: el problema es conocido como problema de concurrencia.
La siguiente revolución se dio con los blogs, muchos usuarios tuvieron oportunidad de crear espacios personales donde enviaban cubetadas de información, los comentarios en los propios blogs ayudaban a la interacción, pero muchas veces eran censurados o simplemente eran eliminados. La comunicación no era de tú a tú, sino de editor a lector.
Pasó poco tiempo para que la efervescencia de los blogs terminara, en realidad nadie sabía cuál sería el siguiente paso, algunos pensaban que serian los blogs en video o los espacios multimedia creados en flash, pero ninguno de ellos se consolidó, el siguiente en realidad sería un sutil pero significativo cambio: comunicarse de forma horizontal, sin jerarquías.
Las universidades de nuevo fueron las incubadoras de estas revoluciones. Es por eso que a mis alumnos los encomio a desarrollar sus ideas, así nacieron las herramientas que están cambiando el mundo.
Después de un sueño comercial de una década donde las empresas .com han hecho fortunas, el internet está regresando a sus orígenes. Su papel como fuente de información distribuida ha llevado a una anomalía en los medios de comunicación. Ahora cada ciudadano con conexión a internet puede ser los ojos de lo que Asimov bien podría llamar una prematura Gaia.
* (INAOE) [email protected]