La didáctica general como disciplina de la pedagogía fue considerada en sus inicios como una actividad gobernada por el talento del docente, el arte con el que dominase los conocimientos que se pretendía transmitir.
Resulta curioso, por no decir alarmante, que hoy en día muchos profesores sigan creyendo en estas ideas y que, por lo tanto, crean también que las leyes que rigen los procesos de aprendizaje y enseñanza de las matemáticas no se obtienen mediante la investigación y el análisis sino con la inspiración, la experiencia y hasta la casualidad.