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Sufragios verdes

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La pasada elección federal motivó una participación mayor a las similares de 2003 y 2009, no obstante el veto electoral ejercido en Guerrero y Oaxaca por los mentores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y de los familiares de los 150 mil asesinados extrajudicialmente, de los 40 mil desaparecidos a la fuerza, y del rechazo mayoritario a la gestión de Enrique Peña Nieto. Además de los diputados federales, en esta ocasión se renovaron 17 Congresos locales, nueve gobernadores y más de 800 Ayuntamientos, Juntas municipales y Jefes de Delegación.

De las 500 diputaciones federales en disputa, la alianza PRI-PVEM se adjudicó 250 y Nueva Alianza, potencial aliado en 2018 del PRI, obtuvo 10, lo que le da al PRI y a Enrique Peña Nieto mayoría absoluta en la Cámara de Diputados; la mayoría calificada (dos terceras partes de los presentes) la alcanzan con los perredistas. La estrategia para lograr estos resultados fue la costosa campaña del PVEM, la instrumentación de los programas públicos realizada por el PRI (pero no solo por ese organismo) y un árbitro electoral fisiocrático que dejó hacer y pasar las irregularidades de los partidos aliados. En este proceso electoral los votos por casilla del PRI, PVEM y Nueva Alianza sumaron 106, el PAN registró 56 votos por casilla y los restantes seis organismos y candidatos independientes totalizaron 90 votos, porcentualmente la votación fue de 40 por ciento para la terna mencionada, 21 por ciento para el PAN y 34 por ciento para el resto de partidos; si Morena pretende llegar a los Pinos, requiere del concurso de otras expresiones no electorales, además de las izquierdas tradicionales. Probablemente en la elección presidencial de 2018 se emitan entre 55 y 56 millones de votos y la primera minoría registre entre 20 y 22 millones de sufragios; esa cobertura no la tiene ningún organismo político ni candidato, pero es plausible tenerla si se tejen las alianzas pertinentes y se enarbola un programa que beneficie a muchos de los excluidos y explotados.

El presupuesto público para las elecciones de 2015 fue de 5 mil 356 millones de pesos, destinados a gastos ordinarios, de campaña, especiales y franquicias. Cada voto le costó al erario 135 pesos, sin considerar otras aportaciones lícitas e ilícitas; fue Morena el partido que gastó menos por sufragio (30 pesos) y el Partido del Trabajo (PT) el del voto más oneroso (323 pesos por voto). En promedio un diputado le costó a los contribuyentes 10.7 millones de pesos; un legislador de Morena salió en 2.9 millones y uno del PT en 61 millones de pesos.

Este proceso electoral trajo a reflexión viejos dilemas: la parcialidad del órgano electoral, el derroche de recursos público de los partidos y candidatos, la ausencia de legitimidad de los elegidos, el voto corporativo, las segundas vueltas y la remoción de los elegidos. Hace varios procesos que no hay organismos o frentes que registren mayoría absoluta y cada vez es más probable elecciones disputadas, donde la diferencia es de un par de votos por casilla; ante tales escenarios, en necesario que los principios rectores del proceso electoral se cumplan; certeza, legalidad, imparcialidad, objetividad y autonomía y que el árbitro no sea botín del Ejecutivo en turno o del partido de primera mayoría.

La entidad poblana no comulga con los priistas, ahora tampoco fue la excepción. Los aliados PRI-PVEM registraron 95 votos por casilla en el país y 83 votos en Puebla, el PAN tuvo 55 votos por casilla en el país y 68 en Puebla, y Morena registró 22 votos en promedio tanto en la República como en Puebla. En procesos locales no necesariamente es el mismo comportamiento y el liderazgo del Ejecutivo poblano mengua, ya por mérito propio, ya por acción de los adversarios. Tanto unos como otros recurrieron al voto corporativo en 2015, en los distritos de Huauchinango, Zacatlán, Tepeaca, Izúcar y Ajalpan donde ganó la alianza PRI-PVEM, la participación electoral fue de 52 por ciento y la votación de los aliados fue de 46 por ciento, el doble que el PAN; en los distritos rurales donde ganó el PAN (Teziutlán, Zacapoaxtla y Chalchicomula) sufragó 46 por ciento de la Lista Nominal y el PAN registró 38.2 por ciento del total de votos emitidos (contra 33.6 de los aliados). En cambio, en los cuatro distritos de Puebla y en el de San Pedro Cholula, el PAN registró 25.6 por ciento de la votación, los aliados 24.7 por ciento y la participación electoral fue de 33 por ciento. En distritos competidos, vigilados, de alta densidad de población, la participación es baja, en distritos de baja densidad poblacional, rurales y aislados, la participación es alta, paradojas de la democracia.

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